domingo, 21 de diciembre de 2014

Diario de tres meses. Capítulo 1.

Lluvia. Sus ojos clavados en los cristales de una casa cerca de la playa de un pueblo apenas habitado. Sentada, en un sillón en frente de la ventana con una manta y libro en mano, en una pequeña mesilla de madera, blanca, una taza de porcelana llena de chocolate caliente esperaba a ser ingerido por ella.
No dejaba de observar las gotas caer sobre los cristales, oyendo la lluvia. Un ligero olor a madera mojada, una parte de su habitación, estaba hecha en madera, era como una casa del árbol construida en el gigante balcón de ésta. Esta pequeña casita de muñecas situada en su habitación era donde más tiempo pasaba, donde tan sólo había un sillón, una gran ventana que daba al jardín y más allá al mar, una pequeña estantería llena de libros, la mayoría de filosofía y extraños libros. Decían que no era lo lógico leer eso a su edad, pero, ¿qué más da qué leas?  Muchas veces, no nos damos cuenta de que lo lógico, refiriéndose a algo normal, no existe en la sociedad, sino que es propio de cada persona, de cada individuo. Son gustos, son preferencias, lo que hacen un poco más única a cada persona, lo que diferencia unas personas de otras, lo que nos hace especiales, tal vez. Nuestros gustos. Además, era una forma de aprender, una forma de cultura, jamás comprendió  el “¿No prefieres leer algo más de acorde a tu edad, no sé, como alguna novela de amor?” Prefería leer testimonios reales.
Cogió su taza y bebió un pequeño sorbo del chocolate caliente, ardía. Se quemó el paladar al beber, del ardor cerró con fuerza los ojos y frunció el ceño. Volvió a dejar la taza en su sitio, alzo su mirada a la ventana, seguía lloviendo y continuó su lectura. “La ilustración” de Kant. Uno de los primeros textos que trató en su primer año de filosofía en el colegio. Hacía ya dos años de ello. Era su verano preuniversitario. 

Podría pasar horas leyendo, sin decir una sola palabra, podría pasar días leyendo y leyendo libros, casi sin entablar una sola conversación con alguien, sus amigos del colegio, estaban en su ciudad natal, Valladolid y ella, en Santander los tres meses de verano, donde aunque la cobertura llegaba perfectamente, prefería desconectar un tiempo del mundo.
Allí, no tenía casi amigos, prácticamente no había nadie en ese pequeño pueblo, pero era maravilloso, lleno de campos verdes, donde podías sentarte a leer horas y horas, donde el tiempo no pasaba. El mar y la lluvia, donde siempre había olas que poder montar, mientras llovía y el mar completo para ella. Tal vez, su padre haciéndole fotos mientras montaba aquellas enormes olas que nacían del mar, o su madre, también una rata de biblioteca, sentada leyendo si no llovía, siempre con su chaqueta de punto beige, su larga melena negra recogida en un precioso moño y sus vaqueros anchos.
Su madre, de joven, idéntica a ella, excepto en los ojos, nadie sabía de quién los había heredado, enormes y negros, brillantes, que decían que podría poner en paro al sol si junto a ellos luciera una preciosa sonrisa, algo muy improbable en los tiempos que corrían por entonces. Pero su madre, con ese cabello negro largo, sus ojos, no tan grandes, pero de un marrón muy bonito, y una sonrisa perfecta, aun siendo ya de una edad madura, su belleza podía notarse tan joven como si tuviera la edad de su hija.
Él, sin embargo, tenía unos ojos verdes escondidos tras unas gafas, era bastante alto y fuerte, quería tanto a su hija que podía dar la vida por ella y desde hacía un año, podía notar cómo había desaparecido su sonrisa y su mirada poco a poco, dejando sólo al descubierto un cuerpo aparentemente vivo pero inerte en su interior. Aun así, prefería estar al margen, sabía que pronto se solucionaría, o al menos esperaba.

Horas más tarde, dadas las siete y media, terminó su libro y se levantó, el chocolate se había enfriado. Frío como cada esquina de su corazón, pero a diferencia de este, su chocolate aún se podía beber, aún seguía algo templado.
Muchos antes, ya habían experimentado el cambio de personalidad que sufrió a lo largo del último año. Sus amigos, por ejemplo, o cada sábado al salir de fiesta, seamos honestos, era una chica muy guapa, ojos enormes negros, cabello más abajo del pecho, cabello caoba con destellos rojos burdeos, su sonrisa, muy característica que, aunque la odiara, resultaba muy graciosa a ojos de los demás, con unos grandes colmillos, era infantil, le daba un toque gracioso cuando en alguna breve ocasión sonreía. No era muy alta, pero con tacones todas aparentan una buena altura, cuando un chico se acercaba, cómo no, a preguntarle su twitter, su nombre o su edad, metiéndole fichas, ella se limitaba a mirarle, cerraba los ojos, agachaba la mirada y se volvía. Algo típico en su ciudad, lo de las mujeres bordes, pero ella se limitaba a mirar y volverse.
Esto había hecho que la gente, poco a poco fuera distanciándose, ella al principio no se daba cuenta, hasta que en su graduación, tras terminar el año, la PAU, escoger universidad y comenzar el verano, su móvil dejó de vibrar, no llegaban mensajes de nadie, tan sólo de su mejor amiga, que pasaba el verano en un pueblo cercano al suyo, pero ahora mismo estaba preparando todo para la universidad, se iba a Madrid, como ella.
Dejó el libro en la estantería, recogió la manta y se tumbó en la cama a pensar un rato. Esos momentos eran para ella, los más deseados y a la vez odiados.
Un momento para pensar en sus cosas, para estar en tranquilidad absoluta, para pensar. Habiendo acabado su libro, comenzó a reflexionar sobre éste, probablemente más tarde, escribiría algún pequeño texto en un documento en su ordenador. Alguna reseña del libro o algún ensayo acerca del tema.
Tumbada boca abajo en su gran cama, con un cojín en su estómago, cogió su teléfono móvil y miró si tenía alguna llamada, mensaje, algo. No, tan sólo uno de su mejor amiga, histérica, mandándole fotos de toda la ropa que se había comprado para su comienzo de universitaria.
Andy, me he comprado tantas cosas que no voy a saber ni qué ponerme el primer día, verás tú, estoy atacada.
Aún quedaban tres meses, pero qué bobada acababa de empezar el verano, habían mirado piso y todo, lo tenían alquilado, la universidad y los caminos para llegar a ella, estudiados y memorizados, las tiendas, los bares, discotecas, auditorios, salas de conciertos, cines, todo. Todo estudiado y memorizado. Estaban ansiosas.
Sí, Andy, pero no Andy de Andrea, sino de Andrómeda, un nombre muy poco común, a lo que muchos dicen: Es muy bonito y original, pero jamás se lo pondría a mi hija. Una vez más, corroborando su pensamiento, lo “normal” en la sociedad, abunda, lo estándar, lo seguro. Lo que una vez más afirma que, miedo al cambio. Comenzó de nuevo pues, su tiempo de reflexión. Lo que acabó llevando a escribir un pequeño ensayo acerca de qué y qué no es normal. Si la normalidad existe, si tan sólo es un pensamiento propio del individuo y la sociedad capitalista lo ha convertido, su pensamiento, en un movimiento de masas para el consumo.
Miró el reloj de su ordenador, las ocho y media. Todo este tiempo había estado sola en casa, sus padres, habían salido a dar un paseo y más tarde se iban a ir a cenar a la capital, Santander, con unos amigos suyos y su hijo, Andy no lo conocía, pero tal y como lo habían descrito sus padres, era “Un chico muy de ciudad” miedo le daba esa expresión. Un chico muy de ciudad, equivalente a, un pijo que habla tal que “o sea así” y que viste con polos de Ralph Lauren.
Hora de vestirse, para variar, estaba con su cabello en un moño, una sudadera de chico ancha, sus calcetines del colegio, para ella, los mejores calcetines del mundo, de esos que no se te arrugan al ponerte un zapato y te molestan todo el tiempo, aunque marrones y apenas combinables, aunque era lo de menos y unos leggins, la más cómoda vestimenta para estar en casa y más en el campo.
Su madre le había dicho que se pusiera muy guapa, a lo que su padre añadió al comentario que ella siempre lo estaba, solo que había que estar extremadamente guapa. Ella, no era mucho de vestidos ni tacones, pero se los había puesto en varias ocasiones, en sus conciertos de piano, por ejemplo. Sí, era pianista, desde los cuatro años, y ahora, a los dieciocho, ya habiendo acabado su grado profesional, tras finalizar bellas artes, comenzaría el superior en Madrid, habiéndose preparado antes un año completo la prueba de acceso, claro. Decían que era una buenísima pianista, que hacía sonar la música de sus propios dedos, en cómo tocaba, en su estilo francés al mover las manos por las teclas. También pintaba, sí, sus padres presumían mucho de hija, aunque preferían que estuviera callada, su pensamiento no encajaba del todo en el ambiente en que se movían. Gente de buena posición adquisitiva, y ella, con mente radical, queriendo cambiar el mundo aunque tuviera que morir a los pies de una hoguera, sin creer y habiendo estudiado quince años en un privado de monjas. Demasiada hipocresía. Ella, obedeciendo a sus padres, solía guardarse sus comentarios e intentaba proseguir las conversaciones como si fuera una más sentada.
Se quitó la ropa, la dejó sobre la silla, algo muy usual, y fue hasta su armario. Ocupaba una pared entera, pero si lo habrías, la mayoría eran prendas negras, vaqueros, botas militares, camisas de hombre, de rayas. Cazadoras vaqueras y demás. No había mucha ropa para poder arreglarse. Abrió una de las cinco puertas de su armario, donde había tres o cuatro vestidos, tres negros, uno amarillo de tirantes y uno rojo, y varias faldas, todas negras. Varias cajas donde había zapatos de vestir y tacones muy altos.  Comenzó a pasar las perchas de un lado a otro pensando qué ponerse.
No le gustaba vestirse así, no se sentía ella, no se sentía cómoda, pero sabía que debía vestir así esta noche. “El vestido que llevé la noche de mi graduación, bonita noche” –Se dijo a sí misma.
El día de la graduación, atacada de los nervios, tenía el vestido, el maquillaje, su recogido y los tacones puestos. Tenía que salir al escenario de lo que en unas pocas horas, dejaría de ser su colegio, y tocar una de sus obras favoritas junto con un violoncelista que ya era exalumno, Divenire, de Ludovico Einaudi.
Estaba en su cuarto de su casa en el centro de Valladolid, más pequeña que ésta. Preparada para ir ya, su mejor amiga la pasaba a buscar. Daba vueltas y vueltas, ensayaba en el aire su obra. Llevaba un vestido amarillo brillante con lentejuelas en su extremo, por encima de las rodillas, decían que parecía una estrella de lo preciosa que estaba aquel día. Escotado a la espalda, dejaba ver su tatuaje entre los omóplatos, su cabello recogido en una trenza que le caía por el pecho. Sus ojos, negros resplandecían tan sólo con un poco de maquillaje sobre ellos, sus mejillas rosadas y sus labios burdeos. Iba, realmente guapa.
Volvió a la realidad, tras un montón de recuerdos de aquella noche.
Abría y cerraba continuamente las puertas del armario, intentando buscar algo con lo que ir guapa y a la vez sentirse cómoda. Finalmente, abrió todas las puertas de par en par y se sentó en la cama observando cada una. Tenía alrededor de una hora para estar preparada, y aún estaba en bragas. Muy típico en ella.
Se levantó de un brinco de nuevo y se colocó en frente de la puerta donde estaban los vestidos. Revisó uno por uno. Nada. Desistió.
No entendía por qué tenía que dar tan buena imagen, además de estar callada. Si al final, sólo dirían “Pero qué guapa es tu hija, ha salido a ti, sin duda” Y luego comenzarían las típicas conversaciones de adultos, sobre fútbol o algún chiste malo de su padre. Vete tú a saber cómo era su hijo, en realidad, le daba igual, estaría a su rollo y tras cenar iría a hacer fotos a la playa de Santander. No le apetecía mucho esa cena.

