martes, 11 de febrero de 2014

Sin título.

Las noches en vela y los días en sueño. 
Las tardes frías, sombrías de invierno.
¿Qué hora es? Perdimos la noción del tiempo 
Aquí siempre es de noche y no se ven las estrellas. 
Aquí los sueños se escriben en la arena.

Déjame sangrarme un verso más, déjame inyectar mi dolor en una letra más. Déjame dedicarte cada trozo vacío de mi corazón, una coraza hueca, donde en su día sangre se halló. ¿Qué hay ahora? Otro corazón, el mío no es, fue un regalo de mi amor.
Yo nada a cambio le pude dar, tan sólo los restos de un corazón roto que él entre noche y noche cosió. Pero no juntó las dos mitades de mi antiguo corazón.
Unió la mitad del mío y la mitad del suyo, implantándolo de nuevo en mi pecho y en el suyo.

Lo oigo latir, late más fuerte que nunca, con más vida. Bombea sangre que ya no se derrama en mis versos. Ahora ellos están cubiertos de recuerdos. La soledad desapareció y en su lugar su presencia me dejó.
Ya no duermo abrazada a ella, pena me da, me arropaba cada noche y me dejaba su calor.
En su lugar me duermo con sus buenas noches desde ocho kilómetros de distancia. En su lugar mis noches no son a oscuras. Desde mi ventana puedo ver lucir una estela que viene de lejos, la estela de su corazón de oro.

Son las noches y la luna.
Son los días y el sol.
Cada día que pasa,
cada noche me abrasa,
cada momento en que,
sin darme cuenta,
tu sonrisa me falta.



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