martes, 25 de noviembre de 2014

Disculpa, ¿te desconozco?

Encantada de desconocerte.
Pura reminiscencia.

Nunca te conocí, llevaba tu recuerdo implícito en algún lugar de mi cabeza, hasta que te ví 'de nuevo' y fuiste como un Déjà vu. Creía haberte visto en algún lugar.

Le pillé el truco a la teoría del conocimiento de Platón y sólo tengo que recordar para saber qué pasara mañana, pasado, dentro de treinta años.
Que lo que más soñamos son tan sólo el pequeño adelanto de lo que va a ocurrir en un par de años.

(Perdona, creo que te soñé hace dos veranos)

¿Qué me imagino? Una casa, grande o pequeña, un piso o un chalet. Qué más da. Paredes y paredes llenas de fotos, cuadros, frases, entradas de conciertos pinchadas, un millón de discos clasificados por nombre, época y significado, botellines de cerveza de cuando nos conocimos, la primera cerveza que bebí contigo.
Nuestro primer baile, la primera vez que te vi llorar. La primera vez que dormimos la siesta juntos o que me despertaste con vistas al mar.

Un álbum, dos, tres, siete quizá quince, llenos de fotos, de cada viaje, y un montón de historias detrás que sin duda, algún día contaremos, no te preocupes por ello.
El porqué del nombre de nuestros hijos, y los vídeos corriendo hacia un bus de Santander porque se me antojó cogerlo para no esperar. Las tres cartas que me escribiste por los primeros tres meses, el primer disco que me regalaste.
Y para entonces habrá tantas ciudades que tengan nuestras huellas en sus aceras que habrá en una pared un mapa del mundo con los países coloreados de donde hemos ido, con post-it de qué pasó allí.

Y eso, que te quiero.

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