sábado, 29 de noviembre de 2014

Una flor.

Acabo buscándote en los asientos traseros de cada bus.
Incluso en los de otra ciudad.
Pero siempre te encuentro en las miles de canciones
que escucho cuando camino por los mismos sitios,
donde hiciste nacer la magia.

Dicen, que no es una ciudad muy bonita.
Nadie les habló de las huellas dejaron cada pareja,
en las marchitas calles.

Una flor por cada rincón que vio nacer la magia,
y se acabó muriendo con su amor.

Valladolid se llenaría de preciosas flores en invierno.




martes, 25 de noviembre de 2014

Disculpa, ¿te desconozco?

Encantada de desconocerte.
Pura reminiscencia.

Nunca te conocí, llevaba tu recuerdo implícito en algún lugar de mi cabeza, hasta que te ví 'de nuevo' y fuiste como un Déjà vu. Creía haberte visto en algún lugar.

Le pillé el truco a la teoría del conocimiento de Platón y sólo tengo que recordar para saber qué pasara mañana, pasado, dentro de treinta años.
Que lo que más soñamos son tan sólo el pequeño adelanto de lo que va a ocurrir en un par de años.

(Perdona, creo que te soñé hace dos veranos)

¿Qué me imagino? Una casa, grande o pequeña, un piso o un chalet. Qué más da. Paredes y paredes llenas de fotos, cuadros, frases, entradas de conciertos pinchadas, un millón de discos clasificados por nombre, época y significado, botellines de cerveza de cuando nos conocimos, la primera cerveza que bebí contigo.
Nuestro primer baile, la primera vez que te vi llorar. La primera vez que dormimos la siesta juntos o que me despertaste con vistas al mar.

Un álbum, dos, tres, siete quizá quince, llenos de fotos, de cada viaje, y un montón de historias detrás que sin duda, algún día contaremos, no te preocupes por ello.
El porqué del nombre de nuestros hijos, y los vídeos corriendo hacia un bus de Santander porque se me antojó cogerlo para no esperar. Las tres cartas que me escribiste por los primeros tres meses, el primer disco que me regalaste.
Y para entonces habrá tantas ciudades que tengan nuestras huellas en sus aceras que habrá en una pared un mapa del mundo con los países coloreados de donde hemos ido, con post-it de qué pasó allí.

Y eso, que te quiero.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Punto y final del libro.

Me abrazaste, besaste en la frente, ahogaste en una piscina, vacilaste. 
Me declaré fan de tus chorradas, de tu risa y de las ganas de hacerme sonreír que tenías.

Ya va siendo hora...
quizás.
¿Hoy?
¿Y para qué esperar a mañana?

Y te prometo,
que te esperé hasta el último instante. 
Aparecieron miles de 'tús'
y ninguno llevaba tus ojos. 

Ya va siendo hora de recoger tantos pedazos de mí, de coserme el pecho, 
de coger la pistola que nunca quise utilizar
y matar tu recuerdo de una vez.
Para siempre. 

Ni en vida resucitamos, ni en mente volvemos.

Aprendí mucho de tí, (y ojalá tú de mí) y hoy, me enseñaste que los verdaderos amigos están ahí, siempre, y si no pueden con su mejor intención lo dicen. Y no fuiste tú.

Hoy quiero poner punto y final a una bonita historia, una que quedará guardada en un cajón, y Pandora no estará aquí para desencadenarte ni la esperanza está guardada contigo. Quizá te esperé demasiado y mi esperanza se ha suicidado, harta de llorarte y tú comunicando. 

Y ya es demasiado tarde,
"hay trenes que sólo pasan una vez, y con una única parada" 

lunes, 17 de noviembre de 2014

Catorce.

