sábado, 21 de diciembre de 2013

All you need is love.

No voy a pretender embellecer este texto con palabras retóricas, o de difícil entender. Sólo que sirva como una fuente de desahogo.
Son simples momentos, simples acciones, detalles, que marcan la diferencia.
El principio, el comienzo de todo se debe a la música. Qué buen comienzo. Y qué casualidad tan bien diseñada, para que corazón y mente discutieran sobre qué debía hacer.
Un corazón rendido ante la realidad, sin latido, no sentía. La cabeza hizo lo que tenía que hacer, pero ver unos ojos apagados y que no fueran los tuyos, hizo arder aquel pequeño corazón que en mi pecho se escondía, volvió a latir, callando a la voz de la mente y jugándosela a volver a caer al suelo, romperse en pedazos. Hizo bien.

No sé cómo os veréis las demás en unos años. Yo sí. No sé cuáles serán las vistas de mi ventana, pero si quien habrá tras ella. Una familia, una familia con los padres músicos, guitarra y piano. Con una niña preciosa. Felices.

Le miro a los ojos, y veo en ellos una sonrisa.
El calor de sus manos en mi espalda, la necesidad de tenerle siempre, aquí.
A mi lado y que nunca se vaya.

Cuando no está, todo se vuelve gris, hace frío, interior.

¿Cómo sabes si estás enamorado? Cuando según pasan los meses, ves que le necesitas más y más y que cuando no está, tu sonrisa desaparece.
Todo lo que ha hecho por mi, las sonrisas que me ha robado, las risas que me ha sacado. Gracias.

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