jueves, 19 de julio de 2012

Las cosas son así.

-Ven, ven, acércate más, mucho más, todo lo que puedas. Agárrame la mano y aprieta hasta que no puedas más, déjala casi sin riego sanguíneo, porque solo quiero el tuyo. Vamos corre, corre que no llegamos antes de que anochezca. +¿A donde quieres ir? -Contigo iría hasta el fin del mundo, pero como ahora no es posible corre corre. +Vamos que te cojo en brazos y así llegamos antes a donde quieras. -Vale, espera te tapo los ojos y yo seré tu guía. +Vale, confío en ti. -Mira, abre los ojos, ya hemos llegado ¿Te gusta? +Me gustan todos los lugares donde estés tú, te quiero. -Vamos, vamos a bañarnos que pronto anochecerá y es precioso ver la puesta de Sol desde aquí. +A que yo me meto antes, enana. -No me tientes, vamos corre corre. Y corriendo como dos idiotas hacia las olas que fuimos, jugando entre las olas, besándonos y el sol, el agua y la arena de testigos. -Vamos, vamos, que comienza a anochecer, volvamos a la arena. +Vale, pero antes ven, quiero decirte una cosa. Me acerqué, me cogió de la cintura y mientras las olas rozaban nuestros cuerpos me besó, un largo, largo beso que por una vez fue eterno y a la vez efímero. -Corre volvamos ya a la arena, tengo frío. +Ven, tápate con mi chaqueta, veamos la puesta de Sol. Y abrazados hasta el anochecer, y poco a poco nuestras cabezas se fueron juntando, nuestras manos entrelazando y...
¡PI PI PI PI PI PI! Dios no, ha sido un sueño, no me lo puedo creer, ojalá jamás hubiera despertado. Las cosas son así.

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