domingo, 21 de septiembre de 2014

Mamá, lee esto.

Una adolescente más, de una pequeña ciudad, todos nos conocemos.
La gente va cambiando, la gente quiere mostrar al mundo cómo es, y cada persona tiene su estilo propio. Hay gente que no quiere destacar entre las demás, pasar desapercibida.
Hay gente que es seria y viste muy elegante de Lunes a Domingo.

Hay que darse cuenta, que aquí hasta lo que nosotros sabemos, sólo se vive una vez. No tenemos más oportunidades para hacer lo que más nos gusta que unos ochenta años más o menos. No es mucho pero es lo que hay.
Sólo se es adolescente una vez, y tenemos ya la suficiente edad como para marcar nuestro estilo y saber que quien lo va a criticar es quien está cerrado en 'debemos estar todos en el mismo tiesto' o quien sienta envidia de ello.
Debo decirte, mamá, que no existe ningún tiesto, pues cada persona es única, y cada persona tiene una personalidad propia. Si existiera ese tiesto, todos seríamos médicos o abogados, pero les hay artistas, músicos, diseñadores o perroflautas.
Es cierto, hemos nacido en una época distinta, en un ambiente distinto, y no nos gustan las mismas cosas (gracias a dios heredé el gusto de la música de papá, lo siento mamá) y gracias a la educación que me habeis dado (y por leer tantas cosas gracias a que mamá me enseñó lo bien que hacen los libros) he aprendido a ser quien realmente soy, esa tía que va pintando por la calle o lee en un bar.
He de decirte mamá, que el año que viene tendré dieciocho años, que no soy una niña ya, que en nada estaré en la universidad.

Seré adolescente una vez, ya tendré tiempo para vestir de americana y zapatos de tacón un Lunes, que mientras tanto podemos permitirnos teñirnos el pelo de rojo, azul, o violeta. Podemos ir con nuestras creepers o camisetas de grupos, que quien nos criticará serán las monjas o como mucho cuatro envidiosos.

Aunque parezca que no, a vece los padres nos betáis la personalidad de cada uno, e intentais que seamos como vosotros, recordad, se vive una vez, dejadnos ser como somos realmente, dejadnos darnos la hostia a nosotros solos, nunca me pusisteis los brazos cuando me caí de la bicicleta, o de los patines y ¡mira! ya se patinar, pero de todas formas, gracias por ser tan buenos padres.

La pesada de vuestra hija.

No hay comentarios:

Publicar un comentario