Una hora más tarde ya estaba preparada. Decidió ponerse el vestido que su madre llevó en su boda, a parte del de novia, llevó otro para la comida, era rosa, le llegaba por las rodillas. Hacía conjunto con un chal, pero ella no se lo quiso poner. Hacía bueno y no le gustaba. Con unos tacones negros y un bolso grande a juego con los zapatos, su melena recogida, de nuevo en una larga trenza y maquillada con ojos ahumados. Siempre los llevaba así, unos ojos negros relucían más cuando le daba oscuridad. 

sábado, 29 de noviembre de 2014

Una flor.

Acabo buscándote en los asientos traseros de cada bus.
Incluso en los de otra ciudad.
Pero siempre te encuentro en las miles de canciones
que escucho cuando camino por los mismos sitios,
donde hiciste nacer la magia.

Dicen, que no es una ciudad muy bonita.
Nadie les habló de las huellas dejaron cada pareja,
en las marchitas calles.

Una flor por cada rincón que vio nacer la magia,
y se acabó muriendo con su amor.

Valladolid se llenaría de preciosas flores en invierno.




martes, 25 de noviembre de 2014

Disculpa, ¿te desconozco?

Encantada de desconocerte.
Pura reminiscencia.

Nunca te conocí, llevaba tu recuerdo implícito en algún lugar de mi cabeza, hasta que te ví 'de nuevo' y fuiste como un Déjà vu. Creía haberte visto en algún lugar.

Le pillé el truco a la teoría del conocimiento de Platón y sólo tengo que recordar para saber qué pasara mañana, pasado, dentro de treinta años.
Que lo que más soñamos son tan sólo el pequeño adelanto de lo que va a ocurrir en un par de años.

(Perdona, creo que te soñé hace dos veranos)

¿Qué me imagino? Una casa, grande o pequeña, un piso o un chalet. Qué más da. Paredes y paredes llenas de fotos, cuadros, frases, entradas de conciertos pinchadas, un millón de discos clasificados por nombre, época y significado, botellines de cerveza de cuando nos conocimos, la primera cerveza que bebí contigo.
Nuestro primer baile, la primera vez que te vi llorar. La primera vez que dormimos la siesta juntos o que me despertaste con vistas al mar.

Un álbum, dos, tres, siete quizá quince, llenos de fotos, de cada viaje, y un montón de historias detrás que sin duda, algún día contaremos, no te preocupes por ello.
El porqué del nombre de nuestros hijos, y los vídeos corriendo hacia un bus de Santander porque se me antojó cogerlo para no esperar. Las tres cartas que me escribiste por los primeros tres meses, el primer disco que me regalaste.
Y para entonces habrá tantas ciudades que tengan nuestras huellas en sus aceras que habrá en una pared un mapa del mundo con los países coloreados de donde hemos ido, con post-it de qué pasó allí.

Y eso, que te quiero.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Punto y final del libro.

Me abrazaste, besaste en la frente, ahogaste en una piscina, vacilaste. 
Me declaré fan de tus chorradas, de tu risa y de las ganas de hacerme sonreír que tenías.

Ya va siendo hora...
quizás.
¿Hoy?
¿Y para qué esperar a mañana?

Y te prometo,
que te esperé hasta el último instante. 
Aparecieron miles de 'tús'
y ninguno llevaba tus ojos. 

Ya va siendo hora de recoger tantos pedazos de mí, de coserme el pecho, 
de coger la pistola que nunca quise utilizar
y matar tu recuerdo de una vez.
Para siempre. 

Ni en vida resucitamos, ni en mente volvemos.

Aprendí mucho de tí, (y ojalá tú de mí) y hoy, me enseñaste que los verdaderos amigos están ahí, siempre, y si no pueden con su mejor intención lo dicen. Y no fuiste tú.

Hoy quiero poner punto y final a una bonita historia, una que quedará guardada en un cajón, y Pandora no estará aquí para desencadenarte ni la esperanza está guardada contigo. Quizá te esperé demasiado y mi esperanza se ha suicidado, harta de llorarte y tú comunicando. 

Y ya es demasiado tarde,
"hay trenes que sólo pasan una vez, y con una única parada" 

lunes, 17 de noviembre de 2014

Catorce.

Aún martilleaba el sonido de la batería en mis oídos, pitaban. 
Quizá no era de eso.
Coldplay a oscuras al finalizar una película y un triángulo en una púa al cuello.
Que invierno es más bonito con una manta y viendo películas.
Nunca dijimos nada de San Valentín pero,
cuando regalas un libro regalas un trocito de tu alma en él.
Muchos callejones se entrecruzaban y en cada uno aún está la marca,
de mis manos apoyadas. 
Que siempre nos gustó la oscuridad, y no recuerdo que hiciera frío. 
Dos días en una ciudad que no era la mía, 
sin embargo la recordaba tal y como era, cuando era pequeña.
Un salón donde veías todo el Cantábrico mientras veías una película. 
y el primer baño del año, en plena semana santa. 
En las buenas, en las malas y en las regulares. 
Que dijimos de irnos a Madrid, y fuimos tres veces.
Que casi te ahogas en el mar de risa cuando me caí en la tabla de surf,
cuando intentaba montar una ola y apenas me mantenía de rodillas.
Que los paseos hacia el faro por la noche son geniales,
que dejamos huella por las ciudades donde vamos. 
Que no son uno ni dos, que son catorce meses.
Catorce.
Un montón de conciertos, de tardes, de cosas que contar,
una caja de recuerdos donde guardo pedazos de ti.
Donde en cada pared está la marca de tus manos
de tu sonrisa, de tu piel.
Que podría delinear una constelación por tus pecas,
podría decirte en qué galaxia estamos.
Y taparnos para dormir la siesta, y calentarnos los pies,
porque es invierno, y yo me destemplo.
Porque hay películas que tienen más fondo que el simple argumento,
que algún día contaremos esto.
Por ahora son catorce meses, y los muchísimos que nos faltan.
Y es la reencarnación de otra historia, y esperemos que nunca acabe.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Sueños lentos.

Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que te vi, que ya no recordaba cual era el brillo exacto de tus ojos, el tamaño de las arrugas que se te formaban en ellos cuando sonreías al hacerte cosquillas, o el mirar de un lado para otro constantemente mientras te besaba para que no nos vieran.
Quizá eche demasiado de menos cuando me cogías de la mano por sorpresa y yo pensaba "¿Qué hace?"

Joder, deja de mirarme así, se me van a saltar las lágrimas, estás a dos mesas de mí y tan sólo nos miramos mientras yo pienso cada chorrada que hicimos o dijimos, nuestras "Buenas noches y piensa que miramos la misma luna, no estamos tan lejos" Creo que beberé otra jarra más.

Coincidir en el mismo bar después de... ¿cuanto? dos, tres, creo que tres años y medio. Ha pasado mucho. La lluvia acaba llevándose muchas cosas, pero nunca a nosotros con ella.
Quizá debí esconderte en alguna página de un libro vacío de palabras muertas, alguno que sé que jamás volvería a abrir, hasta que tú no te hubieras calmado. Hasta que no hubieramos reconocido, que todo aquello que pasó fue parte de nuestra cabeza, que quisimos ser más de lo que podíamos llegar, en cualquier vida.

Sigues andando como siempre, cabeza alta y serio. me gustaban tus andares y cuando íbamos al lado por las mañanas.
Estoy intentando disimular el mirarte cómo vas a la barra a pedirte una caña. Aún no entiendo porqué estás solo.

Quizá ni te hayas dado cuenta de quién soy, las cosas cambian y nosotros vamos envejeciendo, cambiando. Quizá sea demasiado tarde para volver a cuando me miraste la primera vez y quisiste que me fijara en ti.

Los sueños son lentos, la vida vuela y yo sólo pude correr.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Hemos perdido la magia.

El color de las fotografías antiguas,
de cámaras analógicas.
Los campos de girasoles.
Comer pipas sentados en la puerta de casa.
Las cartas por correo ordinario,
los paseos en bicicleta en Agosto.
Los poetas de la generación del veintisiete.
Neruda.
Los te quiero bajo un paraguas.
Ver fotos de familia en navidad,
el turrón.
Los paseos dados del brazo.
Un colacao a las doce de la noche.
Los "Soy la señora de..."
Las viejas historias de los abuelos.
Las memorias de ellos.
Los recuerdos.
Cincuenta años de casados.
Jugar a las cartas en la chimenea,
en Navidad.
Abrir los regalos y felicitarse el año,
jugando al cinquillo.
El champagne desde los dos meses.
Los duetos de guitarra,
y piano.
Dormir la siesta abrazados,
despertar con la misma sonrisa.

Habeis sustituido la magia por sexo y la felicidad por dinero.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Quiero perderme.

Empezaría el verso con la misma frase que tú apuntaste.
Y terminaría con lo mismo de siempre,
lo guapo que estás cuando sonríes.
Y esas arruguitas de los ojos.

Que hay zonas que por la noche lucen
y son esos lugares,
donde hiciste nacer la magia,
sin darte cuenta.

Podría escribir un poema por cada una de tus pecas,
haciendo constelaciones en tu espalda.

Podría dibujar a su alrededor,
improvisando sobre un lienzo,
amor al arte
si el arte eres tú.

Tocaría el violoncello si tus cuerdas nacieran de tu nuca,
y terminaran en el final de tu espalda.

Quiero perderme,
entre lunar y lunar.
Caer en lo más hondo de tus arrugas
y hundirme en tu sonrisa.

Quiero perderme, perderme sabiendo dónde estoy.
Con quien.


jueves, 16 de octubre de 2014

Fuiste, eras, fuimos.

Eran las doce de la noche, y seguía lloviendo. Te quitaste la sudadera y me la pusiste sobre los hombros.
Aún creía que la llama podía volver a nacer,
como un fénix de sus cenizas,
qué ingenua.

Fuiste mis 'buenas noches'
pero nunca mi 'buenos días'
llegaste a ser tanto que olvidé quién era yo.

Aún sigo buscándome entre tus versos.

Yo te escribí, con miedo a emborronarte por ser zurda.
Nunca dí buena suerte,
me gustaban los gatos negros y los cristales rotos.
Los Jueves y los martes y trece.

Y al día siguiente el sol no salió, dormido con resaca de ahogar sus penas la noche anterior. Nadie encendió las luces ni abrió las calles. Las tres de la tarde y los pájaros seguían durmiendo.

Te lloré siete días, y setecientas noches.

Y en la setecientos uno, olvidé por qué estaba la botella de Ginebra en mi mesilla.

martes, 14 de octubre de 2014

Contando estrellas.

Podría recopilar todos los poemas que te escribí en un libro, pero iría en contra de nuestros principios. 

Y es que fuiste una estrella fugaz,
con complejo de huracán.
Destrozaste todo, el día que decidiste besarme.

Y quizá nunca sea un buen momento para decírtelo, 
pero hay tantas cosas que quiero decirte,

-qué ingenua-

que nunca escucharás.

Te besaría bajo tantas lunas, 
me tatuaría tu nombre en mi espalda.
Me olvidaste entre cerveza y canción,
"Contando estrellas"

Y yo simplemente pasé a ser el recuerdo de un perfume barato en el cuello de otra mujer.

lunes, 13 de octubre de 2014

Escúchame.

