domingo, 12 de enero de 2014

Al lateral de un piano.

Sentada cerca del lateral de un piano, viendo cómo alguien lo hace sonar. Sus ojos se clavan en su reflejo en el negro brillante de éste, se dejan camuflar en su brillo.
Algo reluce en su cuello, en forma de triángulo. El reflejo de la plata en el brillo del color del piano. Se mira el cuello y ve, un pequeño colgante, con una inscripción en él, sonríe.

A veces, las pequeñas cosas son las más importantes. Las que marcan la diferencia, las que distinguen quién y quién no vale la pena. 
¿Quién quiere todo el oro del mundo, si quien tiene a su lado vale más que toda la riqueza junta existente?

Muchos, decís que habéis estado enamorados, y que ya no. Eso no se le puede llamar amor, el amor jamás se olvida, el verdadero amor, ese de que tanto hablan y nosotros desconocemos, probablemente.
El amor a primera vista tan sólo es un conjunto de reacciones de nuestro sistema biológico, defensas y demás, determinan cómo es el individuo del sexo opuesto y si es compatible te atrae, pero no te enamoras. ¿Y si el verdadero amor existiese para aquellas personas que están tan unidas que podrían ser gemelos? Quiero decir, esas personas tan extremadamente unidas que incluso piensan lo mismo a la vez, ese es el amor verdadero, yo creo.



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