sábado, 29 de septiembre de 2012

Nunca estás solo, siempre alguien está esperando a que le sonrías.

Momentos en los que te encierras en tu habitación y pones la música a todo volumen para no oír tus pensamientos, tumbada boca abajo en la cama y llenando la almohada de lágrimas con recuerdos, la luz apagada, todo oscuro, así te sientes. Pero de repente un rayo de luz atraviesa de pared a pared la habitación y curiosamente ilumina una foto, una foto en la que apareces tú y tu mejor amiga, las dos haciendo el idiota. ¿Crees que ella estaría dispuesta a verte llorar así por un gilipollas? No, ella te pegaría dos tortazos y te quitaría su imagen de la cabeza de una vez y para siempre, te arrancaría sonrisas hasta que te murieras de risa. Pero ahora ella no esta ahí, estás sola ¿Sola? No. Ahí abajo, hay un piano esperándote a que le toques, y te desahogues cantando mientras los dedos se mueven entre tecla y tecla. Los pensamientos se transforman en letras de canciones, y las imágenes en recuerdos que automáticamente te hacen esbozar una sonrisa en tu rostro.

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