Tengo tantas cosas que decirte, que no sé cómo empezar a hablarte. No podría decirte un simple 'hola' o dos besos, ni uno. Antes de que hables, antes de que me digas nada o me intentes callar. Espera y escucha. 
Quizá fueron las arrugas de tus ojos al reír, cuando me sentaba encima de ti y reías, las veces tumbados en el césped, mirando al cielo e intentando que nadie nos viese. Y aún recuerdo cómo empezó todo, tan improvisado tan a lo loco que acabó surgiendo. 
Todavía recuerdo la primera vez que me besaste. -Le cojo la mano- me eché a reír porque aún no pensaba como estaba ocurriendo. La primera vez que me viste en vestido, o en bañador. Nuestro primer baño del año. Quizá fue las veces que me cogiste a caballito y me sentía la más alta de la calle. -Agacho la mirada y suspiro- Todas aquellas noches que me quedaba hablando contigo, las veces que se iba el internet y me ponías un mensaje diciendo "Te echo de menos" las veces que hablamos de fugarnos de aquí, salir huyendo y recorrer Europa, el Mundo. Ya nada es como antes. -Me levanto-
Y sé que todo ha cambiado, que mi pintalabios se ha borrado y mi rimmel se ha corrido, que tantas noches llorando tu ausencia han hecho brotar en mis ojos las ojeras de tu recuerdo, que en mi diario aparece tu nombre por todas partes, que en mi habitación ya no huele a tu olor, que mi cama parece un desierto en plena noche, frío y árido. Que los lunes son menos lunes si no me das los buenos días. Que las locuras y el peligro de vernos se acabó, que no hubo rutina porque el tiempo no nos dio tiempo. -Me giro y miro contra la ventana mientras se ve llover tras el cristal- Cuando mirábamos esta ventana y apostábamos por qué gota llegaría antes al final. 
Y ahora esto sólo es el ensayo frente a tu foto de cómo te diría lo mucho que te quiero, y lo guapo que estabas en camisa o sin ella, con tu sonrisa o tu seriedad, de negro o añil, de traje o chándal.
Y lo bonito que era Valladolid cuando llovía y tú estabas mojándote conmigo

lunes, 6 de octubre de 2014

Caballito de mar.

Dime el número de amaneceres que nos quedan por ver,
que los iré contando uno a uno con el corazón en las manos. 
Sangrando, cayendo las gotas entre mis dedos
hasta que resbale. 
Y dejar el suelo encharcado.

Dime el número de noches que nos quedan,
y pediré a al Sol que cambie de hora su despertador,
que se levante al medio día.

Nunca nos bañamos en el mismo río, pasa y deja su marca.
Bañarme en tus ojos una vez más, 
y notar tu torso caliente.

Tu seria mirada, las arrugas de tus ojos.
Tu sonrisa entre sábanas, el mar en tu cama.

Ni Santander ni Venecia.
Ni Helsinki ni Viena.

La infinidad de tus sábanas blancas
las noches sin dormir.
Los llantos mirando al mar
y los tics de tus piernas.

En la inmensidad del océano encontré ese pequeño caballito de mar, quizá no de colores muy vivos pero de gran mirada y corazón.
Cuando un caballito de mar elige a su pareja, permanece con ella hasta que uno de los dos muere y el otro se suicida.



jueves, 2 de octubre de 2014

Allí donde solíamos.

Quizá sean las obras de piano que tanto me recuerdan a ti,
o tal vez el golpear de las gotas como lágrimas en el cristal.

En quien me acuerdo,
cuando me sumerjo en mí al tocar el piano,
el público desaparece
y recuerdo tu risa y tus ojos rasgados.

Las zapatillas bailan mojadas,
en un charco.
Cuatro.
Se entrelazan y salpican.

Cuando no son las zapatillas lo que se moja,
cuando somos nosotros los empapados,
intentando bordear una ola
tú te ríes de que me caigo.

Subirnos a lo alto de un edificio y caer al vacío,
sin miedo a la caida, al fin.
almas inmortales.
Sobrevolar Helsinki.

El momento en el que despierto,
y el sueño sigue en el mismo sitio donde lo dejé,
en tus ojos entreabiertos con una sonrisa,
Buenos días.


domingo, 28 de septiembre de 2014

Obertura al infierno.

Olvidaste poner los pies en el suelo y aún sigues volando sin ningún rumbo y nunca hacia adelante. Tus ojos puestos aún en el cielo queriendo subir más y más alto, las personas cada vez más pequeñas, cuando te cansas te apoyas en una nube y ves los aviones pasar.

Vas demasiado rápido y no logro alcanzarte desde tierra. No sé si allí arriba llueve, aquí jarrea.
"Pregúntale si allí las flores son tan bonitas como las de tu pelo" Quizá él no sepa respoder a eso, nuestra primavera ya falleció y el otoño se masturba desnudando árboles.
Aquí no suele salir el sol ya, todos los martes tiene resaca, borracho del licor de las nubes como gominolas de vodka.
Y no sé qué diré cuando llegue a la playa y tú sigas volando más allá del mar, nunca supe nadar.
No recuerdo qué pasó ayer, el viento se lo llevó, cenizas de las cartas que te escribí con miedo a que las leyeras.
Por las noches miro las estrellas y me pregunto en cual estarás durmiendo hoy, si aún estás solo o ya encontraste con quien viajar.
¿Y qué pasará cuando gires en una calle sin salida? No me enseñaste a trepar, quizá siga corriendo hasta alcanzarte de puntillas como si bailara ballet.
Ojalá me despierte y reciba tu carta diciendo que vuelves, que te cansaste de viajar saltando de nube en nube, preguntando al Sol si necesita ayuda para ir hasta un hospital porque le ha dado un coma etílico, contando a la Luna que aquí queremos ver su cara oculta, cuidando las flores de mi melena.

Quizá deba esperar un poco más, mientras tanto correré debajo de ti, esperando a que bajes el vuelo pueda decirte a gritos que aquí te echo mucho de menos.

martes, 23 de septiembre de 2014

Llueve.

Llueve.
Y parece que todas las parejas aprovechan para salir a pasear bajo un mismo paraguas.
No le gustan los paraguas,
siempre acabábamos calados.

Llueve.
Se limpian las calles de vuestros recuerdos,
de las locuras de las fiestas de San Lorenzo.
De cada error.

Dice que la luz de los rayos le hace sentir como en un concierto,
tocando la guitarra con la lluvia de fondo.
Quizá esa canción que tanto me gusta.
O nos.

Aún no recuerdo si fuiste tú
o fui yo quien se mojó primero.
Sólo recuerdo un escalón calado,
con las letras de mi ensayo borradas.

Decidí escribírtelo en el pecho.
Doce meses después siguen ahí,
las palabras intactas.

La lluvia es incapaz de borrarme de ti.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Mamá, lee esto.

Una adolescente más, de una pequeña ciudad, todos nos conocemos.
La gente va cambiando, la gente quiere mostrar al mundo cómo es, y cada persona tiene su estilo propio. Hay gente que no quiere destacar entre las demás, pasar desapercibida.
Hay gente que es seria y viste muy elegante de Lunes a Domingo.

Hay que darse cuenta, que aquí hasta lo que nosotros sabemos, sólo se vive una vez. No tenemos más oportunidades para hacer lo que más nos gusta que unos ochenta años más o menos. No es mucho pero es lo que hay.
Sólo se es adolescente una vez, y tenemos ya la suficiente edad como para marcar nuestro estilo y saber que quien lo va a criticar es quien está cerrado en 'debemos estar todos en el mismo tiesto' o quien sienta envidia de ello.
Debo decirte, mamá, que no existe ningún tiesto, pues cada persona es única, y cada persona tiene una personalidad propia. Si existiera ese tiesto, todos seríamos médicos o abogados, pero les hay artistas, músicos, diseñadores o perroflautas.
Es cierto, hemos nacido en una época distinta, en un ambiente distinto, y no nos gustan las mismas cosas (gracias a dios heredé el gusto de la música de papá, lo siento mamá) y gracias a la educación que me habeis dado (y por leer tantas cosas gracias a que mamá me enseñó lo bien que hacen los libros) he aprendido a ser quien realmente soy, esa tía que va pintando por la calle o lee en un bar.
He de decirte mamá, que el año que viene tendré dieciocho años, que no soy una niña ya, que en nada estaré en la universidad.

Seré adolescente una vez, ya tendré tiempo para vestir de americana y zapatos de tacón un Lunes, que mientras tanto podemos permitirnos teñirnos el pelo de rojo, azul, o violeta. Podemos ir con nuestras creepers o camisetas de grupos, que quien nos criticará serán las monjas o como mucho cuatro envidiosos.

Aunque parezca que no, a vece los padres nos betáis la personalidad de cada uno, e intentais que seamos como vosotros, recordad, se vive una vez, dejadnos ser como somos realmente, dejadnos darnos la hostia a nosotros solos, nunca me pusisteis los brazos cuando me caí de la bicicleta, o de los patines y ¡mira! ya se patinar, pero de todas formas, gracias por ser tan buenos padres.

La pesada de vuestra hija.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

1+1=1

Uno, como cada uno de nosotros dos.
Uno como el tiempo que llevamos juntos.
Uno.
Un año.

Quién lo diría, ¿quién apostaría por ello? Quizá nadie, no se lo esperaban.
Ni tú, ni yo, ni nadie.

Y una vez más suena el redoble de Txus, una vez más la guitarra de Frank en el lado derecho del escenario y un salto más para terminar con fiesta pagana habiendo empezado con A marcha das meigas. Uno.

Y no será el último aniversario, pero sí el primero y uno muy especial, porque no todo el mundo llega al primero. No todos, y qué más dan los demás.

Uno más uno son dos, son uno, son los que queramos que sean.
Porque tú dijiste que tu familia la elegirías tú, y eso hiciste, elegir la familia que querrías formar. Y ahí sigues. Ahí sigues aguantándome cada día, cada minuto cada bronca o lloro, cada risa o despertar tirándote encima de mí.

Repetiría lo mismo de cada mes, todo lo que hemos vivido pero, es más bonito recordarlo juntos que tú leyendo esto al otro lado de una pantalla luminosa.

Y quién sabe dónde estaremos cuando sea el segundo, dos. ¿Dónde? No sé, pero juntos sí.

No todos los días encuentras a esa persona con la que te comunicas con las cejas, o una simple mueca ya habla más que muchas personas. Que con una sonrisa dices todo, o con levantar las cejas.

Un año, el primero de muchos. Pero el primero.

Feliz dieciocho Juan, uno de muchos.

lunes, 15 de septiembre de 2014

El tiempo vuela; tú corres.

Siempre fuiste el más rápido de los dos.
El tiempo volaba y ambos
sólo corríamos.

Te veía desde atrás, mirar
con esos ojos que un día
me dijiste que me querías.

Tengo miedo del día que eches a volar
y en tu despegue todas las cartas
se hagan cenizas 
hasta marchitar las flores que pusiste en mi cabello.

Más veloz que el tiempo, 
romperás la barrera del sonido 
te vere volar a lo alto de las nubes.

Y te seguiré escribiendo cada día.


domingo, 14 de septiembre de 2014

Reflexión de bar.

Días en los que te pones a pensar. Hoy es uno de esos días.

Hoy es uno de esos días en que saco mis zapatos burdeos a lucir los últimos días de verano, y acabar llegando a casa con una reflexión a medio hacer, y quiero completar.

Tras mucho tiempo pensando y viendo a las personas, me he dado cuenta de que en realidad, todas las personas de este mundo somos bisexuales por naturaleza. En el sentido del amor, de lo que es realmente amar. 
Amar es algo tan simple y a la vez complicado y corrupto que a veces mucha gente no es feliz porque no se atreve a buscar el amor de su vida cerrándose en los límites de la sociedad. Me explico.

Para mí, la persona con la que quiero compartir mi vida, con quien quiero ser feliz, no tiene cara ni sexo. Nunca lo tuvo, puedo ser feliz y llegar a querer tanto hasta amar a una mujer tanto como a un hombre. Porque el amor no entiende de sexo ni edad ni religión. 
La sociedad ha desgarrado al amor hasta niveles de decir "Mujeres con hombres, hombres con mujeres" la religión lo ha hecho, la sociedad está bajo la presión de la religión y por lo tanto, lesbianas y gays son "Esas personas que no saben cual es su sitio" y lo más probable, es que ellos son el doble de felices o más que cualquier persona ceñida en que será heterosexual hasta la muerte.

