lunes, 14 de octubre de 2013

Entre líneas.

-Ey, ¿qué tal estás?
+La verdad no estoy bien, estoy harta de que la gente me trate mal y amigos que creía amigos me la claven por la espalda. Creer que tienes a alguien y realmente estás sola. Darte cuenta de eso de una sola hostia duele, duele mucho, un dolor más allá de las estacas, de un rifle o de un golpe seco en el corazón. Algo más que eso. Porque recuerdo cuando éramos pequeños, cuando todos nos tratábamos bien, hasta que decidimos ser quienes somos ahora, cuando cambiamos, cuando nuestra configuración cambió a como la de ahora mismo. A partir de ese momento los amigos se separaron, hasta tal punto que gente como yo apenas tiene uno o dos amigos. Y los demás se dedican a criticar y reírse, de gente débil, que no les importan los problemas ajenos, al menos los tuyos.  Bien ¿y tú?
-Bien, bastante bien. La verdad no sé ni para qué te hablo, si me vas a contar tus penas y no me apetece ni oírlas, me es un poco indiferente, tan sólo quiero ser amable, me puede venir bien en un futuro.
Ojalá pudiera leer la mente de la gente. Saber qué piensan cuando con hipocresía te sonríen o te dan un abrazo.
Apartaos, no quiero abrazos de nadie que no lo sienta. Os los guardáis.
Tanta hipocresía acaba saturando. Me pregunto qué clase de trastornos sufriréis cuando no podáis poner a parir a nadie, cuando estéis solos, incomunicados. Os sulfuraréis tanto que acabaréis odiándoos a vosotros mismos. Hacéroslo mirar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario