sábado, 31 de mayo de 2014

Leitmotiv

Las ideas vuelan en mi cabeza
y tus ojos se mantienen en tierra.
Brillando como el sol,
desde la superficie de mi mente.

Eres el leitmotiv de este pasaje,
pasaje de mi obra interminable.
Eres la cadencia perfecta
con que cada noche sale la luna.

Apareces en medio de las canciones,
nunca preguntas si puedes entrar.
Te entrometes en mi mente,
en mis sueños.

Intento no soñar cada noche,
con tus ojos a la luz de la luna.
Dejaron en paro al Sol,
dejaron en quiebra las estrellas.

Acabo de desnudarme,
mi blusa ha rozado mi nariz,
tu olor ha invadido mi habitación,
y tu presencia mis sueños.





Llueve y caen los recuerdos.

Intento adivinar
el número de besos para acabar sin saliva,
el número de besos que caben en tu cuerpo.
hasta acabar contigo.

Esa sensación de dejar de notar el frío,
siendo un día de invierno.
Dejar de notar la lluvia,
siendo un día de Abril.

Crucé tu espalda,
con navajas que dejaron marca.
Notaba tu cuerpo acercarse 
y tu resoplar en mi oído.

Tu piel fría como el hielo,
ardiendo en ganas de acabar en otro lugar.
Aún recuerdo cómo te estremecías,
si te besaba bajo la oreja.

Ahora todo ello son recuerdos,
posos del café de las seis,
de la mañana.
Estudiando la anatomía de tu espalda.

jueves, 29 de mayo de 2014

Capítulo I.

Doce y media de la mañana, sentada en un sillón de cuero frente a un gran ventanal que daba al mar. Siempre de pequeña me sentaba en el regazo de mi padre y me contaba historias de sirenas, del mar hasta que me quedaba dormida apoyada en su hombro.
Tapada con una manta cosida con trozos de distintas telas, bastante original la verdad, daba mucho calor. En la mesa auxiliar que había en la izquierda reposaba un chocolate caliente acompañado de un brownie. Estaba leyendo el último libro que me había comprado de poesía contemporánea, examinando e intentando inspirarme para más tarde escribir algo en un viejo cuaderno a medio escribir donde apuntaba pequeños intentos de poemas que componía.
El libro era de lo más bonito, su portada blanca con un retrato de una mujer, lo miraba mucho. Me gustaba cómo estaba dibujado e intentaba imitar esa técnica, era complicadillo. Siempre pensé en que sería precioso vivir dibujando las portadas de los libros, editándolas. Pero en tiempos de guerra, en este caso, de crisis, es difícil vivir de un sueño.
Llevaba desde las nueve de la mañana, con el sonido del golpear de las gotas de lluvia sobre el ventanal. La playa del sardinero desierta, las olas amenazaban, el mar estaba triste.
Me quedé mirando cómo chocaban contra el muro, pensando. Y se me ocurrió.
Cogí el lápiz y mi libreta y comencé a escribir.

Las lágrimas que enfurecieron el mar, 
rabia reprimida de tristeza,
de ver cómo las gotas de lluvia
se suicidan por tu ausencia.

Las sirenas han dejado de cantar,
las olas vienen cargadas hoy.
Cargadas de aquellas cenizas,
de mis cartas quemadas.

Incluso, quedó bonito. Me gusta mucho escribir, aunque no se me dé del todo bien.
Estaba sola en casa, mis padres habían salido a comprar. Allí estábamos la soledad, mi gran aliada y yo. Siempre ha estado ahí, acompañándome pero jamás me di cuenta, siempre en las buenas y en las malas. Sobre todo en las malas.
Me quedé mirando un poco más a través del ventanal. Afuera hacía frío, la gente iba muy abrigada y estábamos en Julio, aunque fuera típico de  Santander, cosa que siempre me ha gustado. El frío, la lluvia y ese olor a madera y hierba mojada que desprende esta ciudad.