No puedo hablaros de experiencia personal, pues dio la casualidad de que el amor de mi vida es hombre y por tanto no soy lesbiana. Pero dejemos de una vez de jugar al juego del tiesto, en la vida no hay tiestos. Nadie se sale del tiesto, el tiesto es la sociedad y es algo que hay que aprender a machacar y decir "Cada uno es como es, y lo primero es la felicidad" gays, lesbianas, heteros. Tanto unos como otros, somos un saco de huesos idéntico, negros, blancos, amarillos o verdes. Todos somos iguales y a la vez distintos.

Hay que aprender a darse cuenta de lo especial que son las personas cuando son ellas mismas, cada uno es distinto y es la belleza del ser humano. 

jueves, 11 de septiembre de 2014

Cuando no te eche de menos.

Teñiste Venecia del color de tus ojos
y la llevaste hasta tus pupilas.

Me prometiste que un día,
me despertaría allí, víendo San Marcos
Y así lo hiciste.
Desde tus ojos.

Eres esa canción que escuchaba todas las noches,
antes de dormir.
Cada verso que te regalé,
cada sonrisa que me arrancaste.

Puede que hoy te eche de menos,
 y mañana. Y pasado.

Y llegará el día que ya no lo haga.
Que no ocupes ese pequeño lugar
en mis noches.

Llegará el día que no te recuerde.

Porque veré tus pupilas al despertar cada mañana.
Y serás mi beso de buenas noches.

Pero, hoy no es el día.
Quizá mañana.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Fin.

Fin.
Podria empezar por el final, por decir que has acabado
habeis acabado conmigo.

El veneno de tu perfume,
los cuchillos de tus ojos
y las balas de tu sonrisa.

'Demasiado tarde'
Nunca fue pronto, el tiempo volaba, yo sólo corría.
Como un avión y un tren.

No sé quién va a curar las heridas.
Nadie las ve y mientras tanto yo sigo sangrando.
Vomitando tus mariposas
matando tu recuerdo.

El día que deje de escribirte, sabrás que todo ha acabado.
El día que el veneno deje de recorrer mis venas.
El día que decida acabar.

Quizá llegue el día,
que vaya a esa ciudad y no te recuerde.
Sé que eso no ocurrirá

Y voy en siete meses.



jueves, 4 de septiembre de 2014

Volvamos a empezar.

Dueles, hieres, matas. Pero no ves las heridas.
Y sigues.

¿No te enseñaron de pequeño que las heridas van por dentro?
Tengo miedo de desnudarme delante de alguien y vea que tengo el pecho rajado,
por ti.

Tengo el esófago destrozado de vomitar mariposas muertas por las noches.
Y todas tienen tu nombre en sus alas.

'Pasar página' no, esto no se trata de una página, llevo pasando páginas y páginas un mes.
Y creo que el único error aquí, es que hay que cambiar de libro.
Encerrar tu recuerdo en él y guardarlo en el hueco más profundo de mi estantería.

Retratarte como a Dorian Grey y ver cómo envejeces en el cuadro, como si estuvieras conmigo hasta el fin de los días. Hasta que te quemara.

'Píntame como una de tus chicas francesas' yo sólo quise hacer de lienzo tu espalda.
Y no sé cuántas mariconadas más.

El día que desaparezcas lloraré tu ausencia
como el día que te perdí para siempre.

Aún sigo esperando que regreses y volvamos a empezar.
Mátame de nuevo, pero volvamos a empezar.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Aclarando conceptos.

Pudiendo ser todo.
Llegando a ser nada.

Espera, la frase no era así.

Con el corazón en jet lag. Aún no estoy segura en qué zonar horaria estoy.
He confundido Venecia con Helsinki. He confundido el color de ojos y la altura.

Creo que me he confundido de persona, perdona.

Acostumbrada a ser tan bajita que siempre miro lo más arriba que puedo para mirar a los ojos, esta vez sólo tenía que mirar un poquito más arriba, unos diez centímetros.

Se acabará pasando, ocupando un lugar más alejado de mí. En una caja de Pandora, que jamás llegaré a abrir, o quizá sí. Depende de lo que me guste coser los trozos de mi corazón destrozado.

Y dicen que lo bonito es aquello que es distinto a los demás. Cada corazón tiene sus cicatrices en distintos lados, en distintos recuerdos.

La mitad del mío no me pertenece, pero sin saber porqué, no necesito medicación para que mi organismo lo tolere.

Todavía recuerdo aquel día.
Desangrada en el suelo, el corazón lloraba, se había partido a la mitad y no conseguía respirar. Sus lágrimas rojizas estaban manchando el suelo, nadie se paraba a ayudarlo.
Apenas veía pero antes de cerrar los ojos pude ver una sombra acercarse, con la mano en el pecho, no se sostenía muy bien de pie.

Al despertar tenía el corazón completamente nuevo.
Y él con la otra mitad del suyo lo cosió al mío para poder sobrevivir y así hizo para sí.

Y todavía os preguntais, ¿sigues con tu novio?
No sigo. Estoy, vivo, duermo, sueño, lloro, río, paseo, leo, pinto, surfeo, me voy a Santander, a Helsinki, a Venecia, a Roma, al fin del mundo. Con él.

lunes, 1 de septiembre de 2014

No lo olvides.

Quizá Venecia se nos quedó demasiado pequeña.

Y hacer el amor en un hotel de mala muerte, levantarse por la mañana y ver tu camisa desabrochada en el suelo. Taparme con la sábana blanca que cubría tu torso y abrazarte por la espalda para seguir durmiendo.

No han abierto las calles aún.

Y tú, siempre hablándome de esa ciudad, de escapar, de recorrer el mundo, huír.
Salir al balcón con una de tus camisetas y tú en pantalones. Ver las calles estrechas que se cruzan entre si. 
Y es que estás tan guapo en camisa.

Y hacer nacer el amor en cualquier rincón, en cualquier banco. Las góndolas siempre fueron demasiado fúnebres, las teñiste de azul para mí. El cielo perdió su color. Quizá te esté echando demasiado de menos. Y ciudades con encanto que haces ser maravillosas con tu olor.

Mi hogar es donde estén tus brazos. 
Esa sonrisa que aparecía cuando te hacía cosquillas,
te salían arrugas en los ojos.

Y te echo de menos.

trescientos sesenta días.

Nunca será tarde para ti.
Las siete menos veinte, sin gafas
con miles de canciones
a la espalda.

Pararía los trenes solo para esperar a tu llegada,
pero sé que si llegas tarde,
vuelas.
Aún no lo sabía.

Una hora, un zumo,
una terraza cualquiera.
Tenía una hora, nada más.
Nada menos.

Esperaba más sin saberlo,
sabía que no pasaría, sabía que era imposible.
Pasó y lo evité.
Sin querer.

Qué tonta de mí.

¿Quién fue el tonto que dijo que los opuestos se atraen?
¿Quién desconfió de las almas gemelas?

Yo.

En cinco días hace trescientos sesenta y cinco,
sería el día.
En que una estrella nacería en el cielo
con tu nombre grabado.

martes, 26 de agosto de 2014

Decode.

Hay canciones que me recuerdan a aquel tiempo en el que tú eras esa sonrisa entre cristales. El tiempo en que me miraba al espejo y me veía encima de ti, haciendo el imbécil.
Hay canciones que me recuerdan lo especial que son algunas personas, hasta llegar al punto de sentir lo que sentía al escucharla en aquel tiempo.
Y ha pasado mucho, quizá demasiado. Lo suficiente como para olvidar el mínimo sentimiento hacia ti. Pero sigues siendo igual de especial que el primer día. 

Tan especial que aún nos miramos con los mismos ojos, 
pero no somos los mismos.
Tan especial que sigues igual de guapo,
con la camisa desabrochada.

Tan especial

Y te preguntarás, qué canción es. Dejaría de ser tan especial si te lo dijera. 
Han pasado dos años desde que todo comenzó, y se han dado tantos giros que salí mareada de tu noria. 

Y pusimos punto y final.

Aún me hacen reír tus chorradas,
tu risa atontada.

Y cuando te miro, eres el mismo que aquella vez me besó en un banco. 

Hace mucho de eso, parece un siglo. 
Pero quien recogió mis trozos cuando tú te fuiste fue otro. 
Y quien cosió mis rotos con el hilo que le sostenía a él, fue quien se agarró a mi ser.

Decode.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Puedo.

Sé que las noches son más largas desde que tú no estás.
Y sé,
que cada día que pasa una mariposa se suicida
en nuestro nombre.

Sé que puedo olvidar tus palabras,
tu risa en mi nariz
tus labios en mi frente.
Tu mano en mi espalda.

Puedo.

Puedo olvidar el día que te conocí,
Nuestros planes de volar de aquí,
desaparecer.
Huír.

Puedo esperar a que tú regreses,
puedo parar mi mundo para esperarte,
puedo.
Pero hoy no es el día.

Puedo decir al mundo lo mucho que te quise,
las noches que te esperé en la cama.
La ventana abierta,
por si aparecías.

Puedo. Pero no será hoy.

Y te desvaneciste
como el cigarro que nunca llegué a apagar
Esperando tu última calada.

Puedo dejar de escribirte, si supiera quién eres.
Mis mariposas llevan tu nombre,
suicidas.

El día que sepa quién eres, dejaré de escribirte.
Pero hoy no es el día.

Dueles.

Mi preciosa manía de esperarte cuando parabas.
De darte la mano para ir a tu paso.

No puedo hablar de nosotros; en pasado.
Estuviste en mi cabeza, dormías conmigo por las noches.
Pensé que me arropabas al dormir.
Era tu recuerdo.

Bailar en la oscuridad, pensaba que tú me agarrabas la cadera,
me movías al son de aquella canción que tanto nos gustaba.
A los dos.

Me prometiste tu "para siempre" de unos días.
Y te di hasta los segundos de mi insomnio.

Mi oso de peluche llevaba tu nombre y sin saber cómo
tu olor.
Mi lista de canciones favorita
llevaba el nombre de nuestra canción.

No te voy a engañar si te digo que te echo de menos.
No te diré que algún día te olvidé,
que no te lloré cada noche.

Y una mariposa de mi estómago se suicida cada vez que te nombro.

martes, 19 de agosto de 2014

Tu recuerdo en cenizas.

Y no sé a cuántos días de tu corazón estoy y el café es el único que me despierta de estar contigo. Mi realidad comienza cuando mis ojos se cierran, cuando apareces por detrás y me abrazas.

Me prometiste tantas cosas, un futuro incierto el nombre de nuestra primera niña. Que si tus ojos que si mi piel. Que si tu sonrisa o mi arte.
Me dijiste que saldríamos por la noche a mirar las estrellas a dormirme en tu pecho.

Qué ingenua.

Me prometí que cada vez que viera tus ojos apagar iría con un mechero para verlos sonreír. Me prometí arrancarme la sonrisa para regalártela.
Mi error fue confiar en tus labios.

Y llega el invierno, nieva y las parejas se abrazan para darse calor.

Yo tengo mi manta, mis películas y chocolate suficiente para llorar tu asuencia.
Pensé que él era un hombre, por verle llorar. Por secarle las lágrimas con mi camiseta de algodón.
Por besarle para calmar sus ganas de romper con todo, por quererle hasta acabar conmigo.

Rompiste las fotos que me ataban a ti, las quemaste con tus dedos.

Y yo pasé a ser el simple recuerdo del olor de un perfume caro.


domingo, 17 de agosto de 2014

XI.

Y se me hará raro no despertarme con tu sonrisa al lado dándome los buenos días. Ya no será lo mismo, desayunar sin mirar al mar preguntando cada segundo "¿Hay olas ya?"
Se me hará raro no salir después de cenar por ahí, a jugar al trivial o a pasear al faro.

Hay cosas preciosas dentro de esta semana que ya ha acabado.
Aprender a hacer surf, grabar vídeos mientras llovía, hacernos fotos, los besos.

