sábado, 22 de febrero de 2014

La sinfonía de sus dedos.

Como dos artistas,
músicos.
Tal vez manchando lienzos,
en blanco.

Mis dedos son el arco,
y su espalda las cuerdas.
Como una sinfonía,
como un solo de violoncello.

No hay pauta escrita, 
partitura alguna.
Se deslizan suavemente,
una de las cuerdas se estremece.

Dejé ser el lienzo de sus pinceles,
pintando cada poro de un color,
cada esquina,
negro.

Fui un libro abierto en blanco,
aún por escribir,
la tinta es su sangre,
los versos su corazón.

Tintero de mi espalda
tinta de mi corazón,
siente cómo fluye cada día,
cómo arde nuestro sol.

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