Me levanté del sillón, doblé cuidadosamente la manta y llevé el vaso con el chocolate caliente a la cocina. Cogí mi libro y regresé a mi habitación.
Esa habitación, la que había sufrido todos mis cambios de persona, desde mi infancia hasta mi adolescencia. Desde las flores hasta las guitarras eléctricas y los posters de grupos de rock, los cuales mi madre llamaba "satánicos" La verdad, he tenido temporadas de música, desde Hannah Montana hasta Evanescence, bonita diferencia a la par que enorme.
Desde que comencé a tocar la guitarra también me gusta mucho el Indie, es bonito para tocar y muy agradecido al oído. Nunca me fijé en una canción por su letra, sólo hay que ver que mis grupos favoritos son americanos y no me paro a traducir la letra, si no por la armonía, los acordes y cómo los tocan, qué transmiten. Cosas de ser pianista desde los tres años. Acabas analizando las canciones en vez de disfrutarlas, pero tiene sus ventajas.

Me senté encima de la cama y cogí mi Fender, una guitarra que me costó conseguirla. Modelos, modelos y más modelos que no terminaban de convencerme, hasta que el más sencillo, una negra brillante con margaritas en un lado, fue la elegida. Me puse a tocar un poco.

Mientras toco siempre analizo mi situación:
Estamos en Julio, en Santander y llevo sin coger el teléfono móvil desde las nueve que me he despertado, ni un pitido, ni una llamada. Ni un mensaje. Comienzo a pensar que se han olvidado de mí.
El tiempo y Schopenhauer me ha llevado a sacar en conclusión que no necesito muchos amigos, sólo alguien en mi misma situación, con quien poder hablar de temas comunes y que interesen a ambos.
Acabo de terminar el colegio, estoy graduada y ya nadie se acuerda de mí. Bienvenidos al infierno.

martes, 27 de mayo de 2014

Anual.

Hoy las nubes pesan más de lo normal,
se han llenado de vapor de melancolía.
Hoy el día se ha teñido de gris;
hoy las mariposas se quedan en el árbol.

El viento sopla fuerte,
intenta mover tanta tristeza concentrada.
Son las cenizas de las cartas,
que jamás entregamos y quemamos.

Comienza a llover, no huele igual.
Recordaba un olor húmedo y fresco,
la lluvia ya no es transparente,
lleva átomos de ceniza negra en su interior.

Mil y una cartas que te escribí,
mil y un recuerdos que quemé.
Tinta que gasté, papel que asesiné,
escribiendo las mentiras de hoy.

Eres aquel dibujo de la basura,
en un comienzo iba bien, era bonito.
Lo teñí de color para darle vida,
no salió bien, saliste rana.

domingo, 25 de mayo de 2014

Mucho que perder.

No sé describirte, tampoco sé qué decir de ti.No me atrevo a hacerte un poema, ni un ensayo,no me atrevo a regalarte una sonrisa,sinceramente, todo sale solo.
Es lo más preocupante, el saber que no pretendo nada, y que mi corazón vaya un paso mas adelante que mi cabeza. 
Eres como una de esas obras de Bernard Hermann, que tienes la sensación de no saber en qué tonalidad estás, aún así, te transmite algo esa obra, te transmite una sensación.
Eres eso que no me atrevo a decir, ni a sentir, pero sin embargo por mucho que no quiera lo siento. Y es bonito.
Aún recuerdo cuando vomitaba mariposas muertas, las habían envenenado con mucho odio, poco a poco fueron naciendo pequeños gusanos en mi estómago que iban comiendo cada trozo de mi, volviéndome cada vez algo peor y peor. Hoy en día son bellas mariposas que cosquillean y cosen lo que rompieron para alimentarse. 

Eres la sexta cuerda que necesita una guitarra para sonar bien, eres el pincel que detalla un cuadro bonito, el que le da el toque realista. Eres la mano que se entrelaza con la mía. 

Últimamente escribo bastante, y sé porqué es, es bonito. 

Todavía puedo recordar tu sonrisa estando a dos centímetros, tus lágrimas, tus manos en mi espalda.
Es bonito pensar que esto no es una historia y que no tendrá final, es bonito pensar que todo ha comenzado y aún estamos en el prólogo.
Quizá esta sea una de esas historias de pocas páginas y mucho contenido, un suspiro rápido e intenso. Una noche de larga duración, como esas de Finlandia donde no nace el sol. 

Huir, huir de aquí, lejos. Lo más lejos posible, donde nadie nos encuentre, cambiarnos nos nombres y la identidad, vivir solos.

