viernes, 1 de marzo de 2013

Desde ahí arriba.

Déjame coger la luna con mis manos, sentirme la más poderosa del mundo, la más afortunada, la más alta. Estar ahí arriba hace darse cuenta de lo insignificantes que somos, no somos ni un átomo frente a la majestuosidad del universo, no nos creamos tan importantes. Quererme tirar al vacío en paracaídas, desde aquí arriba, ¿a caso me lo vas a impedir? Sentir durante unos instantes la adrenalina en vena, las ganas de volar, sentirte como un pétalo de una rosa mientras lentamente cae al suelo mientras una chica con esperanzas dice "Me quiere, no me quiere". Sentirme como un pájaro al volar, mi único instante de libertad, sin privaciones de nada, sentirme como realmente soy yo.
¿Cómo se sentiría aquel estadounidense cuando llegó a la luna? Yo me sentiría pequeña, insignificante y a la vez importante, un choque de sentimientos, lo normal en alguien como yo. Sentirse insignificante es infravalorarse y sentirse poderoso es ser egocéntrico, ¿un término medio, por favor? No le hay. Creedme cuando os digo que siempre ahí alguien ahí que te tira de esa nube a la que llamas "vida". Te tira hacia abajo, pisándote, machacándote. Pero tranquilos, alguien más fuerte que él le pisoteará y le hará tan insignificante que nadie se fijará en él.

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