lunes, 16 de junio de 2014

CGA.

Ser quien realmente soy desde hoy mismo.

Me he dicho tantas veces esta frase, cada día. Cada vez que he acabado llorando tirada en la cama, me lo he propuesto. Y nunca llega el día, acabo cayendo otra vez en el mismo círculo, tapando quién soy e intentando encajar en algún lado.
Adoro estar sola, sin nadie. Solo para mi. Me encanta comer sola, como lo que quiero y cuando quiero. Tirada en el sofá o en la cama, vestida o desnuda. Puedo pasearme por casa cantando I don't wanna miss a thing sin que nadie me mande callar. Puedo tocar el piano, las obras que más me gustan o incluso aporrear la guitarra mientras canto las canciones de uno de mis grupos favoritos. Puedo hacer lo que quiera, enjaulada en las cuatro paredes de este manicomio. 
Me encanta andar sola por la calle, evadirme del exterior e ir escuchando música, lo más alto que pueda e ir andando al ritmo de la batería.
Estar con demasiada gente me agobia, gente que no conozco que van a lo mismo. No me gustan los sábados por la noche, me gusta tirarme en el sofá con mi manta y ver una película. Y sí, me encantan las películas románticas como Titanic y El diario de Noa, por muy fría que sea también sé llorar, y se me da genial. 
Salir a leer a una plaza del centro, apoyarme en la catedral sentada en el suelo y ver cómo gente pasa, gente que jamás volveré a ver. Personas que serán caminantes en mis sueños o tal vez protagonistas. 

Uno de mis mayores defectos tal vez sea la multitud de manías que tengo. Manías como que nadie puede tocar mi piano, nadie que no sea yo o tenga mi permiso para tocar CUIDADOSAMENTE mi piano. Que nadie toque, huela, esnife, mire mis pinturas, mis óleos, mis difuminos ni si quiera la espátula con que limpio los montoncitos de óleo que sobran. Manías como que nadie me hable mientras pinto o leer boca arriba. Cómo debo sentarme al piano, en qué posición o de qué lado pongo los tenedores en la mesa. Mi manía de mirar mal a la gente que no conozco, los chicos que ligan por ligar, los que beben por emborracharse sin sentido, siento miraros mal, pero es lo que hay. Y sobre todo, mi mayor manía, la peor, hacer fotos a todas las cosas importantes que pasan, las excursiones, hacernos fotos a todo, en todo y con todo, para cuando seamos mayores poder abrir un álbum (vete tú a saber si será álbum, ordenador o qué se yo) y ver las fotos de cuando éramos jóvenes y contar viejas historias a nuestros nietos en Navidad. 

Siempre me han dicho que qué hago en ciencias siendo una chica tan dada a las bellas artes, que pinta como pinta, toca el piano, ama la música y escribir, qué hace aquí una chica de bellas artes ¡En ciencias! Siempre me haré esa pregunta.
Quizá otro de los defectos más grandes que tengo es la cantidad de cosas que odio. 
La indecisión para hacer ciertas cosas, que la carne esté pasada o en su punto, que las cosas lleven poca sal o que me vengan con las de "no comas esto que engorda" los chicos que te vienen de Don Juan y son un mierdas, las chicas que dejan el sector femenino por los suelos gritando a los cuatro vientos la cantidad de penes que han comido en un periodo X de tiempo. Las discotecas llenas de gente, el agua del mar caliente y la arena. Los libros que hablen de sexo y las discusiones por bobadas (siempre las causo yo) 
Los subtítulos que van desacorde a cuando hablan. Los malos directos de un grupo, las peleas por fútbol y sobre todo que te digan "te quiero" y no lo sientan. 
Preferiría que no me lo dijeran, me siento mejor. 

Pero todo odio y toda manía se compensa con algo bonito, con lo que nos gusta lo que nos hace feliz.
Pintar cuando llueve, oír cómo chocan las gotas contra el cristal y van deslizándose. Mancharme las manos de óleo y pintar con los dedos. Hacerme fotos y guardarlas en un álbum donde cada año se ve el cambio que experimento físicamente, las películas de conspiración como El código Da Vinci.
La pasta italiana, la pizza. Las camisetas, sudaderas y playeras masculinas. El pelo rapado por los lados y largo por arriba en los hombres, la barba como Perttu Kivilaakso, las motos y el voley.
Leer mientras llueve, cantar bajo la lluvia, el olor a hierba mojada, las tormentas de verano. Los besos bajo el agua y saltar las olas del mar, intentar surfearlas sin tabla, las aguadillas. 
Las noches en Olmos contando nuestra vida, las noches de "los de siempre" allí.la cerveza y Santander.
Las buenas personas, los buenos amigos, las sonrisas y los ojos azules. 
Tocar el piano a las tantas de la noche con un café en el extremo. Las charlas de mejores amigos. 

Que sí, que tal vez sea hoy el día que decida ser quien soy y no quien debería ser.



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