domingo, 13 de octubre de 2013

Alas en tinta de sus venas.

De esas veces en que los latidos delatan. De esas veces que sonríes y en tus ojos se puede ver cómo tu luz se va apagando.
Te levantas por la mañana mirando el lado opuesto de la cama. La luz del sol entra por tu ventana, sin embargo tu habitación está oscura. En el vaivén de una marea alborotada, navegas sin rumbo alguno.
Pasas el dedo por tu pecho, pocos centímetros más adentro yagas sangrientas siguen sin cerrarse. Heridas latentes que no cicatrizan.
 Su índice camina lentamente por su pecho, arrastrándose, le duele.
Vivía en una laguna mental y ella no sabía nadar. Se ahogaba en sus propios pensamientos.
El misterio de sus ojos almendrados. Podías reflejarte en ellos, podías observar la tristeza en estado puro.
Los días eran más oscuros que luminosos, las noches eran grises.
Fuerte y fría como el invierno. Diciembre la llamaban.
Sólo derramaba las lágrimas contenidas en su corazón al dejar sonar la música que nacía de sus dedos.
Suave melodía que se convertiría en la banda sonora de su vida. Dulces versos que serían su autobiografía. Cuidadosos lienzos que representarían sus sentimientos. Una sobrestimada artista.
El secreto de su vida era seguir volando sobreviviendo a sus recuerdos.
Se dibujó sus alas con tinta de su sangre; sus versos.
"Y se marchó para encontrar la sonrisa que perdió"
Buscar hasta la mínima sonrisa en su rostro, como buscar la aguja en un pajar.
Fría como el invierno, ardiente como el infierno. La luz de sus ojos estaba apagada, necesitaba un mechero para encenderse, un mechero de carne y hueso. Alguien que le hiciera recobrar el sentido que tenía su vida.
Sentía el calor correr por sus venas, quemando cada sentimiento, hasta tal punto que el mundo exterior le era indiferente. Centrada en sus pensamientos, dejó de lado el universo.
Encerrada en su mente, ahogándose poco a poco en aquel océano ensangrentado.
El dibujo de sus alas se borró de su espalda, dejándola desnuda.
Buscando una luz en aquella oscuridad, una llamarada de luz apareció entre el negro de la noche. Dejando ver sus pensamientos desnudos ante la vida. Dejando ver la belleza desnuda.
Dejó de vivir ciega, pudiendo ver qué hay más allá de sus ojos, quien les encendió con su luz.

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