viernes, 19 de abril de 2019

La noche eterna

La décima de segundo antes de levantar el pie del pedal del piano. Lentamente oyes cómo se va ahogando el último sonido hasta que vuelve a reinar el silencio y todo a oscuras. La puerta entreabierta, las luces apagadas, no se oye llover.
Hicimos de esto un lago cristalino donde corríamos el riesgo de ahogarnos. Yo nunca hice pie y, aún así, te pedí que me dejaras nadar sin haber aprendido. El silencio baila entre mi cuerpo encogido a los pies de una cama vacía, ríe a gusto porque sabe que tendrá cobijo un tiempo.
La noche eterna sin estrellas, tapadas por una inmensidad de nubes negras como aquella canción. Quisiera ser capaz de poder subir a la montaña más alta a mirar el cielo estrellado pero me siguen dando miedo las alturas. Y vuelvo a ponerme aquellos guantes por miedo a volver a ser Midas pero sin hacer oro todo lo que toco, rompiéndolo.