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domingo, 14 de abril de 2013

Again.

Como una lluvia de estrellas alumbrabas el camino por donde iba con los luceros que tu rostro lucía. Entre las hojas del camino, amarillentas como el Sol que está en el firmamento, una tarde de otoño se acerca. Hace frío, el sol se esconde de la noche entre las montañas verdes que acechan entre los árboles de este bosque. Sentado en el banco cerca de la salida hay una figura, según mis pies se van acercando puedo distinguir un rostro, unos ojos verdes se esconden entre el flequillo aparentemente rubio. Un impulso me dice que debería pararme, es un rostro conocido, sí. Es él. Se levanta un poco de viento y las hojas se entrelazan en mis pies. Me siento en ese banco y me quedo mirando la Luna que esta noche al parecer, va a salir de fiesta con las estrellas. De repente, esa persona que está sentada al otro lado del banco, gira su rostro y puedo verle mejor. Sí, es él. Me sonríe, esa sonrisa que tanto me encanta con esos ojos que hacen que todo el camino se ilumine, esos ojos que había dejado de mirarles de esa manera hasta ahora.
En cualquier momento, en cualquier lugar, puede volver a aparecer una persona que habías dado por perdida y habías tirado la toalla por él, puede ser que vuestros sentimientos sean los mismos el uno por el otro, todos lo verán, pero vosotros seréis los últimos en daros cuenta.

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