Pero, ¿sabes qué? hoy, desde ahora mismo hacemos once meses.
Y parece ayer cuando te conocí, parece que fue ayer el día del concierto de Mägo de Oz, cuando te tenía delante y me sonabas de algo, no sabía de qué. Parecía ayer el día que comenzó el colegio y me viniste a buscar a pintura porque querías pasarte a saludar, parecía ayer cuando me intentaste besar y yo no me di ni cuenta.
Parecía ayer la primera vez que nos besamos, nuestra primera cerveza juntos o la primera vez que intenté tocar la guitarra.
Hoy hace once meses de aquel "Que te me quedas enana"

Y el mejor regalo que he podido recibir de ti ha sido esta semana, cada segundo. Cada sonrisa y cada despertar a tu lado.

Muchos dicen "Aguanté muchísimo con mi novia/o, un año y medio" No lo entiendo, han pasado once meses y parece ayer cuando te conoci, ha pasado tan rápido, tan bonito todo y ahora sólo nos queda el recuerdo de casi un año maravilloso, un año de tantos.

Y después de todo lo pasado estos últimos meses, después de haber esquivado a quien nos pudo separar, si no lo han logrado ya. ¿Quién lo logrará? Nadie.
Absolutamente nadie.

Sólo decirte, gracias. Millones de gracias. Sé que me quedo corta dándotelas, porque mereces todo y más, porque haces lo imposible por mi, porque a tu lado todo cambia.
Conseguiste cambiarme, conseguiste sacar aquella sonrisa que apenas podía resurgir.

Conseguiste tantas cosas de mi, que deberé pasar la vida entera dándote las gracias. Y con gusto.

Felices once meses, mi vida. Felices once meses Juan.

jueves, 7 de agosto de 2014

Asquerosos recuerdos bonitos.

Tan sólo soy el recuerdo de un olor a perfume caro.

Me levanto por las noches escupiendo mariposas muertas,
enterradas en el jardín con tu nombre.
En los sueños donde tú eras el pincel y yo el lienzo,
donde los colores correspondían con tu iris.

Ahora mi único lienzo sirve para recrear tu recuerdo,
mis pinceles son mis dedos
manchaste mis recuerdos de azul,
parecía la playa.

Y en mi cuaderno sólo aparecen tus versos,
miles de páginas gastadas,
miles de tachones.
Intentando hacerte justicia.

Hoy sólo eres el simple recuerdo,
del perfume que se me quedó en la ropa.
La primera vez que te abracé,
abril.



miércoles, 6 de agosto de 2014

El banco de enfrente.

Y miraba desde la ventana a un chico fumar, mirando las estrellas. Como cada noche.
El chico de la ventana de enfrente, el chico sin nombre. Él no sabía de su existencia, aquel chico de camiseta negra y convers a juego.
Apoyada en la ventana con las luces apagadas, observando cómo miraba su cigarro a medio encender, viendo cómo el humo se escapaba entre la brisa que provocaban las olas.

Quiso retratarle en uno de sus lienzos, mancharlo completamente de negro y dibujar su silueta con el humo desapareciendo entre la oscuridad.
Los pinceles en el moño y las gafas bajo las cejas, un lienzo prácticamente negro, donde se notaba la presencia de su figura.
Quizá se recreara su propia historia cada noche al verle sentado. Imaginando que se conocerían y en un tiempo se sentarían los dos, apoyada en su hombro viendo cómo cae la noche.

Se fue, ni una luz hacia el mar, sólo la lejana y parpadeante luz del faro. Hora de irse a dormir.

Corrió la cortina y fue a la otra, vio que la luz de la habitación de enfrente se encendía. Él. Su rostro en el cristal, se hizo la loca, empezó a mirar el móvil nerviosa y miró al cristal. La luz ya estaba apagada.

<Eres idiota, tía>

Y quizá, el mayor contacto que tendría con sus ojos sería imaginárselos en sus sueños, como cada noche. Y quizá, llegaría el día en que destino jugara sus cartas y los cruzara.

O simplemente aparecer una noche en aquel banco de enfrente de sus casas.

Tal vez no nos hayamos dado cuenta, tal vez seamos ciegos y no sepamos que, destino tiene nuestro nombre y apellidos.

martes, 5 de agosto de 2014

Entre paréntesis.

Y entre paréntesis te diré, que aun estando a horas de mi puedo seguir notando tu olor. Aún recuerdo la primera vez que te abracé y al volver a casa, al desnudarme noté cómo tu olor se había impregnado en mi ropa.
Recuerdo la primera vez que me besaste, me eché a reír. Sé que te acuerdas.
Ahora, cansada de añorar tus labios, el chocolate no satisface tal placer ni el pintar recordando la primera vez que me agarraste la mano.
Tan lejos y a la vez tan cerca de ti, me encanta mirar tu foto y ver lo guapo que sales.
Y es mirar el color de tus ojos y ver el mar tras ellos, tan transparente y sumergible en él.

Y entre paréntesis te diré, que aunque te fuiste y dejaste todo desordenado. Tu desorden me gusta, y echo de menos el caos que provocabas cuando te veía aparecer.
Aún tengo trozos del recuerdo de tu olor pegados en la pared.
Llegarán las cuatro de la mañana y seguiré haciendo el repaso de cada noche desde que te conocí hasta hoy, recordando cada lugar donde nos besamos y todas aquellas historias de marcharnos del país, huír a Venecia y vivir allí con un nombre falso.

Y cuando vuelva, Venecia no será tan bonita como tú y yo la imaginábamos. Haciendo el amor en un hotel de mala muerte, haciéndonos fotos en San Marcos o paseando en Góndola.
No sonará nuestra canción mientras camine por las estrechas calles, y tampoco me besarás en uno de los embarcaderos.

Apaga la luz, no quiero ver este desorden.




lunes, 4 de agosto de 2014

Otro más para ti.

Mis manos aún llenas del recuerdo de tu colonia,
mi sonrisa aún recuerda tus ojos brillantes.
Se acabó la actuación
ya nos quitamos el maquillaje.

Se cerró el telón y tu personaje se desvaneció,
"bien hecho, ha quedado realmente perfecto"
y el beso de la escena final,
se quedó entre el polvo del escenario.

Un peón más del ajedrez,
blanco o negro.
Los primeros que se eliminan,
los menos importantes del juego.

Y poco a poco el invierno llega.
Cerré las puertas y apagué la luz.
No quiero ver la sangre que dejaste,
ni las lágrimas suicidas que caen en mi puerta.

domingo, 3 de agosto de 2014

Despedida.

Has desaparecido, y con él mi recuerdo
del perfume que utilicé la última vez que te vi.
Es mejor así,  cierra la puerta al salir.
No quiero ver como te esfumas.

Pasar página sin dejar la hoja doblada,
terminar el capítulo y dejar encerrado tu recuerdo.
Guardarte bajo llave y tirarla al Cantábrico,
dejarte anclado al fondo del mar.

Mi piel aún sangra por dentro,
las heridas no cicatrizan
y sigo vomitando tus mariposas,
en mi estómago.

Y sé, que el cariño es un caos,
que no hay buenos ni malos en la historia,
solo corazones rotos y lágrimas de almohada.
Tu lejanía y tu despedida.

Ya te dije adiós y apagué la luz,
no la enciendas, no quiero quemarme la vista.
El olvido a veces es bonito, vuelves a recordar.
La maravillosa persona que tienes a tu lado.

Vuelves a sonreír a los ojos brillantes,
de la persona que más te quiso,
y te quiere en plena oscuridad,
encerrada en tu habitación.

jueves, 31 de julio de 2014

Como cada noche.

Tu cigarro en la mano derecha, el humo se esfuma entre la noche y quiere llegar a lo más alto de las estrellas. Sentado, como siempre en un banco donde se ve el mar alumbrado por el pequeño faro, los cascos al cuello y su reproductor encendido, se oye una canción conocida de metal. Tu camiseta  y sus convers negras, tu cabello negro y tus ojos marrones.
Incapaz aún de poder meterme en tu mente y ver a través de ella como si fuera un mar cristalino. Tu mente repleta de humo y paredes negras.
Te miro desde la ventana de mi habitación, como cada noche. Comienzan las frías noches de Agosto y tu sigues saliendo en manga corta, desde Mayo.
Y aún no sé quien eres, ni como te llamas. No sé tu edad ni tu color favorito. Pero me gusta mirarte desde mi ventana cada noche que sales a fumar.
Sé que nuestras habitaciones se ven entre sí, pero tus cortinas siempre están cerradas y mi otra ventana da a tu escondite nocturno. Comienzo a fantasear con tu sonrisa en mi almohada, tus convers en mi alfombra y tus manos en mi espalda.
Sigo sumergida en mi mente y tú te levantas, apagas el cigarro y una ola de aire te levanta el costado de tu camiseta, tienes tatuado algo.
Utilizaron de lienzo tu piel, pero no unos dedos para pintar. Agujas.
Cierro la ventana y bajo la persiana, quizá sea hora ya de dormir una noche más soñando con el día que tus ojos e claven en mi rostro. Camino para bajar la otra persiana y una luz se enciende en la habitación de la casa de al lado, puedo ver tus ojos brillando a través del cristal, me hago la distraida y mis mejillas se enrojecen.
Me miras, sonríes y saludas como si me conocieras.
Sonrío y me tiembla la pierna izquierda, apagas la luz. Son las doce y media, quizá sea hora de dormir.

Una noche más que te miro desde mi ventana fumar.

martes, 29 de julio de 2014

Demasiado que decir.

Demasiado tarde para pedirte perdón. Y quizá demasiado tarde para decirte tantas cosas.
El cariño es algo tan bonito cuando es recíproco, cuando se demuestra al coger de la mano o un beso en la frente.
Podría decir tantas cosas, no sabría por donde empezar. Sé que ni leerás esto.
Demasiado cariño, quizá demasiado.

He discutido con tantas personas, la he cagado tantas veces; pero nunca ha dolido tanto.
Y sé que fue tu "Punto y final" lo sé. Hay demasiadas cosas que quiero desahogar pero no sé cómo escribirlo, no sé ni cómo escribir esto.

Por favor, abril vuelve.

Quizá sea hora de volver a ser como antes, y volver a cerrar cada ventana por dentro, cerrar con llave y no volver a salir. Vuelve el invierno, y hace frío.

jueves, 24 de julio de 2014

A oscuras.

Cierra la puerta antes de salir, no quiero ver cómo te esfumas.

No quiero oler el rastro de colonia que dejaste en mis manos la última vez que nos vimos, ni quiero que al desnudarme tu fragancia recorra mi nariz y tu recuerdo mi cabeza. No quiero ver ni un poema más que lleve tu nombre, sólo quiero esparcir nuestras cenizas en cualquier esquina del Cantábrico. 

Capaz de escribir un adiós en tu espalda sin romper a llorar. Capaz de echar agua sobre la tinta de mis versos, de romper la última carta que te escribí.

Olvidar, cada respiro que di frente a tu nariz,
cada sonrisa cuando te hacía cosquillas.
Dejar volar las cenizas,
las noches sin dormir.

Creo que es hora de pasar de capítulo y con él tu personaje. 
Los buenos libros se releen. Recordando lo recordado, recordando el recuerdo de ti. 

Cierra la puerta antes de salir, no quiero ver como te esfumas, de mi. Has dejado la habitación a oscuras y tengo miedo a la oscuridad, eras mi última vela. 
Dormir y esperar a que salga el sol, él nunca falla.

miércoles, 23 de julio de 2014

¿Quién y quién no es artista?

Me parece una falta de educación autollamarse "artista" si no sabes qué implica la palabra.
Tal vez me equivoque (si es así, soy todo oídos, podéis dejar vuestro comentario abajo) pero para mi, el arte es mucho más que ser músico, pintor, escultor, dramaturgo, fotógrafo etc. es simplemente entender y vivir la frase "Por amor al arte" que viene a ser, hacer las cosas por gusto y no por dinero.
No hay nada más bonito que estar en un bar y te ofrezcan sentarte en un piano que hay y que puedas tocar, yo lo he hecho, me sentí feliz, más que feliz. Y al terminar de tocar, no pedir nada a cambio, ser feliz con la sonrisa de quien te ha escuchado o los aplausos.
Por amor al arte es que te pidan un dibujo como favor y tú lo regales, hacer un cuadro a un amigo y regalárselo, estar encantado de hacerlo. ¿Por qué? Porque te gusta hacerlo.

