sábado, 22 de marzo de 2014

No sé poner título a un sentimiento.

No hay palabra que salga de mis labios, no hay verso que sangren mis venas, no hay sonrisa que defina el amor.
Definir el rozar de su mano en mi barbilla llevándola contra sus labios, definir un beso cuando estoy dormida, en la frente. Definir su preocupación.

El calor de sus labios, humedecidos. El sabor de su cuello.
Gritos de silencio que ruegan un último beso, de despedida.
Sueños entre obra y obra, entre sus templadas manos,
sueños acompañados de un beso en la frente, silencio.

La cadencia perfecta en mi obra en modo menor,
la caricia de buenas noches que falta cada día,
el despertar de buenos días que recibo cada mañana,
la sonrisa de los ojos dibujada en mi reflejo.

No sé describir el amor que desprende una de tus caricias, uno de tus besos en la frente, ni uno de tus abrazos. No sé.

Calor, va rozando los poros, la piel se estremece.
Frío deja al pasar, como una obra melancólica,
suena al pasar y deja lágrima al olvidarse,
entre caricia y caricia sufrimiento de inquietud.

No sé ponerle un título a un sentimiento, no sé ponerle ni texto.
Es un poema en blanco, donde un recuerdo es quien escribe cada verso, cada estrofa. Donde un recuerdo de dos personas se dibuja en el aire.


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