viernes, 14 de marzo de 2014

El día que deje de quererte.

Tal vez el título bastaría con un simple "gracias" te he dicho muchos a lo largo de este tiempo en que te he conocido, es muy poco, lo sé. Jamás podría darte las gracias y compensarte todo lo que haces por mi.
Tampoco sé qué poner aquí, si te basta con mirarme a los ojos y ver que hay tras esta pupila negra.

Pasan las noches y aquí no estás, falta alguien.
Días en que ves cosas que te afectan hasta el punto de necesitar un grandísimo abrazo y un beso para poder sentirte un poco mejor. Cuando comienzas a valorar lo que tienes y lo frágil que es, podrías perderlo en un día.
Que los días pasan muy rápido y el tiempo no se detiene, va viento en popa en esta carrera a contrareloj.
Ayer yo tenía once años, el pelo corto y aparato, morenísima y pequeñita, sonreía.
Hoy, tengo dieciséis, y las cosas han cambiado mucho, para bien y para mal.

Consciencia; algo doloroso, ves lo que pasa a tu alrededor, ya nadie te protege.
De pequeña pensaba que había monstruos bajo mi cama, hoy en día sé, que los monstruos están tras la puerta.
Crecer implica madurar, pero eso son tan sólo habladurías. Maduras el día que caes en lo más profundo de las fosas marianas.

Y un día, cuando aún no sabes nadar para subir once kilómetros hasta ver la luz sobre el mar azul, te chocas con alguien, insignificante no te fijas en su rostro, le tienes delante, no notas nada.

El amor es ciego dicen, en efecto. Aprender a enamorarse por cómo es en su interior, no por cómo es su envuelta exterior. La mentalidad perdura, la belleza es relativa.
Ni edad, ni sexo, ni distancia. No comprende de nada, el amor es ciego, pero no sordo. No se fija en quién eres, si no en cómo eres.
No confundamos amor, con capricho. Queremos todo y al final no tenemos nada.

Ahora sí y por enésima vez. Gracias, porque estamos navegando a la deriva sin rumbo fijo, sin saber qué ocurrirá mañana, ni pasado. Sé quien soy gracias a que en tu pecho hay un precioso espejo que refleja mi rostro, mientras tú miras y sonríes.
Porque conseguiste enamorarte de alguien frío y marchito, conviertiéndolo en algo lleno de color y felicidad.

Porque creer que soy increíble, pocos lo hacen. Porque hacer llorar de felicidad a alguien así era imposible, hasta tu existencia aquí.
Bienvenido a mi caos, donde el orden reside en la sonrisa de tus ojos en forma de luna.

El día que mi piano muera, el día que dejaré de quererte. El día que mis pinceles dejen de pintar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario