martes, 26 de agosto de 2014

Decode.

Hay canciones que me recuerdan a aquel tiempo en el que tú eras esa sonrisa entre cristales. El tiempo en que me miraba al espejo y me veía encima de ti, haciendo el imbécil.
Hay canciones que me recuerdan lo especial que son algunas personas, hasta llegar al punto de sentir lo que sentía al escucharla en aquel tiempo.
Y ha pasado mucho, quizá demasiado. Lo suficiente como para olvidar el mínimo sentimiento hacia ti. Pero sigues siendo igual de especial que el primer día. 

Tan especial que aún nos miramos con los mismos ojos, 
pero no somos los mismos.
Tan especial que sigues igual de guapo,
con la camisa desabrochada.

Tan especial

Y te preguntarás, qué canción es. Dejaría de ser tan especial si te lo dijera. 
Han pasado dos años desde que todo comenzó, y se han dado tantos giros que salí mareada de tu noria. 

Y pusimos punto y final.

Aún me hacen reír tus chorradas,
tu risa atontada.

Y cuando te miro, eres el mismo que aquella vez me besó en un banco. 

Hace mucho de eso, parece un siglo. 
Pero quien recogió mis trozos cuando tú te fuiste fue otro. 
Y quien cosió mis rotos con el hilo que le sostenía a él, fue quien se agarró a mi ser.

Decode.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Puedo.

Sé que las noches son más largas desde que tú no estás.
Y sé,
que cada día que pasa una mariposa se suicida
en nuestro nombre.

Sé que puedo olvidar tus palabras,
tu risa en mi nariz
tus labios en mi frente.
Tu mano en mi espalda.

Puedo.

Puedo olvidar el día que te conocí,
Nuestros planes de volar de aquí,
desaparecer.
Huír.

Puedo esperar a que tú regreses,
puedo parar mi mundo para esperarte,
puedo.
Pero hoy no es el día.

Puedo decir al mundo lo mucho que te quise,
las noches que te esperé en la cama.
La ventana abierta,
por si aparecías.

Puedo. Pero no será hoy.

Y te desvaneciste
como el cigarro que nunca llegué a apagar
Esperando tu última calada.

Puedo dejar de escribirte, si supiera quién eres.
Mis mariposas llevan tu nombre,
suicidas.

El día que sepa quién eres, dejaré de escribirte.
Pero hoy no es el día.

Dueles.

Mi preciosa manía de esperarte cuando parabas.
De darte la mano para ir a tu paso.

No puedo hablar de nosotros; en pasado.
Estuviste en mi cabeza, dormías conmigo por las noches.
Pensé que me arropabas al dormir.
Era tu recuerdo.

Bailar en la oscuridad, pensaba que tú me agarrabas la cadera,
me movías al son de aquella canción que tanto nos gustaba.
A los dos.

Me prometiste tu "para siempre" de unos días.
Y te di hasta los segundos de mi insomnio.

Mi oso de peluche llevaba tu nombre y sin saber cómo
tu olor.
Mi lista de canciones favorita
llevaba el nombre de nuestra canción.

No te voy a engañar si te digo que te echo de menos.
No te diré que algún día te olvidé,
que no te lloré cada noche.

Y una mariposa de mi estómago se suicida cada vez que te nombro.

martes, 19 de agosto de 2014

Tu recuerdo en cenizas.

Y no sé a cuántos días de tu corazón estoy y el café es el único que me despierta de estar contigo. Mi realidad comienza cuando mis ojos se cierran, cuando apareces por detrás y me abrazas.

Me prometiste tantas cosas, un futuro incierto el nombre de nuestra primera niña. Que si tus ojos que si mi piel. Que si tu sonrisa o mi arte.
Me dijiste que saldríamos por la noche a mirar las estrellas a dormirme en tu pecho.

Qué ingenua.

Me prometí que cada vez que viera tus ojos apagar iría con un mechero para verlos sonreír. Me prometí arrancarme la sonrisa para regalártela.
Mi error fue confiar en tus labios.

Y llega el invierno, nieva y las parejas se abrazan para darse calor.

Yo tengo mi manta, mis películas y chocolate suficiente para llorar tu asuencia.
Pensé que él era un hombre, por verle llorar. Por secarle las lágrimas con mi camiseta de algodón.
Por besarle para calmar sus ganas de romper con todo, por quererle hasta acabar conmigo.

