martes, 8 de octubre de 2013

Carta a nadie.

Noche fría de invierno, víspera de navidad. Las calles están nevadas, blancas. Las calles tan sólo estaban alumbradas por la luz artificial de las farolas y una chica caminaba sola por la calle. Vestía con un abrigo largo militar, unas botas negras como el carbón bufanda y guantes a juego. Su cabello moreno iba trenzado al lado derecho, caía sobre su hombro y finalizaba en el comienzo de su pecho. Llevaba una carpeta en la mano izquierda y un bolso que colgaba de su hombro contrario. No nevaba, pero a punto estaba. En silencio caminaba por una calle desierta, los bares repletos de gente, música alta, era sábado por la noche. Miraba a través de los cristales de los bares, viendo cómo la gente se divertía, celebraban que la noche siguiente sería Navidad. Parecían felices.
Al final de aquella calle, algo oscura, la luz no llegaba hasta el final, había un bar, era más bien una cafetería. Entró y se sentó en una de las mesas de allí, mirando hacia fuera, viendo la gente que pasaría, poca la verdad. No estaba sola en el bar, dos mesas a la derecha había un joven leyendo un libro, qué casualidad, su libro favorito "Inferno" de Dan Brown, un buenísimo escritor al que ella admiraba.
Pidió un chocolate caliente y de su carpeta morada llena de fotos del año pasado, sacó un papel en blanco y del bolso un bolígrafo. Se quedó unos minutos pensativa antes de comenzar a escribir. Destapó el bolígrafo y lo posó cuidadosamente en el folio en blanco. Comenzó a escribir:

Yo, minoría absoluta.
La nieve, algo tan perfecto y complejo como un copo de nieve. agua cristalizada puede formar unas estructuras tan bellas. Te sientes como uno más en este mundo, algo tan pequeño como una célula. No nos controlan el gobierno, si no la naturaleza, nuestra reina. Oh Dios, salve la reina. Una de mis frases favoritas, Queen, quién lo iba a decir. Yo minoría absoluta, tan sólo una sombra apagada más entre tantas. Podría brillar entre las demás, pero el miedo inmoviliza mis brazos.
Somos corazones gobernados por endorfina, confundimos felicidad con conformismo y amor con placer. ¿A dónde hemos llegado? Me hubiera gustado nacer en otra época, donde en los bares ponían Rock and roll, donde vestían con faldas largas y cabellos recogidos por una cinta. Donde los chicos se engominaban el pelo hacia atrás e iban con chupas de cuero. Donde la gente sabía qué era un libro, donde no existían las nuevas tecnologías de hoy en día, donde un novio era con quien quedabas para sentarte en un banco por las tardes y no a quien te llevabas a casa el primer día de conocerle. Tal vez nadie comparta esta opinión conmigo, yo minoría absoluta.
Nos creemos el centro del mundo, y tan sólo somos una mota de polvo que gira al rededor de las leyes de la naturaleza. Un factor más. Nos sentimos y estamos gobernados por gente que es más inculta que nosotros, que simplemente ha tenido suerte en la vida y ha acabado en altos puestos de trabajo, ridículo. Gracias a eso, ahora mismo el arte está por los suelos, nadie lo aprecia, y probablemente la próxima generación no sepa quién era Picasso, ni Velázquez.
Ojalá hubiera nacido en otra época, tal vez en la antigua Grecia, donde era obligatorio saber tocar un instrumento de verdad, no flautas dulces y saberse "Campanita de lugar"
Imagino que esto no servirá de mucho. Gracias por haberlo leído, querido anónimo.

Atentamente, una soñadora en paro.

Sin más dilación, la chica terminó su chocolate y dejó esta carta bajo la taza, pidiendo en su reverso que la dejaran en esta mesa hasta que alguien respondiera.

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