sábado, 28 de septiembre de 2013

Los besos saben mejor bajo la lluvia.

Hoy. Ayer. Días de lluvia. ¿Y lo maravilloso que es despertarse oyendo la lluvia caer sobre tu jardín? Mirar por la ventana, que venga el viento y un olor a hierba mojada te invada la habitación. Es distinto, es maravilloso. Adoro los días de lluvia, son grises, son melancólicos. Me encanta sentarme a leer un buen libro, con una taza de chocolate caliente y ver cómo las gotas van cayendo poco a poco sobre los cristales, resbalándose. El cielo gris, el frío, sólo falta estar Santander y sería la persona más feliz del mundo.
A veces, cuando no puedo dormir, intento imaginar cómo sería estar allí. Me gustaría que pasara algo más o menos así:
Octubre, días de frío y lluvia, tierras de Santander. Estar en una casa, cerca del mar, pero no sola. Acompañada. Estar en una sala llena de ventanas gigantes, por donde pudiera ver el mar, una casa de madera gigante. Con una biblioteca enorme, llena de libros, libros y más libros. Una sala con un piano Steinway de cola blanco, una guitarra y un violoncello. ¿Qué más puedo pedir? Algo más. Estar con él. Porque los besos saben mejor bajo la lluvia, porque sus abrazos son interminables, porque su sonrisa es lo más bonito que he visto jamás. ¿Qué cursiladas, no? Así me siento cuando estoy con él. ¿Y lo bonito que sería despertarme allí, al lado del mar y que lo primero que viera fuera su sonrisa dándome los buenos días con un beso? ¿Y lo bonito que sería ir a la playa bajo la lluvia y bañarnos cual críos saltando olas? Paseos interminables por la playa. Escuchar música, tocar el piano o simplemente disfrutar de cómo toca el la guitarra. Tal vez sólo hablar, o ver cómo levanta las cejas e instantáneamente yo reírme. Estar los dos abrazados y poder susurrar un te quiero. Sería tan increíble. Pero los sueños, sueños son, ¿o no? Quien sabe. El futuro es impreciso, es imposible de controlar y de conocer. Es algo así como un misterio, una nube de polvo que no nos deja ver qué hay más allá del día de hoy. de este instante, aunque acabe de pasar, todo es presente, nada es futuro y el pasado no se repite.
Los días de lluvia me hacen pensar demasiado en las cosas, darle mil vueltas. Días de lluvia los repetiría una y mil veces.
Días tal vez como el de ayer. Donde tan sólo nos separa un pequeño escalón, mi escalón. Cosquillas aquí y allá, sacándote esa preciosa sonrisa. Momentos que merecen la pena que sean recordados eternamente. Son especiales, ¿por qué lo son? Porque él lo es.

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