sábado, 29 de diciembre de 2012

Tan cómo.

Tan especial como cada estrella que brilla en el firmamento cada noche de verano. Tan único como cada copo que cae desde las nubes en invierno. Tan perfecto como cada flor que nace en la primavera. Tan romántico como cada una de las hojas que se desprenden en otoño de cada copa un árbol. Cada uno somos únicos a nuestra manera, cada persona es perfecta tal y como es. Aprender a aceptar nuestros defectos, inconvenientes es tan esencial como aprender a valorar nuestras virtudes. Saber que todos valemos igual, aunque no lo sepamos demostrar, saber que cada uno de nosotros tiene una historia que contar, una historia que no en todas las ocasiones termina con un "Y vivieron felices y comieron perdices". Nadie sabe cómo somos en realidad cada persona, poca gente es capaz de mostrarse tal y como es, y eso debería cambiar. ¿De qué nos sirve ponernos una máscara para salir a la calle? ¿Para que nos acepten? Eso no vale la pena, nos tienen que aceptar como somos, por nuestro corazón, no por nuestro físico, nuestra apariencia ni sus intereses, cada persona tiene algo, y ese algo es lo especial, en lo que nos deberíamos fijar, eso que enamora, eso se llama "personalidad" Algo que está en peligro de extinción en esta sociedad llamada adolescencia. Seamos un poco más maduros, no en su totalidad, pero al menos saber diferenciar entre una persona de verdad y alguien que no sabe querernos.

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