lunes, 30 de octubre de 2017

Mientras miro un cuadro.

Dime lo que sientes.
No habla.
No habla, sólo mira con sus ojos inyectados en hambre y horror. No habla pero sí cuenta. Una historia de terror de esas que te hacían meterte debajo de la cama creyendo estar a salvo; y ojalá así lo fuera.
¿Dónde te escondes si no hay cama? No tienes una manta donde sentirte resguardado, no sientes. Dejas de sentir el terror cuando se ha adueñado de tu cuerpo y lo ha desmembrado. Y mientras tanto espero con mi abrigo negro y las botas de invierno. Me quejo del frío que hace mientras sostengo en la mano izquierda un café recién hecho a punto de hervir. "Qué frío hace" pienso, cómo me gusta quejarme.
Dime lo que sientes, háblame de lo que es el infierno de verdad, cuéntamelo, quiero sentir lo que sentiste. Y es imposible, no puedes sentir lo que muestran unos ojos cansados de respirar. Ahogados, hace años, en su propia enfermedad esperando a que llegue su momento.
No puedes sentir el terror a seguir viviendo, el terror a aquel humo de la fábrica que nunca dejaba de oler. Putrefacción, escombros y muerte.
¿A qué huele la muerte? Me pregunto, no responde. No responde porque él huele así, él y todos. Incluida yo. Estamos en el sendero de la muerte que acaba convirtiéndose en gas y fuego.
¿Un café?
No responde. Serrín, carne en mal estado y poca agua. Quizá nada de ésta. Y le ofrezco sin miramiento alguno una taza de café caliente. Y me sigo quejando del frío que hace, saco de mi bolso un gorro de lana tejido por mi madre y me lo pongo en la cabeza. Mucho mejor.
Un traje de rayas y nada más. Primavera, verano, otoño e invierno y ojalá llegar a invierno; o no.
La muerte aquí empezaba por los pies.
No habla.
No habla pero sí cuenta, cuenta el horror en sus manos endurecidas y sin uñas.Sus rodillas huesudas llenas de arañazos. Cuenta una historia.
Pero yo sólo soy una espectadora observando con terror un cuadro en una pared. En un museo que nos recuerda el horror vivido, pero no te hace vivirlo.
Tan sólo estoy observando y pidiendo que me cuenten más, por morbo, por curiosidad.

jueves, 12 de octubre de 2017

He dejado de fumar

He dejado de fumar, llevaba tiempo queriendo dejarlo. Siempre pensando en lo mismo, en volver a probar un cigarrillo, tragarme el humo y luego pensar "me estoy matando". Está mal, lo sé. Lo sabía.
En mi cabeza, en mis dedos, siempre estaba jugueteando con los dedos pensando en cuándo sería el siguiente, sin saber si me sentaría mal o bien.
A veces, me sentaba tan bien fumar que me quedaba con ganas demás y ahí venía el problema. Más humo, más ganas, más obsesión. Una droga de mierda más que te va matando poco a poco.

Déjalo ya, te está consumiendo. Llegó un punto que hasta me gustaba ver deshaciéndome poco a poco hasta volverme polvo. Hasta volverme cenizas de otro cigarro mal apagado en el suelo.
Casi me convierto en uno, uno de esos que no valen demasiado en la máquina expendedora. Ni si quiera Malboro, que hasta tenía clase.
Lo he dejado después de meses pensándolo, meses mirando fijamente ese cigarro y diciéndome a mí misma que me estaba ahogando, ahorcándome poco a poco con sus dulces manos. Y lo dejé cuando el taburete estaba a punto de caer y yo con él.
Lo he dejado ya y esto es sólo para autoconvencerme de que jamás volveré. Seguiré viendo gente fumando por la calle.
Sé que ese cigarro volverá, sé que querrá que lo pruebe y hacer de esta línea un círculo del que no pueda escapar.
Pero lo he dejado.


lunes, 9 de octubre de 2017

Cómo un bus pudo con mi erasmus

Las seis y media de la mañana y ya está entrando el sol por una ventana que demos gracias a Dios si lo podemos llamar así. No tenemos cortinas y el señor Lorenzo de Polonia ha decidido darnos los buenos días cada mañana arrancándonos las sábanas de Ikea de las manos.
Y es que no perdona ni en días de resaca, que medio litro de cerveza está a cincuenta céntimos y a mí mi madre siempre me dijo que había que probar cosas nuevas, la cerveza polaca no era excepción. Puedo oír los gritos de mis vecinos italianos y turcos desde el baño junto a mis inquilinos minúsculos que de vez en cuando necesito exterminar, qué le vamos a hacer, no pueden unirse a la fiesta.