sábado, 25 de enero de 2014

Espejos.

Frente a mi espejo, sentada en un banco en la noche. 
Ves a la gente pasar y piensas, ¿qué harán para ser felices? Ves algunas mujeres con tacones de aguja, vestidos de tubo negros, marcando el escote. Otros, sólo se limitan a beber en el bar que tienes en frente. 

-Eh, mira, ¿ves esa estrella que está parpadeando? 
+Sí.
-Tal vez, esté muriendo, ya habrá muerto y esté dejando de emitir la poca luz que nos llega.
+Tal vez, esté naciendo y comience a brillar cada día con más, y más fuerza.

Sentada con las piernas cruzadas, al frío de la noche y al calor de su brazo derecho. 
Tal vez, esa estrella ya desapareció, pero su brillo permanece en el cielo, aún se puede notar en la oscuridad de una noche despejada. Ya desapareció, pero aún así, se puede apreciar y eclipsa otras que sí están en vida.

Ese momento en el que piensas, ¿qué hago aquí? Y es ese momento en el que recuerdas, cómo empezó todo. Te viene a la mente ese preciso instante, ese momento, y tu mirada queda perdida, hundida en la imagen de unos focos alumbrando un escenario. 
Vuelves en ti, le miras, y no lo asimilas. No te crees que estés sentada, frente a tu espejo, mirando las estrellas. No te crees que le hayas encontrado. Y acto seguido, te da un beso.

Saber, que llegará el día, ese día de verano en que en ese mismo banco, estarás tú, con una Fender, intentando tocar algo, y a tu lado, tu pequeño artista en sombra dejando lucir sus dedos rasgando o punteando una guitarra. El día en que todos pueden salir a tocar sus instrumentos. El día de la música. El día en que los que mandan, somos nosotros. 
Saber, que las mañanas de domingo, tal vez, alguna se base en estar sentados en el suelo de un embarcadero, en algún lugar de la ribera del río de tu ciudad, con una lámina dibujando el paisaje que puedes ver a través de tus ojos. Y a tu lado, alguien dibujando con la mano contraria a la tuya, el mismo paisaje. 

Poder ser capaz de pensar en dentro de diez años como si fuera mañana, pensar ya cómo será el lugar donde durmamos cada noche, pensar cómo será todo. Ser capaz de mirarle a los ojos y notar ese escalofrío al pensar: Le voy a ver envejecer a mi lado. Algo precioso, algo increíble. 

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