lunes, 1 de septiembre de 2014

No lo olvides.

Quizá Venecia se nos quedó demasiado pequeña.

Y hacer el amor en un hotel de mala muerte, levantarse por la mañana y ver tu camisa desabrochada en el suelo. Taparme con la sábana blanca que cubría tu torso y abrazarte por la espalda para seguir durmiendo.

No han abierto las calles aún.

Y tú, siempre hablándome de esa ciudad, de escapar, de recorrer el mundo, huír.
Salir al balcón con una de tus camisetas y tú en pantalones. Ver las calles estrechas que se cruzan entre si. 
Y es que estás tan guapo en camisa.

Y hacer nacer el amor en cualquier rincón, en cualquier banco. Las góndolas siempre fueron demasiado fúnebres, las teñiste de azul para mí. El cielo perdió su color. Quizá te esté echando demasiado de menos. Y ciudades con encanto que haces ser maravillosas con tu olor.

Mi hogar es donde estén tus brazos. 
Esa sonrisa que aparecía cuando te hacía cosquillas,
te salían arrugas en los ojos.

Y te echo de menos.

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