viernes, 1 de marzo de 2013

Firmado con sangre.

Fría noche de invierno, copos blancos cayendo sobre nosotros. Violoncelo a la espalda, partituras en mano, gorro en la cabeza y Hunters a los pies. Ayer te escribí una carta, hoy te escribo esta canción. Volaremos sin movernos. Te haré una herida para dejar por escrito que jamás te voy a abandonar, firmado con sangre.
Pensábamos tirar la toalla, dejarlo todo y seguir nuestras vidas. Pero esa voz me dijo que jamás lo hiciera, que cambiara el rumbo a mi corazón y diera media vuelta, regresar a sus brazos, a sus ojos que brillaban en esta fría noche de invierno. Corrí hacia él, como aquellos copos caían sobre el suelo. Estiró el brazo para darme la mano, poder agarrarme a él para siempre, pude aún observar su herida a fuego donde ponía una fecha. Cuando le fui a dar la mano, de repente comencé a caer, en las llamas del infierno. Algo había pasado, y es que no podía seguir ahí, ya era demasiado tarde. Ya sólo quedan los demonios y los escombros de todo lo que pasó aquel día, un sólo recuerdo entre verso y verso de esta canción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario