de lápiz y creta negra.
He hanchado un papel con sombras
y quedó bonito.
Son las doce y media de la noche
y aún sigo recordando aquel día
en que tus cejas se arqueaban,
el día que comenzaba la cuenta atrás.
Me he manchado de óleo y ya se quiebra,
nada es para siempre.
Todo acaba rompiéndose en pedazos,
nadie dijo que tú entraras en ese todo.
Materia y antimateria, blanco y negro.
Capaz de hacer olvidar el mínimo problema,
y ya tal vez, sé cómo llamarte.
Nada.
Porque nada es para siempre,
porque estás fuera de lo normal,
tú y tus cejas, tú y tu sensualidad al tocar la guitarra,
tu seriedad al besar y tu sonrisa en la cámara.
Tu felicidad al saludarme, tu sonrisa al ganarme al billar,
tú, tus virtudes, tus defectos, llámalo características.
Tú y tu seriedad cuando se apagan las luces,
Nada.
Es la una menos cuarto de la mañana, y mi cama está fría.
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