Demasiadas ilusiones que al final se van a acabar rompiendo, pronto, muy pronto. Quizá hoy. Quizá mañana. 

Fuego.

Me pregunto qué dirá el tiempo de nosotros,
le aceleramos cuando estamos juntos,
le atrasamos si estamos separados.
Le estamos volviendo loco.

Podría escribir un libro entero de poemas,
para hablar de tus ojos o de tu sonrisa,
podría escribir una novela,
sólo para contar cómo te conocí.

No recuerdo que hiciera frío,
cada vez que estábamos juntos,
no recuerdo tener las manos frías,
sólo el pecho caliente.

Un ardor distinto al que siento a veces,
se me calienta la mirada, podría escupir fuego,
podría quemar el rostro de cualquiera,
que intentara separarme de tu pecho.

No recordaba como era mi sonrisa,
esa que aparece en momentos de extrema felicidad.
No recordaba lo que era,
volver a sentir el calor de alguien cerca.

Todas las historias tienen un final, ¿quién dijo que esto fuera una historia?

Primavera en sus ojos.

Corre, dame la mano, salgamos de aquí.
Huir entre los miles de rostros desconocidos,
un día fuiste tú uno de ellos.

Si la tierra fuera plana, si hubiera un fin,
capaz de tirarme sin paracaídas,
agarrada de ti, sabiendo que es el final.
Riéndonos hasta el último beso.

Recorrer París, Italia, Finlandia.
recorrer todo el mundo desde tu mirada.
Desde dos ojos que derriten diamantes.

Vivir en los suburbios de París,
ver a lo lejos la Torre Eiffel,
notar ese olor a un París mojado que,
desprende romanticismo allá donde vayamos.

Tocar un Steinway con las ventanas abiertas.
que la gente de la calle pueda disfrutar,
de algo maravilloso,
de algo romántico.

Llenamos las calles de Valladolid de amor,
de pasión y cariño, llenamos cada rincón.
Hacemos de lugares oscuros, magia.
Hacemos de lo muerto, una primavera.

jueves, 22 de mayo de 2014

Eres.

Eres el mapa que quiero recorrer,
el mundo en un día.
Eres el arañazo esperado,
de tu espalda desnuda.

Eres la luz que ilumina una noche,
el brillo del azul del mar al anochecer.
Eres todas esas cosas bonitas,
que te diría al oído.

Tu voz es como el fluir de un río,
como el golpear de la lluvia en los cristales.
Tu olor me recuerda la hierba mojada,
del norte de este pequeño país.

Eres la última canción que suena,
cada noche antes de acostarme.
Eres el sueño que sueño tener,
eres la realidad que deseo besar.

Eres aquel camino a la izquierda,
el que no parece que es bueno escoger,
pero acabas yendo por deseo,
por ganas reprimidas.

Eres el azul del mar y la oscuridad de la noche.
Eres todas esas cosas que se dicen al oído,
mientras tus manos recorren mi espalda,
pegada a tu torso en vertical.

miércoles, 21 de mayo de 2014

¿Dónde estoy?

El tiempo se para y se tiñe de azul.
Los pasos quedan marcados en la tierra del suelo,
pasos grandes y otros algo más pequeños.
Se paran ante un banco.

Hoy la luna me dijo que te vio pensar al anochecer,
no sabe de qué, pero dijo que me pasara esta noche,
mirar cómo se te cierran los ojos con la última luna,
del primer sueño hasta el último y tu despertar.

No sé cómo hemos acabado aquí,
no sé dónde comenzó todo, ni cómo nos saludamos.
Quizá fuera bonito, un cruce bonito de miradas.
No recuerdo, el día está teñido del color de tus ojos.

Eres aquel libro abierto que nunca quise leer.
De tapas azules y bonita apariencia,
cae la noche y la niebla oculta cada sombra,
aún veo la luz desde la ventana de tu habitación.

domingo, 18 de mayo de 2014

Doscientos cuarenta y dos.

Doscientos cuarenta y dos días, doscientas cuarenta y una noches. 
¿Sabes qué día es hoy? Es dieciocho, amigo. 
Es una fecha bonita a recordar, donde todo comenzó,
con un "que te me quedas enana" con un "buenas noches, te quiero"

Es el día a recordar de muchos que quedan, y muchos que quedaron atrás.
Es el mismo día hace ocho meses que me intentaste besar.
En unos años tendremos una fecha distinta, el día que,
firmamos unos simples papeles delante una multitud.

