Perder los estribos, creer que todo es maravilloso. Que todo el mundo es de mil colores, todo perfecto, pierdes las preocupaciones, dejas de pensar en todo a tu alrededor para fijarte en él. Sólo en él. Es extraño, cómo una simple persona puede hacernos perder la poca cordura que nos queda.
Que nuestra cara lo refleje y no poder disimularlo, es lo que tiene tener unos ojos que reflejan nuestro interior, esa sonrisa de tontos que se nos pone cuando le vemos pasar y cuando nos saluda, no saber cómo reaccionar. Ahí demostramos nuestra gran cordura, lo listos que somos, derritiéndonos delante de él o de ella, pues genial. Y lo mejor de todo, cuando vamos a dormir, soñar con ellos, pensando que él o ella también siente lo mismo, ocho horas de amor, ocho horas de un mundo maravilloso a su lado, pero cuando llega la realidad todo cambia. No poder ni responderlo ni un simple "Hola" morirte de vergüenza y jamás llegar a nada, eso, eso es la realidad. Bienvenidos a ella.
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