lunes, 28 de abril de 2014

Bajo su piel.

Son muchas las parejas que veo cada día, muchas las situaciones que veo; pienso.
Mucha gente se quiere pero no se ama. Muchas personas se necesitan pero no se quieren. Dependencia.

Son muchas las horas que mi cabeza esta activa, incluso las noches. Son muchas las horas que mis manos están frías sin tener contacto con las tuyas.
Son muchos los besos que pierden aquellos que no tienen a quien dar amor, pero alguien me dijo una vez que lo bueno se hace esperar. Y he de añadir, que aparece cuando no piensas en ello.
Cuando creemos que algo va a pasar, no pasa. Hay que vivir feliz, sin pensar en tener novio o novia. Dejarse llevar, como dice la canción "suena demasiado bien" pero funciona.
El amor no se busca, se choca contra ti, tal vez no le mires a los ojos, pero tu corazón ya ha analizado cada poro.
Entre oscuridad o luz, qué más da. La felicidad llamó y mi corazón se cerró en banda. Pero ésta tenía una pequeña llave oxidada, donde cabía perfectamente en un sangriento cerrojo, entró y una muñeca de trapo cosida y remendada por cada extremidad, con los ojos tapados estaba sentada en una esquina. La cosió con su propia piel, se arrancó su ropa para vestirle y la maquilló una sonrisa. Hoy, los remiendos se han descosido, el maquillaje se ha borrado y la muñeca se ha desnudado. Un cisne ha nacido entre escombros, blanco y reluciente, su sonrisa ya no está dibujada en un rostro, ahora es suya.

Una vez me describió como un libro de tapa dura, yo me describo como un libro en otro idioma, con letra enrevesada y expresión complicada. Repleto de polvo, muchos lo han abierto y cerrado al poco, tan sólo una persona se ha enganchado a leerlo, cada día, en cada instante.

Recuerdo no hace mucho haber hablado con una persona. Ella, me contaba su vida con su marido, parecía tan feliz cuando me lo contaba, pero a la vez sentía añoranza. Tenía una foto suya en aquel acogedor salón.
Me contó que habían visitado muchísimos países juntos, que él la había tratado como una reina, pero ahora, ya no estaba.

En ese momento comencé a pensar, siento que mi vida será tan bonita como la suya, pero yo no soy fuerte. Sin mi punto de apoyo no tengo voluntad para estar de pie, y si él acaba bajo tierra, mi cuerpo caerá en picado junto a él, hasta el fin de los días.

Que me he dado cuenta que el amor no es lo que dicen, que pocos lo saben. Que no es una necesidad de placer, ni una necesidad.
Sólo la felicidad de pasar el día a día junto a él, viviendo aventuras, llorando y riendo.
En las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad.

Que son muchos días más de cien, parecen pocos. Lo son, ¿quien dijo que fueran los únicos?
Cierra los ojos, ábrelos. ¿Más de una vida juntos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario