lunes, 31 de julio de 2017

Minun

Mía, de mí, de yo. 
Mía, y de nadie más. De mis rarezas, de mis miedos, de mis inseguridades. Con mis lágrimas antes de dormir, con mi sonrisa abalaustrada. 
Soy mía pero no me doy cuenta. Mío es mi manía de ponerme un calcetín de cada color, de llevar zapatos de Frankenstein y siempre de negro; porque el negro combina con todo. De llevar un trozo de terciopelo en el cuello y decir que es un colgante, de querer ser maga en Hogwarts aunque aún no me llegó la carta. Pero soy mía. 
Mía sin querer serlo y admitir que no soy como quiero. Mía sin tener terror al 'y qué dirá' sin miedo a que alguien critique cualquier centímetro de mí, una mía capaz de escuchar lo feo que tienen que decir de ti como viento que corre entre los árboles. 

Ojalá mañana me despierte siendo mía. Con mis zapatos negros, mis calcetines bicolor, mis ganas de comerme el mundo aun pesando menos que una pluma. Con mi cámara al cuello, mis trenzas de quinceañera y mis bolitas de anís. 

Ojalá me mire mañana al espejo siendo mía, y de nadie más. Con mis rarezas, mis pocas ganas de levantarme por las mañanas, mi hiperactividad cuando termino de desayunar, mis piezas repetitivas al piano, mis bailes en el baño. Ojalá siendo mía, como debería haberlo sido desde hace veinte años y todavía no he sido capaz de amarme. 
Mía, porque si yo no me quiero ni tú ni nadie lo va a hacer por mí. 

sábado, 29 de julio de 2017

Ponte guapa

Ponte guapa. Maquíllate, hazte esas peripecias que te sabes hacer. Déjate preciosa; las pestañas hasta las nubes, las cejas igualadas, las ojeras fuera de la vista de toda persona ajena.
Pero no te pintes los labios, no vayas a manchar a alguien.
Ponte guapa. Depílate las piernas, estate suave como un cojín de esos que quieres achuchar cuando estás triste. ¿Eso de ahí es un poco de carne que puede que te sobre? Quizá no puedas ponerte tan guapa como él quiere.
'¿Qué ropa me pongo?' quiere que vaya sexy, apretada.  Con las piernas infinitas clavadas en dos tacones de aguja. Tengo que aparentar tener una 95 mínimo si quiero llamar su atención, qué poco culo tengo.
Son las cinco de la tarde y hemos quedado a las nueve. No me da tiempo a todo.

Ponte guapa, ponte guapa, ponte preciosa, intenta aparentar esa perfección que te da hasta pereza tener.
Olvida tus zapatos de doble suela que tanto te gustan, olvida tu peto y tus tops negros, olvídalo. No te va a valer. Hoy toca intentar entrar en esa ropa que apenas deja respirar.

¿Ya estoy guapa? He tapado todas mis imperfecciones con maquillaje, me he depilado hasta el último pelo de mi cuerpo, he calzado mis pies en unos tacones que deben sacarse a la calle con carnet de conducir. Llevo la falda más apretada que tengo y me he puesto unas bragas y sujetador de push-up, un escote hasta el ombligo y me falta ondularme el pelo. Son las 19:30.

Olvida tus gustos, tus temas de conversación favoritos, olvida que escuchas Linkin Park, Shinedown o 30 Seconds To Mars. Hoy eres una de tantas chicas que sólo se fijarán en su físico para echar un polvo y poco más. Hoy no eres tú, hoy eres una chica con código de barras. Recién salida de la fábrica pedida por encargo por ese chico que tanto te gusta.

Agobiada con gustarle, obsesionada con ser 'la chica elegida', tienes que ser perfecta y dan igual tus gustos personales, tienes que gustarle a él, olvídate de ti.
Maquíllate más, se te nota esa peca bajo el ojo todavía, rellénate las cejas y da un poco de color a los labios sin llegar a pintarlos, no vaya a quejarse de que le manchas la boca si le besas.

¿En qué momento decidiste ser quien no eres para gustar a alguien? ¿En qué momento has querido pisar tu personalidad para absorber la 'personalidad compatible' con él? ¿En qué jodido momento todas y cada una de nosotras hemos querido ser otra para gustarle?

La perfección no existe, lo bonito no existe, lo feo tampoco y nadie es capaz de juzgar qué es belleza y qué no.  Pero lo que sí podemos juzgar es toda esa gente que alguna vez nos han obligado directa o indirectamente a ser otra persona, a ser perfectas, a no ser nosotras. A ser una chica con un lavado de cerebro exquisito que se limita a sonreír y esperar a que se la metan.

Porque ojalá tú me estés leyendo y te des cuenta que eres bonita, preciosa e irrepetible.

Has quedado a las 20:00 con ese chico que tanto te gusta y es decisión tuya ir preciosa con maquillaje, tacones de aguja y un escote de infarto o ir preciosa con tu carita lavada y unos vaqueros que seguro, te quedan de lujo.
Con los pies en arenas movedizas y casi sin recordar andar,
qué bonito nombre tienes.

Me tiemblan las piernas, el pulso y las manos al agarrarte
tan fuerte que parece que quiero arrancarte la piel.
Y resoplas,
apenas hay oxígeno.

Llenas mi cuerpo de inseguridades y las arrancas,
con los dedos,
que arrastras desde mi boca hasta más allá del ombligo.
Y te acercas más a mí.

Dime tú cómo voy a mirarte a los ojos si de un beso me los haces cerrar.
Dime tú,
si cada vez que intento respirar me cortas el aire.

Y desnudo, me cantas la canción más bonita del mundo.
Y callada, quedo mirando cómo tus pupilas cambian de posición
y tus labios se rozan con los dientes.

Hasta que clavas tus ojos en los míos,
y se me escapa esa sonrisa de niña de quince años.
De esas que comen bolitas de anís

y te hacen protestar.