lunes, 10 de febrero de 2014

Oscuridad de invierno.

El reloj de la pared se ha parado,
las horas no pasan entre estas sábanas.
Pleno invierno y mi cuerpo arde,
pero no está solo.

Sus clavículas desnudas están rogando un soplo de aire caliente recorriendo su estela.
No hay tiempo para pensar y menos para parar. 
El silencio se rompe entre respiración y respiración. Todos salen huyendo, incluso el oxígeno. 
¿A dónde van? 

Sus miradas se entrecruzan, tumbadas.
En la oscuridad de la habitación,
El silencio rompe el sonido en dos,
sus miradas no ven; sólo pasión.

Se oyen los latidos de su corazón,
en su ardiente pecho desnudo.
Mis manos dibujan en su espalda,
lo que un verso dejó siendo mudo.

La oscuridad me pregunta si al alba este sueño morirá,
si quiero que la noche se perpetúe una eternidad más
Mi respuesta, una simple sonrisa y una frase final:
No te preocupes, pues mi sueño es la realidad.





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