domingo, 3 de noviembre de 2013

Pasado, presente, futuro.

Fría como el hielo, quemaba todo lo que había a su alrededor, sus pasos se clavaban en el suelo como si tuviera pies de plomo, cerró la puerta de su corazón, dejando que las lágrimas que lloraba se congelaran y formaran una capa protectora. Ardiente en su interior, gélido en su exterior.
Jamás lloró por fuera, nadie lo notaba. Fría, fría como el hielo, ingenuos.
El combustible de su corazón se acabó y poco a poco éste se apagó.
Se convirtió en una sombra gris más, solitaria, fría, apagada, sin brillo, sin color. Alguien más, oculta entre la oscuridad. Una noche más, un día más, monótono.

Sin embargo, un día cualquiera un destello de luz entró en la ventana de su habitación. Ella bajó la persiana y volvió a dormir su corazón. Confundiendo lo que significaba amor.
Volvió a cometer el mismo error que juró no volver a cometer hacía mucho tiempo atrás.
¿Una casualidad mal diseñada?
Sus ojos como platos se abrieron, aquellos ojos apagados que habían perdido su color chocolate, volvieron a brillar, volvió la luz que iluminaba su camino tras la pupila de sus ojos.
Una llamarada de fuego invadió su interior y derritió el hielo de las lágrimas de su corazón. Volvió a latir, volvió a arder.
Ahora dos corazones distintos laten a la vez como si sólo fueran uno.

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