miércoles, 22 de enero de 2014

Sueños de realidad; realidad de sueños.

Soñar es de cobardes. Cuando lo idílico se convierte en el sueño al despertar. Cuando tus ojos reaccionan al estímulo que enfrente de tu nariz, se encuentra. Cuando tu sueño va guiado de unos ojos ajenos.

Crees que bajo tus sábanas se esconde aquel mundo idílico donde te quedarías para siempre, donde tu felicidad fuera protagonista; sabemos que no existe. Que la felicidad, probablemente no exista, no tiene definición.
¿Qué es "felicidad"? Es como preguntar ¿Qué es normalidad? Para cada persona y/o individuo es distinto. No tiene una definición concreta, no se puede tocar, sólo sentir.

El rozar de sus labios pasando por el cuello, el sentir su respiración en la mejilla, el oír jadear su voz cuando falta oxígeno.
Podría embellecerlo en la magnitud que a mi me pareciera, pero no hay nada mejor que el haber sentido eso.

Eh, quieto. Respira y espera. ¿Ves qué está sucediendo? La historia se está improvisando sola, déjala correr, no hay inconveniente que haga cambiar de lectura, respira y espera.
¿Quién tituló este libro a medio pintar? ¿Quién compuso esta obra a medio escribir? ¿Quién? No sé cómo se llamaban, no sé. Pero dicen que aún se encuentran en la introducción.

Son demasiados sentimientos contenidos en tan poco cuerpo, demasiados como para ponerlos en un libro, o en toda la historia. No hay magnitud comparable.

Una historia de dos, un hombre y una mujer, dos cuerpos que pasaron a segundo plano cuando al mantener sus mentes cercas un fuerte lazo las unió sin darse cuenta. Extraño el pensar que a partir de una casualidad mal diseñada, hace ya más de un cuarto de año, estén aquí, ahora, siendo uno.
Cuando los cuerpos cómo el dualismo platónico, tan sólo son estorbos para la mente, el pensamiento, y ésta, algo divino, encuentra su gemela como dos varitas de la misma pluma, ¿cómo era? Sí, una cola de fénix. Significativo.
Cuando comienzas a saber leer la mente del otro, saber qué piensa al mirar, saber qué siente a cada instante, dirán que pierde la magia, oh no, creedlo, la gana.

¿De qué sirve, soñar pues, si lo idílico se ha convertido en eso que ocurre cuando te levantas de la cuna de tus antiguos sueños realizados hoy en día?

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