domingo, 30 de marzo de 2014

Momentos que llevan nombre de canción.

Tras un cristal, un adiós. Un hasta luego. Su figura desaparece y ojos resplandecientes se empañan vergonzosos.

Aprendí en este viaje que no soy de personas. Aprendí que prefiero la soledad, un par de personas y un ambiente tranquilo.
Aprendí que las personas pueden tener sus defectos pero ser en definitiva, grandes personas.
Pero sobre todo, corroboré algo que estaba deseando de hacer.

Antes, me preguntaba qué ocurriría si no pudiese hablar con él cada instante, oír su voz o sentir su calor. Qué ocurriría. Una situación bastante peligrosa si el resultado no es el esperado, si no se echara de menos.
Afortunadamente, y a la vez por desgracia, ocurrió así, no había instante en que mi mente no se evadiera de la realidad e intentara imaginar que estaba a mi lado, dándome un beso en la frente.
Volvía a la realidad donde había treinta y cuatro almas a mi alrededor y ninguna era la que buscaba, todas grises en un cielo teñido del color de su piel. Faltaba el negro, el resplandeciente y colorado negro.

La espera se hace eterna pero el resultado llega, empanado.
Sonríe al llegar y vuelves a notar su calor, impresionante.

El temor se apodera de ti, el no tener su calor hace que entristezca pensando en su ausencia, pero su presencia hace tener miedo a perderle.
Y a la luz sale la verdad, y a la luz sale el llanto.

"No podré soportar el día que te vayas de aquí" Llanto, un abrazo húmedo en medio del suelo de una lúgubre habitación, se oye un piano de fondo, el piano de una película cualquiera, una película que nos identifica, como pareja, como dos.
Me separo tan sólo un par de centímetros, le toco el rostro y está húmedo y no, no eran mis lágrimas, no lo eran.

Un hombre es valiente cuando es capaz de llorar ante una mujer sin avergonzarse.
Orgullosa me siento de él.

Y la verdad, el día que me tengas que decir un adiós recuerda, que contigo estoy, que el día que cosiste mi corazón lo cosiste al tuyo.
Sería un buen momento para que tras escuchar esto, escuchara esa balada que al oír resonar su guitarra mis lágrimas recorren cada poro.



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