El veintiuno de junio es el día de la música y mucha pena me dio no poder salir a tocar (mi piano no es que digamos muy portátil) es un día en que todo el mundo puede salir a tocar a la calle, nadie y pongo la mano en el fuego, nadie pidió nada a cambio, sin embargo se lo dieron. Gente que apreciaba lo que hacían.
Se montaban escenarios para que grupos pudieran tocar, sentir la música en cada rincón de nuestra ciudad. Nadie cobraba por ello.

Llevo doce años empleados en la música, tengo casi diecisiete, toda mi vida dedicada a la música y he empleado cantidades abismales de dinero y sin embargo no he recibido casi nada material por ello. Y digo material porque cada vez que toco delante de un público, cada vez que me dicen "Oye Celia ¿puedes tocar esa canción que tanto nos gusta?" "Qué paz me transmites cuando tocas Celia, qué serenidad, escucho tus canciones cuando me ducho" se me llena el cuerpo de felicidad.
Para mí, eso es ser un buen músico y un artista. (Se aceptan más sugerencias)

Y finalmente, alguien que no siente la música correr por sus venas, alguien que intenta sólo tener fama, seguidores y fans mojabragas, alguien que sólo quiere dinero por ello. Jamás sabrá lo que es estar lleno de felicidad al tocar delante de cuanto, ¿cinco personas? ¿diez, las que haya en el bar?
Tengo un amigo que hace conciertos, y no podéis imaginar la cara de felicidad que tiene cuando toca en ellos.

Y con esto sólo quiero decir, que aprendamos a distinguir entre músico y artista. Y que las apariencias engañan.

Nota: Esto no lo he "escrito sola" se debe a un bonito debate que he tenido con mis amigos los artistas, unos buenos amigos que podría pasar horas y horas hablando con ellos de música, de lo bonito que es (como dijo Dean en un tweet) pasarse horas y horas tocando la guitarra.

martes, 22 de julio de 2014

Tocados y hundidos.

Qué triste es, que una persona a sus diecisiete/dieciocho años a punto de tener que elegir la carrera con la que se ganará la vida, no pueda hacer lo que le gusta porque morirá de hambre.
Qué triste es, que quieran quitar como "título universitario" toda la rama artística. 

De verdad, ¿creéis que la vida sería igual si desapareciera cada aportación artística a vuestra vida? Quizá no os deis cuenta, pero está presente en cada rincón. ¿Qué sería de la vida sin Freddie Mercury, Mozart, Van Gogh, o incluso los Backstreet boys? ¿Qué serían de vuestras noches de verano sin ver  Aquí no hay quien viva, qué sería de los músicos si no tuvieramos a quién ir a ver a los auditorios? No seríamos músicos ya, si desapareciera por completo el arte. 
¿A qué nos dedicaríamos en nuestro tiempo libre? ¿Ver la televisión? Sólo habría informativos, muertes y asesinatos. Se acabarían las series, habría tertulias que a nadie le interesan salvo a las mujeres mayores mientras hacen ganchillo. Oh espera, ¿consideráis el ganchillo arte? 
Esto me lleva a preguntarme, ¿qué es el arte? Una definición muy abstracta, es una de esas pocas palabras que no podemos definir a ciencia cierta, como el amor o el odio. 
Para mí, en mi caso, el arte es todo aquello que se hace para trasmitir un sentimiento. Pintar para uno mismo, para desahogar un sentimiento que no puedes hablar, tocar el piano u otro instrumento, la melodía que te hace recordar a alguien, pero lo más importante: Que te guste. 
El arte se hace, como siempre se ha dicho "por amor al arte" por gusto.

¿Qué sería de nuestra historia sin el arte? ¿Cómo recordaríamos lo vivido sin fotografías, sin cuadros, sin esa canción que sonaba en un bar mientras teníamos nuestra primera cita? 
¿Qué haríais mientras coméis? ¿Ver el telediario? 

Quizá no os deis cuenta, que hoy en día lo más importante es el ser artista, aunque no lo veamos. 
Han sustituido nuestras manos por las máquinas, nuestra vista y nuestro pulso. Pero algo que jamás una máquina pueda hacer es crear. 
Sí, un pintor puede retratar un paisaje, y también se creará una máquina que coja pinceles y haga los trazos precisos. Pero una máquina jamás será capaz de crear un Dalí, nunca podrá imaginar unos relojes fundidos. Jamás una máquina podrá componer una obra como lo hizo Beethoven, en su sordera apunto de querer suicidarse, enfadado con el mundo por su discapacidad, y de ese sentimiento crear la Sonata XIV. Una máquina sólo podrá poner los sonidos ordenados aleatoriamente, y sí, tal vez será bonito lo que componga, pero jamás será creado con un sentimiento. 
¿Cómo construir una casa sin una idea creativa? ¿Cómo construir un castillo sin un alocado que quiso poner los torreones tan altos?
Darse cuenta que el arte es belleza, que lo bonito surge de nuestra mente. No de lo objetivo.
Darse cuenta de lo bonito que es sentarse a leer un libro, escuchar música o asistir a un concierto. Sentir la piel de gallina mientras las ondas de un piano retumban en tus brazos. No es frío, es música.
Ver todo el trabajo que le llevó a Miguel Ángel crear la Capilla Sixtina. 

No poder sentarse a ver tu serie favorita, no tener un reproductor donde escuchar música cuando sales. No tener museos donde recordar la historia de tu país, que no existan las fotografías para cuando seas mayor enseñar a tus nietos lo feliz que eras y contar esas viejas historias. 
No asistir al teatro a ver la representación de "Los miserables" no ir al cine a ver la saga de Harry Potter, no poder porque no existirá, porque acabaréis con ello.

¿No os dais cuenta? ¿Realmente hay alguien que quiera eso? 
Quitar el arte como título universitario, quitar la enseñanza musical de los colegios. 
¿No será que simplemente está mal planteada esa asignatura? Pretendéis llevarnos al siglo en que Kant vivía.  Pero os está fallando algo, en cuanto se enciende una chispa, el fuego comienza a arder. 

Los artistas no seremos los que nos quedaremos en casa esperando a la próxima luna, o que el dinero nos caiga del cielo (o de los árboles como en Animal Crossing) 
A quienes llamáis perroflautas, a quienes decís que salen en las manifestaciones, muchos de ellos son artistas sin dinero porque no son valorados. Y tiene mucho más mérito alguien que es creativo y lo saca todo de su cabeza, que un médico que se ha pasado horas estudiando mil libros. 

Menos corrupción y más arte, menos teoría y más cultura. 

domingo, 20 de julio de 2014

Despertar del sueño.

Eres el momento en que una guitarra eléctrica rompe una balada, el momento en que rompes a llorar. Todas y cada una de esas canciones que un día me dijiste que te gustaban.
Como las intro a piano, como cuando me meto en mi habitación y tocar sin que nadie me oiga; para mí.
Eres todos y cada uno de los chicos que aparecen en mi serie favorita: altos, bajos, rubios o morenos. Todos tienen tus ojos.

Me gustaría decirte que te escribo esto desde el piano, componiéndote una canción para tu despedida, para tocar mientras tu silueta desaparece entre las olas del adiós. Esto parece una balada de Mägo de Oz.
Las heridas las curará el mar con su sal; arde.

Serás un simple recuerdo que guardaré entre lágrimas en mi diario. Serás cada verso de los poemas que te escribí y tantas veces quise quemar y yo para ti seré el recuerdo del olor de mi perfume.

Quizá la respuesta no seas tú, quizá sea "sin tí"

Podría escribir mil y un versos más para intentar desahogar tanta mierda en papel, pero a nadie le interesan las historias de amor que terminan; hay demasiadas.

miércoles, 16 de julio de 2014

Tras la tormenta siempre llega la calma.

Fuiste tan tormenta, y me gustan tanto que olvidé que los rayos son peligrosos. Me envolviste en tu lluvia y acabé empapada de tu olor. Sabías lo mucho que me gustaba y dejé que destrozaras e inundaras todo a mi alrededor.

Es peligroso salir de casa en días de tormenta.

Tras la tormenta llega la calma, y ella rodeada de sol y brisa. Reposada y seria, dejándome leer mientras fuera llueve. Me abraza tapándome como una manta, da calor.
Olvidé lo que era reavivar el fuego a su máximo potencial. Me acabó gustando.

Y no hay nada más peligroso que salir de casa cuando hay tormenta, puede acabar gustándote y salir mal parada. Ahogada.

Fuiste tan tormenta que quise ser cada rayo que salía cuando frotabas tus manos, quise ser el golpear de las palmas para crear los truenos. Quise fundirme en ti.

Recordé, que quien me arropaba por las noches, quien me daba el beso de buenos días, quien podía entrar en casa sin mojarla, sin crear cortocircuitos, quien podía dormir abrazado a mi. La calma, la tranquilidad.
Recordé que eres tú quien me dijo un te quiero sincero, de corazón. No como los que vuelan entre el viento, escondidos y se dejan caer a los pies de la gente pensando que alguien se lo dice de corazón y no es cierto.
Me tumbé en la cama y me dejé arropar por tu calor, viendo cómo la tormenta se alejaba de mi ventana yendo a otro balcón.


viernes, 11 de julio de 2014

1+1

Uno y uno son diez meses desde que te conocí. Recuerdo que no recordaba tu nombre, sólo que me resultabas terriblemente familiar, ahora sé porqué.

Quizá de otra vida.

¿Recuerdas el día que me enseñaste tu bar favorito? Yo iba con un vestido negro y tacones. Tú tenías el pelo largo y de negro, como siempre. Bebí de tu cerveza.
Fue algo muy importante para mí, que me lo enseñaras. Hoy en día el dueño nos conoce y a mí me da piruletas mientras tú bebes cerveza y yo acabo robándotela.
Gracias a ese bar, he aprendido a jugar al billar. He aprendido canciones de ska que antes no sabía qué era, he aprendido que jugando a la Irlandesa todo sale mejor.

Todavía recuerdo el día que me enseñaste la cerveza de frambuesa. Yo apenas había bebido cerveza en mi vida, es más, papá nunca me había ofrecido (hasta estos tiempos)
Era un bar oscuro, bastante bonito y la verdad, le había visto en algún sueño del cual más tarde intenté escribir una historia. Era algo distinto.
La cerveza me encantó y acabamos yendo muchas veces a ese bar, ponían muy buena música, incluso un día me emocioné escuchando mi grupo favorito, no quise salir del bar hasta que sonara la canción, sí. ¿Recuerdas cual? Con la que comenzó todo, con la primera entrada que te escribí, sé que la recuerdas.

De ti aprendí que los libros pequeños son mejores, de ti aprendí que siempre es mejor llevar un libro, por si acaso, que lo más bonito es la filosofía, que lo más bonito de la vida es saber pensar por sí mismo. Sapere aude! como diría Kant. He aprendido quién vale la pena y quién no. Gracias a ti.

Cómo olvidar nuestras primeras vacaciones juntos, fue el mejor fin de semana de mucho tiempo. De mi vida.
El lugar que más he frecuentado desde que nací, el lugar más bonito del mundo, la playa en la que me deslomé las rodillas y la primera playa que pisé en mi vida.
Me llevaste a Santander, con toda tu familia, un fin de semana completo. Allí aprendí que lo más bonito es la familia, que tener primos es lo mejor del mundo (tuve diez primos incluyéndote, durante tres días)
Pude ver lo bonitos que son los despertares a besos, lo bonito que es ver cómo el sol entra en mi ventana y tú estás al otro lado de la cama, dándome los buenos días.
Allí aprendí a pelar patatas sin cortarme, aprendí que los huevos fritos le salen mejor a Carmen. Aprendí muchas cosas de cada uno de ellos
Fue la primera vez que me puse un neopreno para bajar al mar, el mar que tenía a dos metros según miraba desde la ventana del salón. Salté olas tapándote los ojos, y tu tío nos hizo la foto más preciosa del mundo, la foto que sé que estará en nuestra casa, en grande impresa algún día.
También aprendí, que los familiares pueden ser tus amigos, incluso tus mejores amigos.

