domingo, 26 de enero de 2014

Poeta en el infierno.

Poeta del infierno, recitas cada verso clavando una daga en cada corazón ajeno. Sientes la necesidad de expresar tus sentimientos reprimidos en las profundidades de lo que en su día pudiste llamar mundo; tu vida.
Rasgas cada cuerda de la guitarra como el canto de una sirena hipnotizando cada persona dotada aún de oídos capaces de comprender lo que tocas.
Arde, hace demasiado calor aquí abajo. Escribe con la tinta de sus venas para dar realismo a sus versos. Para sentir e dolor que en su día pudo abrasarle su último pedazo de corazón. Donde hoy, reside un agujero negro sin fondo.
Oscuridad, reina del abismo. Nuestros ojos negros, sin pupila, todo lo pueden ver. Podemos ver la maldad escondida tras una sonrisa. Aquí abajo, residimos aquellos que intentamos ser como éramos. Hasta que otro poeta manchó nuestros versos con sus zapatos llenos de odio.
Gritos, gritos ahogados y silenciosos salen de su corazón al escuchar cada palabra recitada por él mismo. Sentir cada lágrima pasada por su rostro de nuevo.
Camino de soledad, camino de rosas clavando sus espinas en las manos ensangrentadas que intentan aguantar su peso arrastrando un cuerpo inerte.
Desde aquí no se ven las estrellas, nada brilla en el cielo en oscuridad.
Se hace notar un reflejo, algo en el firmamento lejano; puedo verlo. Como una cúpula de cristal, hay dos puntos luciendo, uno frente a otro, al lado. No pueden ser dos estrellas.
Si tan sólo es un reflejo, hay algo a tu lado que está mirando ese mismo punto y está haciendo que brille. Derecha, izquierda, estás sólo. ¿Qué es?
Está alumbrando exactamente donde te encuentras. Miras al suelo, y la luz desaparece. Está alumbrando tus pies, donde mires te está iluminando el camino.
 Sales corriendo dirigiéndote a la oscuridad. Pero va desapareciendo. Tu cuerpo inerte va ascendiendo. El calor se convierte en frío, pero tu cuerpo aún sigue ardiendo.
Sigues corriendo, huyendo de la luz, tienes miedo.
De repente te paras. Hay alguien enfrente de ti. ¿Quién es? No lo sabes. No lo conoces. Pero él hace exactamente lo mismo que tú. Salir corriendo en dirección contraria a la luz.
Hasta que se dieron cuenta que esa luz, era la desprendida de los ojos del otro que iban iluminando el camino de cada uno. La luz de los ojos del otro.

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