Querido amigo, felicidades. Es tu día.
Volvería a recordar cada sonrisa, 
demasiado tiempo. 
Prefiero tener una más contigo.

Me pregunto por qué, por qué.
Por qué tú y por qué yo.
Por qué juntos, ¿qué más da?
Destino hizo sus trapicheos. Aquí estamos.

De la mano a cualquier lugar, de aquí al fin del mundo.
De aquí al último día.

Cada día un pasito más, 
a veces no de frente, a veces de lado.
Pero nunca hacia atrás, jamás.
Siempre contigo de la mano. 

Felicísimo dieciocho y felicísimo día.


sábado, 17 de mayo de 2014

Necesidad.

Eres mi mejor necesidad, mi mejor elemento prohibido.
Eres mejor que el chocolate por la noche,
mejor que las fresas con nata en primavera.
Eres mejor que el azul del mar en verano.

Inexplicablemente, no sé qué fue,
eres el azul del mar en pleno invierno.
Cada mariconada que se me ocurre,
cada recurso literario de Bécquer.

Ganas contenidas, ganas reprimidas.

Mi cama está fría; nota tu ausencia.
Inexplicablemente, la nota.
Eres como un mal romance,
eres peor que la mejor droga. Más cara.

Suena una buena versión de Bad Romance,
y me recuerda tus ojos, no sé,
un acústico, una guitarra, y tú.
Eres una sobredosis de endorfina, en mí.

No sé cómo llamarte, no sé. Buenas noches.

Azul, como el color del mar.

No sé qué hago aquí, pregunté.
No sé porqué está pasando, pensé.
Sonrisa que no debería dibujarse.
Abrazo que no debería acabar en beso.

Disculpa, ¿quién eres? No lo sé.
Me pregunto porqué estoy en el mar,
si aquí no existe playa.
Puedo ahogarme en la mirada.

Levanta, caes, levanta caes.
No comprendo que hago aquí,
desorientada pero cómoda, en casa.
¿Por qué?

En realidad no estoy aquí,
tan sólo cuerpo presente.
Mi corazón está en él,
mis verdaderas sonrisas.

Eso intento decirme, eso intento.
Quizá me engañe a mi misma.
Aquí sin ti, allí contigo.
Despierta Celia, hora de estudiar.

jueves, 8 de mayo de 2014

Carta a S.

Jamás te fuiste, jamás saliste de mi habitación. En mi cama, cada noche me das un beso antes de dormir, tiras de las sábanas cada mañana para que me logre despertar.
He llegado a odiarte, he llegado a querer tu muerte y mandarte al diablo. Pero en realidad, eres mi mejor aliado, el que jamás se irá y siempre en los malos momentos me acompañarás.
Supongo que será por inicio de periodo, el llorar sin sentido, el no saber si estás o no estás bien. El querer ser "uno más" y no "esa de ahí" el necesitar el cariño ajeno, el querer un abrazo. Me los das, pero no los siento. Siento tu frío, tu electricidad, haces nacer mis lágrimas y acurrucarme en la cama.

Te he tenido miedo durante mucho tiempo, he huido de ti. Me dicen que eres mala, que solo traes malas consecuencias, pero sé que estás para lo bueno y para lo malo.
Has conseguido que aprendiera a pintar y a escribir. Que cogiera el gusto a leer y pensar por mí misma.

Son muchos años a tu lado y este último me has ayudado mucho. Sintiéndote un abrazo por la espalda cada noche acurrucada en el lateral de mi cama. Cada vez que lloraba en oscuridad o cada vez que me sentía un estorbo social.
Y llegó el día que te enamoraste, llegó el día que alguien como tú se cruzó en tu camino, convertiste la oscuridad en luz y conseguiste que yo encontrara el dueño de tu querido amor.


Ha pasado mucho tiempo desde entonces, menos de un año. Somos cuatro, y tú vives enamorada feliz, pero cuando en ocasiones como esta me ves llorar, vuelves de nuevo a visitarme y sacar las lágrimas hasta vaciar los lagrimales.
Son muchos años y nunca te irás, son muchos años, mi querida soledad.