lunes, 14 de abril de 2014

Estrella Polar sin invierno.

Arriba en el cielo, una estrella brilla a lo lejos, quizá más lejos de lo habitual pero curiosamente su brillo es más potente aun sintiéndola lejos. Quizá en horizontal a trescientos kilómetros de donde podría verla brillar verticalmente.
No puedo dormir, necesito mirarla y ver cómo su luz deja ciegas a las demás. Cree que al brillar de noche nadie la verá, estará en oscuridad. Todo lo contrario.
Las calles se han abierto sólo para poder verla a millones de años luz. Llega el amanecer y ésta nos guiña un ojo y se apaga para dormir en el día.

El día está vacío, las calles repletas de gente sin importancia, repletas de recuerdos que brillan y zarandean como un horrocrux esperando a que lo acciones y su recuerdo invada tu mente. Entristezco.
Quedan días, horas, antes de ir a cielo descubierto a visitar una estrella; la estrella polar. Las horas pasan lento y veo tan remoto el día en que vaya, esperando sentada frente un piano desafinado de recuerdos, necesito avivarlos con su olor y el calor de sus besos en la frente.

Es extraño cómo el amor cambia a las personas, para bien. Sus sonrisas permanecen presentes cada momento, y cuando una lágrima desea suicidarse él la salva llevándola de vuelta a unos ojos llorosos.
A día de hoy sigo sin saber qué pasó aquel día y cómo ocurrió, tan deprisa y tan natural, sin problemas y fácil. Cuesta creerlo.

Quizá estuviera programado, no por nosotros, ni por nadie, por algo.
A trescientos kilómetros de una estrella brillante nocturna esperando ser abierta y besada.

Mi vieja compañera de aventuras vuelve a mí; soledad. Pero no viene para quedarse, de paso se encuentra y ayuda en los quehaceres habituales, como recordar su silueta e imaginar tocar su torso y su cuello, sus mejillas y arrastrar su pelo hacia atrás mostrando su mirada seria y recta.
Viene a pasar una semana dura, nunca está en los buenos momentos, siempre en los malos, apoyando, nadie la necesita en los buenos y ella a nadie necesita ayudar. Una buena amiga que de vez en cuando te hace oír lo que no quieres escuchar. Una buena compañera de andanza, pero yo encontré un compañero aún mejor, que en los buenos y malos, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe.

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