domingo, 19 de enero de 2014

Artista de un artista.

Como cada centímetro de esta ciudad,
apagada en cada noche de invierno,
como cuando las luces se van,
y padecemos un frío eterno.

Invierno, que asomaba en el horizonte,
a caballo, amenazando con su espada,
cabalgaba dejando helado cada paso,
flores frías y escarchadas mataba.

Al calor de unos ojos pequeños,
cuya mirada rebosaba de alegría,
mezclando los colores de un bosque,
cada centímetro de hielo derretía.

Demasiado amor en cada verso,
que vomitando te di, entristeciendo.
Pues al escribir de la tinta de mis venas,
entre tus brazos no estaba, y sin embargo,
aquí, muriendo.

Son demasiados sentimientos que,
plasmados en un pequeño papel,
cada momento sin oxígeno,
de dos corazones que un día até.

Pocos versos, para tanto sentimiento,
que reprimido en tan pequeño cuerpo,
intenta escapar de un corazón,
que resucitó, tras una eternidad muerto.

¿Quién fue el valiente suicida,
que intentó revivir dicho corazón?
Pues llamando a la puerta de éste,
lo enamoró locamente sin razón.

Quizá la solución no fuera llamar,
pues nadie abriría la puerta,
éste entró hasta la habitación,
donde se encontraba su alma muerta.

Escondido el cuerpo bajo una sábana,
escondido cada sentimiento atado,
escondido cada centímetro de su cuerpo,
que tanta pesadilla había matado.

Él, una pequeña sombra que lucía,
dejó pasar su brillo a través de su sábana,
que abrió los ojos aterrada,
pensando que de la pesadilla se trataba.

Aterrada miró por una esquina,
y pudo ver de quien se trataba,
ese chico que aquel día conoció,
y que hasta hoy está enamorada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario