jueves, 13 de febrero de 2014

A la oscuridad del sol dormido.

Pasan las noches, deseando que me despierte viéndole dormir. Pasan los días esperando a que llegue la noche para soñarle.
Si me concentro soy capaz de sentir su mano surcando la mía. Puedo notar su soplo de aire en el cuello. Soy hasta capaz de recrear su calor del torso desnudo sobre mi ombligo. Soy capaz de imaginarle a mi lado, durmiendo. ¿Pero qué es la imaginación si no más que un montón de pensamientos reprimidos que no hacemos realidad? No puedo hacer nada por cambiarlo, sólo esperar.

Susúrrame al oído que me quieres.
Grita en lo alto que soy tuya.
Nadie te oirá, tenlo por seguro.
Nadie, excepto yo.
Dime que me quieres, dime.
Dímelo, seré la mujer más feliz.
Como la rosa en primavera,
como la brisa del mar,
como tus ojos al caer,
como tú, al amar.

Soy el intento de artista de mi dios, él el artista en toda regla de un intento de musa; yo. Dicen que somos siameses, gemelos, almas gemelas.
Déjame demostrártelo, esta noche,

Esta noche, olvida todo, déjate llevar. Que la oscuridad sea tu guía, y tus manos sean tus ojos por el mapa de mi piel. Deja correr cualquier preocupación, olvídala por unos instantes, deja fluir tu imaginación, dibuja en la oscuridad, déjame dibujar en el lienzo de tu espalda. Déjame, esta noche.
Tus ojos brillan dejando ver en la oscuridad tu sonrisa reflejada. Mis ojos pueden tocarte y mi sonrisa sentirte. No puedes huir, de la cama caerás, déjate llevar.

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