Aún martilleaba el sonido de la batería en mis oídos, pitaban. 
Quizá no era de eso.
Coldplay a oscuras al finalizar una película y un triángulo en una púa al cuello.
Que invierno es más bonito con una manta y viendo películas.
Nunca dijimos nada de San Valentín pero,
cuando regalas un libro regalas un trocito de tu alma en él.
Muchos callejones se entrecruzaban y en cada uno aún está la marca,
de mis manos apoyadas. 
Que siempre nos gustó la oscuridad, y no recuerdo que hiciera frío. 
Dos días en una ciudad que no era la mía, 
sin embargo la recordaba tal y como era, cuando era pequeña.
Un salón donde veías todo el Cantábrico mientras veías una película. 
y el primer baño del año, en plena semana santa. 
En las buenas, en las malas y en las regulares. 
Que dijimos de irnos a Madrid, y fuimos tres veces.
Que casi te ahogas en el mar de risa cuando me caí en la tabla de surf,
cuando intentaba montar una ola y apenas me mantenía de rodillas.
Que los paseos hacia el faro por la noche son geniales,
que dejamos huella por las ciudades donde vamos. 
Que no son uno ni dos, que son catorce meses.
Catorce.
Un montón de conciertos, de tardes, de cosas que contar,
una caja de recuerdos donde guardo pedazos de ti.
Donde en cada pared está la marca de tus manos
de tu sonrisa, de tu piel.
Que podría delinear una constelación por tus pecas,
podría decirte en qué galaxia estamos.
Y taparnos para dormir la siesta, y calentarnos los pies,
porque es invierno, y yo me destemplo.
Porque hay películas que tienen más fondo que el simple argumento,
que algún día contaremos esto.
Por ahora son catorce meses, y los muchísimos que nos faltan.
Y es la reencarnación de otra historia, y esperemos que nunca acabe.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Sueños lentos.

Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que te vi, que ya no recordaba cual era el brillo exacto de tus ojos, el tamaño de las arrugas que se te formaban en ellos cuando sonreías al hacerte cosquillas, o el mirar de un lado para otro constantemente mientras te besaba para que no nos vieran.
Quizá eche demasiado de menos cuando me cogías de la mano por sorpresa y yo pensaba "¿Qué hace?"

Joder, deja de mirarme así, se me van a saltar las lágrimas, estás a dos mesas de mí y tan sólo nos miramos mientras yo pienso cada chorrada que hicimos o dijimos, nuestras "Buenas noches y piensa que miramos la misma luna, no estamos tan lejos" Creo que beberé otra jarra más.

Coincidir en el mismo bar después de... ¿cuanto? dos, tres, creo que tres años y medio. Ha pasado mucho. La lluvia acaba llevándose muchas cosas, pero nunca a nosotros con ella.
Quizá debí esconderte en alguna página de un libro vacío de palabras muertas, alguno que sé que jamás volvería a abrir, hasta que tú no te hubieras calmado. Hasta que no hubieramos reconocido, que todo aquello que pasó fue parte de nuestra cabeza, que quisimos ser más de lo que podíamos llegar, en cualquier vida.

Sigues andando como siempre, cabeza alta y serio. me gustaban tus andares y cuando íbamos al lado por las mañanas.
Estoy intentando disimular el mirarte cómo vas a la barra a pedirte una caña. Aún no entiendo porqué estás solo.

Quizá ni te hayas dado cuenta de quién soy, las cosas cambian y nosotros vamos envejeciendo, cambiando. Quizá sea demasiado tarde para volver a cuando me miraste la primera vez y quisiste que me fijara en ti.

Los sueños son lentos, la vida vuela y yo sólo pude correr.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Hemos perdido la magia.

El color de las fotografías antiguas,
de cámaras analógicas.
Los campos de girasoles.
Comer pipas sentados en la puerta de casa.
Las cartas por correo ordinario,
los paseos en bicicleta en Agosto.
Los poetas de la generación del veintisiete.
Neruda.
Los te quiero bajo un paraguas.
Ver fotos de familia en navidad,
el turrón.
Los paseos dados del brazo.
Un colacao a las doce de la noche.
Los "Soy la señora de..."
Las viejas historias de los abuelos.
Las memorias de ellos.
Los recuerdos.
Cincuenta años de casados.
Jugar a las cartas en la chimenea,
en Navidad.
Abrir los regalos y felicitarse el año,
jugando al cinquillo.
El champagne desde los dos meses.
Los duetos de guitarra,
y piano.
Dormir la siesta abrazados,
despertar con la misma sonrisa.

Habeis sustituido la magia por sexo y la felicidad por dinero.