De ti he aprendido muchas cosas, he aprendido a tocar la guitarra, a distinguir unos buenos cascos de unos malos, qué es un trilite, he podido ver una saga de gore sin vomitar. He aprendido que la púa de una guitarra se pone en perpendicular a las cuerdas, he aprendido a disfrutar de la música.
He aprendido que todo va poco a poco y que tarde o temprano llega.
Sobre todo, he aprendido qué es el amor, porque ahora puedo decir que jamás lo había sentido y ahora sí. Haberse enamorado, y que sea correspondido es lo más bonito que me ha pasado en la vida.
Me has enseñado mil y una cosas y lo más bonito, me has regalado una vida junto a ti, una vida llena de amor y aventuras que sé que se cumplirán, y ¡mira! poco a poco van llegando.

Y qué decirte, que mañana nos vamos a Madrid, que me has invitado a ver a mi compositor favorito, por regalo de los diez meses, qué decirte. Que tengo al mejor, ¿y qué si no eres el más alto? ¿Ni el más gracioso? Eres la persona de la que me he enamorado, y como un día leí en mi libro de filosofía, no se puede dejar de amar.


miércoles, 9 de julio de 2014

Nada.

He manchado mi mesa de carboncillo,
de lápiz y creta negra.
He hanchado un papel con sombras
y quedó bonito.

Son las doce y media de la noche 
y aún sigo recordando aquel día
en que tus cejas se arqueaban,
el día que comenzaba la cuenta atrás.

Me he manchado de óleo y ya se quiebra,
nada es para siempre.
Todo acaba rompiéndose en pedazos,
nadie dijo que tú entraras en ese todo.

Materia y antimateria, blanco y negro.
Capaz de hacer olvidar el mínimo problema,
y ya tal vez, sé cómo llamarte.
Nada.

Porque nada es para siempre, 
porque estás fuera de lo normal,
tú y tus cejas, tú y tu sensualidad al tocar la guitarra,
tu seriedad al besar y tu sonrisa en la cámara.

Tu felicidad al saludarme, tu sonrisa al ganarme al billar,
tú, tus virtudes, tus defectos, llámalo características.
Tú y tu seriedad cuando se apagan las luces,
Nada.

Es la una menos cuarto de la mañana, y mi cama está fría.

jueves, 3 de julio de 2014

Llantos de Luna.

Los pájaros ya no cantan al amanecer, han perdido su color. Intenté enjaular el viento para preguntarle cómo vive estando solo, haciendo caer las hojas de los árboles, levantando las faldas y estropeando los besos. Pero el viento no se puede enjaular.
Quise preguntarle qué era la libertad, el poder recorrer hasta la mínima separación de los poros de dos personas que están haciendo el amor. Pero nadie me respondió; silvidos.
Amanece gris y anochece negro, no deja de llover. La melancolía es arrastrada por las calles entristecidas. Aún puedo ver los escombros de los destrozos que el amor ha ocasionado, sangrando por las alcantarillas del puente mayor. Sangre, de color rojo. Un color precioso para tanto dolor.
Llevo cachuscas encharcadas de litros y litros de recuerdos, salpicando las farolas al caminar.
Paro en seco, puedo reconocer los escombros de una carta, una carta que jamás te escribí. La llevaba planeando semanas pero jamás me atreví a decírtelo. A decirte que el juego había terminado, para ambos.
El mundo quiere volver a limpiar las calles de nuestras miserias, de nuestros errores, de nuestras caidas y dejar que brille el Sol, secando las lágrimas que derramamos cuando vimos caer las cajas de recuerdos al suelo.
Hoy los pájaros se han dormido, el Sol está de resaca y la luna deprimida porque el Sol anoche se fue de putas con las estrellas. ¿Qué tendrán de especial que no la luna? Ella tiene su lado oscuro, su parte misteriosa, pero es capaz de brillar si el Sol le apunta, si se fija en ella. Las estrellas siempre van en grupo, brillan. Pero no son para siempre.
Hemos enfermado, tanto que no sabemos qué es el amor. Intentamos buscarle una definición. Metáforas, retóricas, intentamos hacer un Lorca de cuatro letras.
Sin darnos cuenta, que el amor no es una ciudad. No es una persona, el amor no es nada. El amor es _____

Como un verso libre, sin casar. No me gusta hablar de amor, porque quizá no sepa lo que es. Porque no viene, porque no se estampa contra tu cara.
Lo creas tú.

Hoy los pájaros no quieren cantar, hoy el mar está enfadado, las sirenas prefieren los pescadores antes que sus saladas aguas. Se siente solo.
Quizá la soledad no sea mala, quizá deba preguntarle al viento cómo se siente.

Hoy quería decirte que, fin del juego. Que aquí todos hemos perdido, quizá en otra vida.
Pero recuerda que una vez te dije algo que espero que se quedara grabado en ti. Por muy hondo que esté.

Quizá mañana los pájaros canten en mi despertar, quizá mañana el Sol recapacite y comprenda que a quien debe su luz es a la Luna, esperando cada noche que la arrope.

Quizá mañana salga a patinar y vea que han limpiado las calles de mis lágrimas.


martes, 1 de julio de 2014

Recuerdos.

Hoy es uno de esos días que me recuerdan las tardes en el sillón mirando cómo llovía através de una gran cristalera. Leyendo qué se yo qué libro. Hoy es uno de esos días grises, fríos que a veces se escapan del otoño, confundidos llegan aquí. A mi me gustan.
Hoy es uno de esos días que me quedo en casa dibujando horas mientras escucho Ludovico Einaudi, de esos que acabo leyendo poesías de Marwan o buscando qué carrera me vendrá mejor estudiar.

Me recuerdan las historias que he escrito de Santander, lo que me recuerda que una de ellas se cumplió, algo que me asusta bastante la verdad, a la vez que me encanta, qué sé yo si se volverá a repetir. (Espero que sí)
Fue uno de los mejores fines de semana que he tenido en mi vida, algo incomparable, incluso mejor que las fiestas de Olmos en las que nos quedábamos a dormir y contábamos todos los cotilleos del año, incluso mejor que eso.
Mejor que pasar una noche con tus amigas, mejor que ir a un concierto.

Podría contar mil y una cosas de aquel fin de semana, pero mejor volverlo a vivir y ya contarlo cuando seamos mayores mientras abrimos un álbum de fotos tomando algo.

Creo que hoy será uno de esos días que comenzaré una historia que terminaré a finales de verano o quizá no, quizá sea la historia definitiva. Quién sabe.

jueves, 26 de junio de 2014

Calorífico.

Llueve, las carreteras resbalan, la piscina vacía.
Llueve y mis zapatillas se encharcan de agua.
Caminan rápido buscando dónde refugiarse,
en qué poro de ti se esconderán.
Eres una montaña rusa con niveles bajo el mar.
Subidón de adrenalina, endorfinas.
Las calles están vacías y el día se hace nuestro,
te ríes.
Aún no entiendo porqué me besas, pero me gusta.
Me agarras de la espalda y del carrillo, del pelo.
Sonríes.
Te miro pensando cómo hemos llegado hasta aquí,
parece que me lees la mente.
Máximo absoluto.
Se desmadra todo, se pierde noción del tiempo,
sensación de atemporalidad, sólo se mueve tu cadera.
Me besas, me dejas sin saliva.
Tu piel es como un piano, se activa al rozarlo.
Nos hemos vuelto locos, el tiempo se ha detenido,
la lluvia cesa, el día es gris y el ambiente al rojo vivo.
Ardes, podrías quemar cosas con tus dedos.
Burlar toda ley que prohíbe la atemporalidad.
Olvidar cada momento, olvidar todo.
Reír tras cada beso, cada caricia y reír de burla.
Juventud, el tesoro y la coartada que nos cubre.
A los dos.

Invierno a treinta grados.

lunes, 16 de junio de 2014

CGA.

Ser quien realmente soy desde hoy mismo.

Me he dicho tantas veces esta frase, cada día. Cada vez que he acabado llorando tirada en la cama, me lo he propuesto. Y nunca llega el día, acabo cayendo otra vez en el mismo círculo, tapando quién soy e intentando encajar en algún lado.
Adoro estar sola, sin nadie. Solo para mi. Me encanta comer sola, como lo que quiero y cuando quiero. Tirada en el sofá o en la cama, vestida o desnuda. Puedo pasearme por casa cantando I don't wanna miss a thing sin que nadie me mande callar. Puedo tocar el piano, las obras que más me gustan o incluso aporrear la guitarra mientras canto las canciones de uno de mis grupos favoritos. Puedo hacer lo que quiera, enjaulada en las cuatro paredes de este manicomio. 
Me encanta andar sola por la calle, evadirme del exterior e ir escuchando música, lo más alto que pueda e ir andando al ritmo de la batería.
Estar con demasiada gente me agobia, gente que no conozco que van a lo mismo. No me gustan los sábados por la noche, me gusta tirarme en el sofá con mi manta y ver una película. Y sí, me encantan las películas románticas como Titanic y El diario de Noa, por muy fría que sea también sé llorar, y se me da genial. 
Salir a leer a una plaza del centro, apoyarme en la catedral sentada en el suelo y ver cómo gente pasa, gente que jamás volveré a ver. Personas que serán caminantes en mis sueños o tal vez protagonistas. 

Uno de mis mayores defectos tal vez sea la multitud de manías que tengo. Manías como que nadie puede tocar mi piano, nadie que no sea yo o tenga mi permiso para tocar CUIDADOSAMENTE mi piano. Que nadie toque, huela, esnife, mire mis pinturas, mis óleos, mis difuminos ni si quiera la espátula con que limpio los montoncitos de óleo que sobran. Manías como que nadie me hable mientras pinto o leer boca arriba. Cómo debo sentarme al piano, en qué posición o de qué lado pongo los tenedores en la mesa. Mi manía de mirar mal a la gente que no conozco, los chicos que ligan por ligar, los que beben por emborracharse sin sentido, siento miraros mal, pero es lo que hay. Y sobre todo, mi mayor manía, la peor, hacer fotos a todas las cosas importantes que pasan, las excursiones, hacernos fotos a todo, en todo y con todo, para cuando seamos mayores poder abrir un álbum (vete tú a saber si será álbum, ordenador o qué se yo) y ver las fotos de cuando éramos jóvenes y contar viejas historias a nuestros nietos en Navidad. 

Siempre me han dicho que qué hago en ciencias siendo una chica tan dada a las bellas artes, que pinta como pinta, toca el piano, ama la música y escribir, qué hace aquí una chica de bellas artes ¡En ciencias! Siempre me haré esa pregunta.
Quizá otro de los defectos más grandes que tengo es la cantidad de cosas que odio. 
La indecisión para hacer ciertas cosas, que la carne esté pasada o en su punto, que las cosas lleven poca sal o que me vengan con las de "no comas esto que engorda" los chicos que te vienen de Don Juan y son un mierdas, las chicas que dejan el sector femenino por los suelos gritando a los cuatro vientos la cantidad de penes que han comido en un periodo X de tiempo. Las discotecas llenas de gente, el agua del mar caliente y la arena. Los libros que hablen de sexo y las discusiones por bobadas (siempre las causo yo) 
Los subtítulos que van desacorde a cuando hablan. Los malos directos de un grupo, las peleas por fútbol y sobre todo que te digan "te quiero" y no lo sientan. 
Preferiría que no me lo dijeran, me siento mejor. 