Rompiste las fotos que me ataban a ti, las quemaste con tus dedos.

Y yo pasé a ser el simple recuerdo del olor de un perfume caro.


domingo, 17 de agosto de 2014

XI.

Y se me hará raro no despertarme con tu sonrisa al lado dándome los buenos días. Ya no será lo mismo, desayunar sin mirar al mar preguntando cada segundo "¿Hay olas ya?"
Se me hará raro no salir después de cenar por ahí, a jugar al trivial o a pasear al faro.

Hay cosas preciosas dentro de esta semana que ya ha acabado.
Aprender a hacer surf, grabar vídeos mientras llovía, hacernos fotos, los besos.

Pero, ¿sabes qué? hoy, desde ahora mismo hacemos once meses.
Y parece ayer cuando te conocí, parece que fue ayer el día del concierto de Mägo de Oz, cuando te tenía delante y me sonabas de algo, no sabía de qué. Parecía ayer el día que comenzó el colegio y me viniste a buscar a pintura porque querías pasarte a saludar, parecía ayer cuando me intentaste besar y yo no me di ni cuenta.
Parecía ayer la primera vez que nos besamos, nuestra primera cerveza juntos o la primera vez que intenté tocar la guitarra.
Hoy hace once meses de aquel "Que te me quedas enana"

Y el mejor regalo que he podido recibir de ti ha sido esta semana, cada segundo. Cada sonrisa y cada despertar a tu lado.

Muchos dicen "Aguanté muchísimo con mi novia/o, un año y medio" No lo entiendo, han pasado once meses y parece ayer cuando te conoci, ha pasado tan rápido, tan bonito todo y ahora sólo nos queda el recuerdo de casi un año maravilloso, un año de tantos.

Y después de todo lo pasado estos últimos meses, después de haber esquivado a quien nos pudo separar, si no lo han logrado ya. ¿Quién lo logrará? Nadie.
Absolutamente nadie.

Sólo decirte, gracias. Millones de gracias. Sé que me quedo corta dándotelas, porque mereces todo y más, porque haces lo imposible por mi, porque a tu lado todo cambia.
Conseguiste cambiarme, conseguiste sacar aquella sonrisa que apenas podía resurgir.

Conseguiste tantas cosas de mi, que deberé pasar la vida entera dándote las gracias. Y con gusto.

Felices once meses, mi vida. Felices once meses Juan.

jueves, 7 de agosto de 2014

Asquerosos recuerdos bonitos.

Tan sólo soy el recuerdo de un olor a perfume caro.

Me levanto por las noches escupiendo mariposas muertas,
enterradas en el jardín con tu nombre.
En los sueños donde tú eras el pincel y yo el lienzo,
donde los colores correspondían con tu iris.

Ahora mi único lienzo sirve para recrear tu recuerdo,
mis pinceles son mis dedos
manchaste mis recuerdos de azul,
parecía la playa.

Y en mi cuaderno sólo aparecen tus versos,
miles de páginas gastadas,
miles de tachones.
Intentando hacerte justicia.

Hoy sólo eres el simple recuerdo,
del perfume que se me quedó en la ropa.
La primera vez que te abracé,
abril.



miércoles, 6 de agosto de 2014

El banco de enfrente.

Y miraba desde la ventana a un chico fumar, mirando las estrellas. Como cada noche.
El chico de la ventana de enfrente, el chico sin nombre. Él no sabía de su existencia, aquel chico de camiseta negra y convers a juego.
Apoyada en la ventana con las luces apagadas, observando cómo miraba su cigarro a medio encender, viendo cómo el humo se escapaba entre la brisa que provocaban las olas.

Quiso retratarle en uno de sus lienzos, mancharlo completamente de negro y dibujar su silueta con el humo desapareciendo entre la oscuridad.
Los pinceles en el moño y las gafas bajo las cejas, un lienzo prácticamente negro, donde se notaba la presencia de su figura.
Quizá se recreara su propia historia cada noche al verle sentado. Imaginando que se conocerían y en un tiempo se sentarían los dos, apoyada en su hombro viendo cómo cae la noche.

