sábado, 27 de mayo de 2017

Y cómo se miraban, hacían ver al mundo que algo ardía entre ambos.
Devorarse el cuerpo con la mirada y no notar ni un mordisco; Sólo un escalofrío.

En mi desorden mental, donde siempre habrá una cama para que pases la noche. Capaz de llegar hasta lo más profundo de mis mazmorras y terrores, donde nadie había entrado nunca porque mis monstruos temían de las personas.

Nunca sé cómo decirte adiós, porque nunca es un adiós.
Te quedas anclado a la puerta de mi cabeza esperando a entrar con todos mis fantasmas. A pasar una noche más conmigo, acariciándome mientras te imagino. Qué absurdo.

A veces quiero que desaparezcas, pero olvido que te tengo dibujado en las paredes. Las palmas de tus manos están en mi cintura, en mis mejillas, en mis labios. Mi pelo está esperando a que vuelvas a pasar los dedos hasta los nudos de mi cabeza. Mis dudas palpables, mi estado emocional cambiante.

Y cómo te miraba,
y cómo me mirabas.

Nunca lo noté porque mis ojos se reducen a la sonrisa que nace cada vez que te siento cerca.
Pero sígueme mirando,
aunque no te vea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario