jueves, 16 de agosto de 2012

Increíble.

Todo lo bueno tiene un final, otro lo bueno termina entre lágrimas. Sí, echo de menos esas mañanas despertarme con la luz del sol, mirar abrir las ventanas y que un dulce olor a sal invada todo mi cuarto. Echo de menos esos desayunos con todos con las vistas de los ventanales al mar. Hojas de palmeras moviéndose sin parar por el viento que nos llama para que vayamos a la playa. Correr con tablas de surf a toda máquina para haber quien es el primero que pilla la mejor ola. Tardes increíbles en el mar esperando a la tormenta. Noches sin dormir haciendo el idiota por la casa. Increíble. Nada volverá a ser como antes, ahora será todavía mejor.


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