viernes, 1 de noviembre de 2013

Equis uve tres.

¿De qué sirve ser una estrella que aparenta brillar tanto como las más grandes? ¿De qué sirve intentar ser algo que no eres? ¿De que os sirve intentar brillar tanto si sabéis todos que hay una sombra que con su luz eclipsó a vuestro dios, al Sol?
Sí, muy pocos la veis, muy pocos os fijáis en ella, no suele salir a la luz del día, no suele brillar en todo momento, se reserva para momentos puntuales e importantes, los que para él valen la pena. No es muy grande, tan sólo una figura de un hombre que no posee cuerpo a quien adherirse, pero sí una forma a quien puede semejarse. No es muy alta, más bien tamaño normal, siempre negra, siempre apagada hasta que algo enciende su chispa en su corazón, el motor de su luz, y siendo un poco frikis, cual expecto patronum invade cada rincón de la tierra, iluminando hasta el infierno apagado por fuego consumido por el odio.
Su amor medido en besos, su cariño en abrazos. No es común que una sombre brille ¿no? al igual que su personalidad, al igual que su forma de ser, al igual que muchas cosas de él. Es distinto, extraño, inusual. No es como los demás. Es él.
Le conocerás, te parecerá tímido, vestido de negro, con un flequillo que le tapa mitad de sus pequeños ojos marrones, unos ojos que al mirarlos y verte reflejado en ellos dices "Él es distinto" ves lo bueno que es nada más mirar a sus ojos. Mirando a su móvil, con la cabeza hacia bajo.
Pero lo mejor de él es cuando comienzas a conocerle, cuando le tienes sentado pintando al lado, con su lápiz en la mano derecha, mirando fijamente sus trazos perfectos.
No se llama a sí mismo artista, no se lo quiere llamar, no lo reconoce, lo es. Sé que lo es.
Dice los "te quiero" con el corazón.
Él, el único que sabe cómo sacar una sonrisa cuando las luces están apagadas y las lágrimas están a flor de piel.
Probablemente diréis: Está amariconada. Ay ingenuos. Ingenuos.

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