domingo, 4 de noviembre de 2012

Llega por fin la meta.

Llegan las oscuras y frías tardes de otoño, la lluvia y el olor a hierba mojada, las bufandas y los guantes, los tacones cerrados y las medias de encaje. Llegan los domingos en la chimenea jugando al pocker, las horas y horas mirando como las gotas de lluvia van cayendo sigilosamente por las ventanas, y esos rayos de luz que atraviesan elegantemente el cielo. Se acabaron las tardes buscando una piscina donde poder bañarnos, tiradas en el césped de moreras o en las barcas del río Pisuerga. El fin del año se va acercando poco a poco, y como todos los años hacer recuento de todo lo pasado este año, pero ¿Qué diré yo del mío? Ha sido, en mi opinión el año con más cosas que contar de la historia, comenzando por un veintiséis de febrero y finalizando con un veinte de octubre, claramente todavía queda el veintidós de noviembre, pero es otra fecha muy distinta de las otras dos, pero eso claramente, se quedará en secreto. Un secreto a voces.

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