Se fue, ni una luz hacia el mar, sólo la lejana y parpadeante luz del faro. Hora de irse a dormir.

Corrió la cortina y fue a la otra, vio que la luz de la habitación de enfrente se encendía. Él. Su rostro en el cristal, se hizo la loca, empezó a mirar el móvil nerviosa y miró al cristal. La luz ya estaba apagada.

<Eres idiota, tía>

Y quizá, el mayor contacto que tendría con sus ojos sería imaginárselos en sus sueños, como cada noche. Y quizá, llegaría el día en que destino jugara sus cartas y los cruzara.

O simplemente aparecer una noche en aquel banco de enfrente de sus casas.

Tal vez no nos hayamos dado cuenta, tal vez seamos ciegos y no sepamos que, destino tiene nuestro nombre y apellidos.

martes, 5 de agosto de 2014

Entre paréntesis.

Y entre paréntesis te diré, que aun estando a horas de mi puedo seguir notando tu olor. Aún recuerdo la primera vez que te abracé y al volver a casa, al desnudarme noté cómo tu olor se había impregnado en mi ropa.
Recuerdo la primera vez que me besaste, me eché a reír. Sé que te acuerdas.
Ahora, cansada de añorar tus labios, el chocolate no satisface tal placer ni el pintar recordando la primera vez que me agarraste la mano.
Tan lejos y a la vez tan cerca de ti, me encanta mirar tu foto y ver lo guapo que sales.
Y es mirar el color de tus ojos y ver el mar tras ellos, tan transparente y sumergible en él.

Y entre paréntesis te diré, que aunque te fuiste y dejaste todo desordenado. Tu desorden me gusta, y echo de menos el caos que provocabas cuando te veía aparecer.
Aún tengo trozos del recuerdo de tu olor pegados en la pared.
Llegarán las cuatro de la mañana y seguiré haciendo el repaso de cada noche desde que te conocí hasta hoy, recordando cada lugar donde nos besamos y todas aquellas historias de marcharnos del país, huír a Venecia y vivir allí con un nombre falso.

Y cuando vuelva, Venecia no será tan bonita como tú y yo la imaginábamos. Haciendo el amor en un hotel de mala muerte, haciéndonos fotos en San Marcos o paseando en Góndola.
No sonará nuestra canción mientras camine por las estrechas calles, y tampoco me besarás en uno de los embarcaderos.

Apaga la luz, no quiero ver este desorden.




lunes, 4 de agosto de 2014

Otro más para ti.

Mis manos aún llenas del recuerdo de tu colonia,
mi sonrisa aún recuerda tus ojos brillantes.
Se acabó la actuación
ya nos quitamos el maquillaje.

Se cerró el telón y tu personaje se desvaneció,
"bien hecho, ha quedado realmente perfecto"
y el beso de la escena final,
se quedó entre el polvo del escenario.

Un peón más del ajedrez,
blanco o negro.
Los primeros que se eliminan,
los menos importantes del juego.

Y poco a poco el invierno llega.
Cerré las puertas y apagué la luz.
No quiero ver la sangre que dejaste,
ni las lágrimas suicidas que caen en mi puerta.

domingo, 3 de agosto de 2014

Despedida.

Has desaparecido, y con él mi recuerdo
del perfume que utilicé la última vez que te vi.
Es mejor así,  cierra la puerta al salir.
No quiero ver como te esfumas.

Pasar página sin dejar la hoja doblada,
terminar el capítulo y dejar encerrado tu recuerdo.
Guardarte bajo llave y tirarla al Cantábrico,
dejarte anclado al fondo del mar.

Mi piel aún sangra por dentro,
las heridas no cicatrizan
y sigo vomitando tus mariposas,
en mi estómago.

Y sé, que el cariño es un caos,
que no hay buenos ni malos en la historia,
solo corazones rotos y lágrimas de almohada.
Tu lejanía y tu despedida.

Ya te dije adiós y apagué la luz,
no la enciendas, no quiero quemarme la vista.
El olvido a veces es bonito, vuelves a recordar.
La maravillosa persona que tienes a tu lado.

Vuelves a sonreír a los ojos brillantes,
de la persona que más te quiso,
y te quiere en plena oscuridad,
encerrada en tu habitación.