Pero todo odio y toda manía se compensa con algo bonito, con lo que nos gusta lo que nos hace feliz.
Pintar cuando llueve, oír cómo chocan las gotas contra el cristal y van deslizándose. Mancharme las manos de óleo y pintar con los dedos. Hacerme fotos y guardarlas en un álbum donde cada año se ve el cambio que experimento físicamente, las películas de conspiración como El código Da Vinci.
La pasta italiana, la pizza. Las camisetas, sudaderas y playeras masculinas. El pelo rapado por los lados y largo por arriba en los hombres, la barba como Perttu Kivilaakso, las motos y el voley.
Leer mientras llueve, cantar bajo la lluvia, el olor a hierba mojada, las tormentas de verano. Los besos bajo el agua y saltar las olas del mar, intentar surfearlas sin tabla, las aguadillas. 
Las noches en Olmos contando nuestra vida, las noches de "los de siempre" allí.la cerveza y Santander.
Las buenas personas, los buenos amigos, las sonrisas y los ojos azules. 
Tocar el piano a las tantas de la noche con un café en el extremo. Las charlas de mejores amigos. 

Que sí, que tal vez sea hoy el día que decida ser quien soy y no quien debería ser.



domingo, 15 de junio de 2014

Butterfly

Se ha ido de las manos, se ha ido directo al corazón.
Se ha clavado y está desgarrándolo, poco a poco. Muere.
No debería estar pasando y sin embargo
en ocasiones tiemblo.

Entraste lo descolocaste todo y no sé si te vas,
o te quedas a mi lado.
Aún estoy escupiendo las mariposas muertas,
vomitando.

Aún sigo escuchando la misma canción,
habla de un carnaval.
Mi habitación está oscura y llena de sangre.
se me ha desgarrado el esófago.

Las ventanas están tintadas de negro,
no sé qué día es ni si es de noche.
Para mi es invierno y para ti verano,
para mi es anochecer perpetuo.

Y me da igual si es domingo o lunes, de día o de noche.
Que mi cabeza no se concentra en un libro,
no quiero pintar.
Quiero utilizar de lienzo tu espalda, mancharla con mis dedos.

Y nada es para siempre.
ni la felicidad, ni el placer.
sólo el amor.
Nada.

Me preocupa que pase el tiempo, y nada sea amor.
Que siga vomitando mariposas,
matándolas con ácido y sigan naciendo.
Y sea un no parar.

Ser asesina de mis propios sentimientos,
acabar entre rejas llorando,
cada noche pensando en cómo comenzó todo
y el probar una droga que acabaría conmigo.

Aquí y ahora.
Hoy y mañana
en España o en Venezia.
Vivo o muerto.

No sé cómo llamarte, no me atrevo a pronunciarte.
Intentar sobrevivir a un huracán de amor-odio.
Estás acabando conmigo,
sin embargo me gusta.

viernes, 13 de junio de 2014

Es de noche y no puedo dormir.

Vuelve de nuevo, hacía mucho que no volvía a ocurrir. La sensación de tristeza y cansancio, el preocuparse por las contestaciones ajenas, duele.
Notar el hachazo en lo más profundo del pecho, sin embargo tal vez no fue tan fuerte. Sólo es la impresión de ver la sangre derramar como lágrimas por el rostro.
Y sé que volverán las noches sin dormir mirando una foto, recordando momentos bonitos, recordando todo y escribiendo, intentando mantener la mente despejada y fría. Y quizá quien mucho sonríe, más sufre. Y quizá sólo sean las hormonas, descompensadas. Sólo sé que duele.

Y llega la primera noche en mucho que pasarán las horas y mi sueño no aparecerá, pasarán las horas y la almohada se irá mojando de lágrimas. Y aún no sé la razón concreta.
Y tengo miedo, a que todo vuelva a cambiar otra vez. Fría como el hielo, con tormentas con lluvia y ojeras.
La que jamás sonreía, la que nunca se alegraba, tengo miedo a volver.

Se acaba la noche, día perpetuo.
Se acaba el año, comienzan las noches interminables.
Fiesta y alcohol.
Saltar hasta reventar el suelo.

Y te echo de menos, y es lo que más duele.
El verano es muy largo, como sus días.
Te prometí algo,
ojalá aún quieras cumplirlo. 

Al menos recuerdo que miramos el mismo cielo desde puntos distintos.
Te he dicho tantas cosas que mi cabeza jamás aceptó, que fue idea del corazón; no tengo nada que ver en esto.
Se habla de que mente y cuerpo van separados, separaría también el corazón, va por libre.
Jamás hizo caso a la sabiduría y él y su locura iban a la aventura.
Y ahora estoy yo, tirada en el suelo recogiendo los trozos de nuevo, intentando coser las partes rajadas y secando la sangre, como si la última vez fue ayer.


jueves, 12 de junio de 2014

Meses.

Rompiste mis esquemas, mi plan.
Apareciste de la nada y destrozaste todo a tu paso,
Llenaste de tinta mi cuaderno escrito,
hiciste olvidar cada marca.
Tan rápido, tan fácil.
Apareciste sin llamar, aún recuerdo cómo arqueabas las cejas.
Tus ojos brillaban, ahora sé que es lo normal.
Fuiste como ese acorde que rompe una canción,
el momento en que se alzan los puños al aire y saltamos.
Eres el segundo en que aparece la guitarra
y rompe con una balada de desamor.

Recuerdo la primera vez que quedamos,
no podía mirarte a los ojos, me reía.
Sin darnos de la mano, separados.
Qué rápido pasa el tiempo.
Veo el mar a través de tus ojos,
te agarro de la mano y sonríes,
me llamas pequeña y en efecto.

Y cuántas fueron las veces que tenía miedo
y no te lo dije.
Y sigo sin hacerlo.
 
Y volverán las noches de verano y sus tormentas,
y volverán las noches donde veamos juntos las estrellas.
El verano siempre trae suerte y magia,
y tumbarnos hasta quedarnos dormidos apoyados.
Y no sé cuántas mariconadas más.

Solo que te quiero, y es bonito. 

martes, 10 de junio de 2014

Frenético.

No sé si son las olas o el color,
lo que me hace recordar la primera vez que me miraste.
La primera vez que acercaste los labios
y me besaste.
El frío al entrar al agua, al zambullirme,
mojarme y sentir el agua correr por mi cuerpo,
ver cómo se tiñe de color azul
entre el cielo y el mar.
Lo que me recuerda que, un día te dije
que me fugaría contigo lo más lejos posible,
donde nadie nos pudiera encontrar.
Donde sólo Dios estaría presente si me paseaba desnuda.
Donde nadie nos conocería y viéramos San Marcos
desde la cama.
Ver tu torso amanecer y ver el mar
a través de tus ojos.
Acabar una noche tirados en el muelle.
Viendo la estrella polar reflejada en tus pupilas.
Mirando lo insignificante que somos
y lo guapo que estás en camisa.
Amanecer con una sábana en mi pecho,
abrazada a ti.
Y suena de fondo aquella obra que tanto me gustaba escuchar
cuando hablaba contigo y escribía.
Cuando me inspirabas para escribir cada noche.
Porque los comienzos habían sido una locura,
porque la adrenalina y el miedo,
nos los inyectábamos.
La locura es nuestro mapa y las ganas de vivir,
salir corriendo, huir.
Llamar al destino y decir que avance un capítulo,
que los personajes se han largado del cuento.

domingo, 8 de junio de 2014

La luna desde puntos equidistantes.

Arriba en el cielo, entre estrellas.
Estamos mirando la misma luna,
a pocos kilómetros,
entre nosotros.

Se habla de cometer locuras,
escapar de aquí e irnos donde sea.
Aquella ciudad que desde que te conozco,
queremos ir.

Allí la luna tal vez se vea más bonita.
Se huele ambiente a romanticismo,
no sé cómo llamarte,
ni sé qué eres.

No sé cómo llegaste,
pero no quiero que te vayas.
Quiero que estés cada noche,
dándome un beso, viéndome despertar.

Él no es ordinario, no es como los demás.
No es uno más,
para suerte o desgracia.
Tu luna eclipsó mi sol.

miércoles, 4 de junio de 2014

Es de noche y te echo de menos.

Capaces de detener el tiempo,
de apagar el sol y crear la noche.
Capaz de hacer nacer mariposas en mi estómago.
De matar restos de odio.

Estuve hablando con mi espalda
me dijo que echa de menos tus manos
apretando,
besando.

Caer en deseo de una vez más,
de volver a tener tu estómago ardiendo,
pegado a mí.
humeando.

Nunca te vi tan serio, tu risa apagada.
Sustituida por resoplidos.
podía notar el fuego saliendo de ti,
se había hecho de noche.

Las estrellas no han salido hoy,
la luna se ha quedado dormida,
dejaste en paro al Sol
y en jaque la Estrella Polar.


martes, 3 de junio de 2014

La estrella de los tejados.

A veces sólo soy invierno,
blanco hielo que mata las flores.
Deja surcos resbaladizos,
en los recuerdos oscuros.

A veces sólo soy otoño.
Dejando morir mis hojas,
chocándose contra el suelo.
Tiñéndome de marrón y ocre.

A veces, sólo a veces,
echo de menos tus abrazos,
tus besos y tus caricias.
A veces se apaga el sol.

Intermitente, se está muriendo,
quizá haya una estrella que brille más,
desde el cielo, desde nuestro cielo.
La estrella que hace poco subió.

domingo, 1 de junio de 2014

Regreso al pasado.

Hoy he visto una película que me ha hecho pensar bastante. Se asemeja al mundo actual, se asemeja al sistema social y me ha hecho entristecer.
Un mundo dividido en facciones, cada persona desempeña algo, y quien no, es un abandonado.
Me ha hecho recordar cómo nos encaminan en la vida, todos tenemos que ser algo importante. Médicos, bomberos, abogados. Pero hay un puesto, que nadie quiere ocupar, que está marginado de los demás y que es despreciado y lo más triste es, que es el más vital de todos.

¿Quién hoy en día quiere ser un músico, pintor o escultor? Si no es en una familia criada en el seno de las artes, no se paran a pensarlo. Siempre fue: o de ciencias o de letras. Nunca se contaba con artes.
Es un punto de vista distinto, donde se cultiva la imaginación y otros campos que apenas se enseñan en el colegio. Allí tenemos lengua, matemáticas, física, química, latín, griego. Música sólo hay un año y arte se le llama plástica donde se hacen dibujos sin ningún tipo de técnica.
¿Quién hoy en día quiere pararse a pensar en ello?

¿Qué va a hacer la gente que nace con ese don? No tiene otra que desperdiciarlo, o luchar por ello. Hasta darse cuenta de que su vida no va más allá que un pequeño sueldo y apenas para vivir. Mientras un presidente del gobierno llevando a la ruina al país se mete muchísimo dinero al bolsillo.

Cada día que pasa me doy cuenta de qué lugar debo ocupar y no puedo, no puedo. No sabéis lo que duele saber que perteneces a un lugar y no puedes ir, entrar de lleno allí porque no. Porque no soy Velázquez. No lo soy. Puede que con práctica lo fuera, puede ser pero no lo sabré si no entro allí.
Entrar en una universidad que me enseñe cómo pintar, me cultive en el mundo del arte. No puedo.

Momentos como ese me apetece coger un cohete y salir de aquí, irme a Marte, Saturno o fuera de Orión, pero no estar aquí, porque no encajamos.

Hola buenos días, soy Celia Gallego la próxima en la lista del paro. La próxima que pintará en su tiempo libre mientras hace qué sé yo.
Pertenecemos al sector minoritario, ese que nadie se para a mirar, que creen que un cuadro es caro. No saben qué ha ocurrido mientras lo dibujamos, o cuanto material hemos metido, gastado. Las ganas y la pena de venderlo.
No lo saben, no lo valoran y aquí estamos. Una manchalienzos más en las calles de una pequeña ciudad de mi país, la mierda de país donde nací y donde espero no vivir en un futuro.