viernes, 12 de octubre de 2012

Violet hill.

Lo único que recuerdo de ese día es que estaba lloviendo. Dulce lluvia cristalina, que invadía toda la casa a hierba y madera mojada. El olor más parecido al de la felicidad, tirarte en medio de la pradera y mirar cómo las gotas van cayendo poco a poco por tu rostro y se arrastran lentamente por cada poro de tu piel. ¿Era un sueño? Imposible, los sueños así jamás se recuerdan ¿Por qué? Para que no haya tentación de contarlo y no se pueda hacer realidad. Ojalá fuéramos brujos para poder guardar todos esos recuerdos en frasquitos de cristal y cuando fuésemos mayores destaparlos, verterlos en agua y sumergirte en ellos para revivirlos como si volvieras a estar allí. Claramente eso no es posible, vivimos en un mundo donde en vez de magia, lechuzas, unicornios y varitas mágicas hay crisis, odio, muertes, y lo más parecido a un unicornio será un caballo de Chernobil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario